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ABC Cultural

El arte de tener mal gusto cotiza al alza en el museo

Una exposición en Can Framis cuestiona el concepto de buen gusto artístico mezclando lienzos del MNAC y obras de mercadillo

En las entrañas del coleccionismo español

Detalle de la obra 'Entierro de Jesús', de Marià Pidelaserra (1941) MNAC
David Morán

David Morán

Barcelona

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El experimento es la mar de entretenido y, por momentos, tremendamente cruel: ¿obra maestra o apología del mal gusto? ¿Óleo recién llegado de los almacenes de uno de los museos más importantes de la ciudad o lienzo rescatado al peso de un mercadillo cualquiera? Parece fácil, ¿verdad? Si lo fuera, sin embargo, nada de esto tendría sentido. No sería tan entretenido. Porque detrás de respuestas aparentemente monolíticas se esconde 'Bad Painting?', exposición con la que el artista Carlos Pazos y el ensayista Eloy Fernández Porta cuestionan el concepto de buen gusto mientras exploran el abismo que separa la alta y la baja cultura.

«¿Son buenas todas las pinturas que hay en los museos? ¿Son malas todas las que están en rastros y mercadillos? ¿Qué es la buena y la mala pintura?», se pregunta Pazos mientras despliega en el Museo Can Framis de Barcelona una «contrahistoria de la pintura figurativa» entre 1850 y 1950. Un siglo de creadores olvidados, maestros que quizá no estuvieron del todo finos y artistas elevados a los altares del buen gusto.

La exposición, que puede visitarse hasta el 4 de junio, reúne cerca de setenta obras de la colección del Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), veinte obras del propio Pazos y quince cuadros comprados en rastros y mercadillos. El reto, claro, es saber a qué categoría pertenece cada pintura. ¿Obra maestra o aberración? Para descubrirlo, hay que acudir al texto de sala, ya que ninguna de las piezas está acompañada de su correspondiente cartela. Así, es posible fruncir el ceño ante un Ismael Smith y detenerse más tiempo del recomendable frente a un bodegón del montón de un autor desconocido.

Clases dominantes

La mayoría de los cuadros, incluidos los que se trajeron del MNAC tras examinar a conciencia las reservas del museo, serían calificados como malos de solemnidad (o, como mínimo, de poco afortunados), por cualquier crítico atildado, y es justo ahí donde Pazos y Fernández Porta aprovechan para hacer cuña e introducir el eterno debate sobre el mal gusto. «La pregunta sobre el mal gusto siempre reaparece en momentos de crisis o de duda sobre el papel del arte pictórico en la creación en general», reflexiona el escritor y ensayista. «Los museos acostumbran a corroborar los juicios sobre el gusto de la clase dominante», añade Pazos.

Pazos y Fernández Porta, fotografiados a las puertas de la exposición fundación vila casas

Lo que hace 'Bad Painting?' es revertir esto último para darse un atracón de bodegones visual y digestivamente aterradores; Cristos yacentes a un paso de la fosforescencia; resurrecciones lisérgicas; lienzos modernistas que subliman la cursilería; y alegorías grotescamente recargadas. Una apología de la llamada 'mala pintura' que, en realidad, es otra cosa completamente diferente. »Lo que las élites han llamado 'mal gusto' es un espacio que pone en evidencia el inconsciente ideológico de la Estética y crea un perturbación en el orden de las formas creativas y civiles»; defiende Fernández Porta. La exposición, añade, permite «revalorizar prácticas pictóricas y conectar modalidades más tradicionales de gusto discutible o heterodoxo con otras más contemporáneas».

Para ello, artistas reconocidos como Joan Brull, Ismael Smith, Dionís Baixeras, Alexandre de Riquer, Francesc Domingo, Pere Pruna, Claudi Lorenzale y Marià Pidelaserra se entregan a un juego escenográfico en el que los cuadros figurativos conviven y dialogan con piezas originales de Pazos, algunas de ellas creadas para la ocasión. Echar el freno en 1950, añade el artista, evita «la posibilidad de herir la sensibilidad de familiares y/o donantes convencidos del valor incuestionable de sus joyas».

'Bad Painting?', señala Fernández Porta, tiene su antecedente más o menos directo en una exposición que se celebró en 1978 en The New Museum de Nueva York y en la que catorce pintores «desafiaban los cánones clásicos del buen gusto y se alejaban del virtuosismo, la selección del material, la ejecución y el ilusionismo». También en 'Bad Painting-Good Art', muestra que pudo verse en 2008 en el Mumok de Viena y que mostraba un conjunto de obras que »evocaban la apropiación o la poética del error«.

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