Wyndham Lewis, el enemigo público número uno
Wyndham Lewis, el enemigo público número uno
Era de armas tomar. No en vano, se autodenominaba «El enemigo», que además dio título a una de las revistas que fundó. Quienes mejor le conocen, dicen que daba miedo, que era un hombre demasiado energético y radical, raro y oscuro, polémico y creador de ... hostilidades, amante de la sátira, que provocaba el caos allá por donde pasaba y canalizaba el veneno como programa artístico. Entre las víctimas que probaron su mortal veneno, la Academia británica, por haber rechazado su retrato de T. S. Eliot . Se le echó en cara ser poco inglés y demasiado europeo; siempre se le vio como «un esqueleto en el armario de la cultura londinense».
Justicia
Quizá por eso, y por haberse involucrado en la política —su talón de Aquiles—, no se le ha hecho justicia; ni siquiera se le ha legitimado en su tierra. Pero la
A través de un montaje laberíntico vamos descubriendo el genio de este pintor-escritor, escritor-pintor, que regresa a Madrid más de cien años después. Vino con un amigo en 1902, se alojó en la calle Mayor y fue copista en el Prado , donde se rindió ante Goya. Entre las piezas expuestas, los dibujos que hizo para ilustrar «Timón de Atenas», de Shakespeare, proyecto que nunca llegó a buen puerto, pero que la Fundación March sí ha hecho realidad. Se ha dado el capricho de publicar ese libro. Además, dedica a Lewis sendos ciclos de conferencias y conciertos. Han colaborado en este ambicioso proyecto los principales conocedores de la obra de Lewis, como Paul Edwards y Richard Humpheys. Su comportamiento frustró su posteridad, dice Javier Gomá, director de la Fundación Juan March , y se le castigó con el silencio, pero ese ilustre atropellado que la Historia dejó en la cuneta (Manuel Fontán dixit), místico y clarividente, supo adelantarse al futuro y predecirlo.
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