Hans Haacke pincha la burbuja cultural e inmobiliaria en el CARS
«Castillos en el aire»: militante muestra de arte contemporáneo en el Reina Sofía
Hans Haacke pincha la burbuja cultural e inmobiliaria en el CARS
A la altura del kilómetro 10 de la Autovía de Valencia el GPS se vuelve loco. Y yo. Y el taxista. Por fin hemos descubierto dónde da la vuelta al aire. Buscamos el Ensanche Sur de Vallecas. La pericia del chófer consigue enderezar el GPS ... y llegamos a este insólito lugar de La Mancha. Parece un poblado fantasma, una ciudad del Lejano Oeste antes de que lleguen los malos. Muchas casas están sin construir, otras obras están paradas, otras sin cimentar. Ni un bar en el que echarse una trago al gaznate en la gélida mañana de febrero en Madrid. Vemos los rótulos. Las calles se llaman del Arte Figurativo, del Arte Conceptual, del Arte Pop, del Arte Hiperrealista. Sin duda, un barrio construido por amor al arte.
Eso mismo debió pensar Hans Haacke, uno de los grandes nombres del arte contemporáneo, cuando iba desde Barajas al centro de Madrid para preparar una exposición. Y en uno de esos viajes contempló en lontananza y por la ventanilla izquierda del taxi lo que a él le pareció una ciudad fantasmagórica. Haacke indagó y le explicaron que la urbanización que se extendía a la espalda de la Avenida de la Gran Vía del Sureste era una de esas zonas en las que la crisis financiera había pinchado la burbuja inmobiliaria y solo quedaban deudas, pisos sin terminar (la mitad de propiedad oficial), ruinas, vigas herrumbrosas, edificios esqueléticos. Aquello colmó el vaso de la imaginación de Haacke y decidió que esta historia no podía faltar en la muestra que el Centro de Arte Reina Sofía estaba montando sobre él y que se inauguró ayer.
Como un sabueso policial o periodístico, Hans Haacke volvió cámara en mano y dejó constancia de aquel lugar ignoto. El fruto de esta investigación es el eje de esta exposición que lleva por título «Castillos en el Aire», cuya obra más rabiosamente significativa se ha erigido con papeles de escrituras e hipotecas. Fotografías y vídeos de la zona redondean y rematan las ideas muy críticas de Haacke.
Afilada ironía
La muestra no acaba aquí, también están presentes muchas de las obras del artista, incluso alguna que fue prohibida por el Guggenheim neoyorquino. Críticas a industrias tabaqueras, a promotores inmobiliarios o el divertido apartado dedicado a Peter Ludwig, mecenas del Museo Ludwig de Colonia, al que Haacke llama «El maestro chocolatero», pues gracias a la venta de chocolates extendió sus beneficios a otras áreas como el mercado del arte.
Cerca, la afilada ironía de Haacke se desborda: una cajetilla gigante de tabaco Helmsboro (Helms era un senador republicano extremadamente conservador) titulado «20 bills of Rights», cigarrillos en cuyo papel va inscrita parte de la Declaración de Derechos Fundamentales y una frase de uno de los prohombres de la tabaquera: «Nuestro principal interés en el arte es nuestro propio interés».
Tal vez sea pura coincidencia que la muestra de Haacke, en la que se cuestiona el mercantilismo del arte, sus lazos con el capitalismo extremo, coincida con la inauguración de ARCO. Desde luego, a Haacke no le encontrarán en ARCO. «He dado instrucciones expresas a las galerías con las que trabajo —dice el artista— para que ninguna de mis obras se pueda mostrar en ninguna feria».
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