Salvavidas para los museos o convertirlos en cajeros automáticos
La venta de obras de sus colecciones (en algunos casos, frenadas «in extremis»), debido a la crisis por la pandemia, desata la polémica
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Iniciar sesiónEl pasado mes de mayo el consejero delegado de la empresa tecnológica Fabernovel, Stéphane Distinguin, proponía en un artículo una descabellada idea: por qué Francia no vende la Mona Lisa para ayudar a paliar las consecuencias de la pandemia en Francia. «Alguien como ... Jeff Bezos podría adquirirla . El precio tiene que ser una locura para que la operación tenga sentido. Calculo que serían unos 50.000 millones de euros», decía. Sea una boutade o una propuesta en firme, ahí quedó la idea. Eso sí, sin respuesta oficial, como era de esperar. Mutismo en el Louvre y en el Elíseo.
Cuatro meses después, una propuesta casi igual de excéntrica llegaba esta vez desde Londres. La Royal Academy of Arts afronta una crisis sin precedentes: se planteaba recortar el 40% de su plantilla (unos 150 puestos de trabajo), lo que le permitiría ahorrar unos ocho millones de libras al año. Un académico propuso la venta del «Tondo Taddei», de Miguel Ángel , que atesora la Academia desde 1829, y que en el mercado podría superar los 100 millones de libras esterlinas. «Se ha discutido; podría salvar puestos de trabajo y sacar a la Royal Academy de su crisis financiera», aseguraba el anónimo académico. La institución tuvo que salir al quite con un comunicado: «La Royal Academy no tiene intención de vender ninguna obra de su colección. Tenemos la responsabilidad de ser custodios de obras de arte extraordinarias. Es nuestro deber cuidar de nuestra colección para que la disfruten las generaciones actuales y futuras». Según el c ódigo ético del ICOM , «las colecciones de los museos son bienes en custodia pública y no se deben considerar un activo realizable».
En Estados Unidos, sin embargo, hay museos descabezando sus colecciones . Buena culpa de ello la ha tenido una regulación de emergencia llevada a cabo por la Asociación de Directores de Museos de Arte en Estados Unidos , denominada «deaccessioning» . Tradicionalmente, se establecía que los ingresos de las ventas de obras de los museos solo se podían reinvertir en adquisiciones de arte. Pero se decidió de forma extraordinaria relajar las reglas (hasta 2022) y permitir que esos fondos se utilicen también para el «cuidado directo de las colecciones» . Una medida que cada uno aplica a su antojo y que unos ven como un salvavidas para los museos; otros, en cambio, como una trampa que acaba convirtiendo los museos en meros cajeros automáticos. El Museo de Brooklyn , que ha despedido al 7% de su personal desde el comienzo de la pandemia, espera, con la venta de algunos fondos, recaudar unos 40 millones de dólares , que generen dos millones anuales para el mantenimiento de su colección.
Reenfocar prioridades
Sacó a subasta en Christie’s el pasado 15 de octubre obras de maestros antiguos, recaudando 6,6 millones de dólares. La pieza más cotizada fue «Lucrecia», de Lucas Cranach el Viejo , legada al museo en 1921 y que se remató en 5,1 millones. Junto a ella, se ofrecieron cuadros de Courbet y Corot , entre otros artistas. Sólo quedó sin vender una obra, de Daubigny. Antes de la pandemia, el museo ya puso a la venta en noviembre del año pasado un «Papa» de Francis Bacon , por el que se reembolsó 6,6 millones de dólares. El motivo, dijeron entonces, reenfocar sus prioridades comprando nuevas obras. El 28 de octubre, esta vez en la sala Sotheby’s de Nueva York , el Museo de Brooklyn volvía a sacar a subasta más fondos de su colección. En este caso de artistas modernos: Monet, Dubuffet, Degas, Miró, Matisse... y una mesa diseñada por Carlo Mollino. El museo se embolsó 20 millones por siete obras . Y para este mes está prevista, además, una venta de objetos de Fabergé. Con los beneficios, el Museo de Brooklyn dice que planea construir un Fondo de Cuidados de la Colección: almacenamiento, conservación, salarios del personal... «Aunque resulta doloroso ver cualquier obra de arte abandonar nuestros fondos, su salida no socava en modo alguno los puntos fuertes de la colección», dice la directora del museo, Anne Pasternak.
El Museo de Arte de Baltimore (BMA) es un caso distinto al de Brooklyn. Según el «New York Times», cuenta con un presupuesto equilibrado y no ha tenido que despedir a parte del personal. Ya en 2018 vendió siete obras de su colección para comprar obras de mujeres y artistas de color. Baltimore tiene un 68% de población negra. El pasado 28 de octubre tenía previsto hacer lo propio con otras tres importantes obras de su colección, con lo que pretendía ganar 65 millones de dólares. Sotheby’s iba a sacar a subasta «3», de Brice Marden , única pintura del artista en la colección del BMA (su precio estimado, 10-15 millones de dólares); «1957-G», de Clyfford Still , también único lienzo del artista en el museo y con una estimación de entre 12 y 18 millones (lo regaló el propio artista al BMA en 1969); y ofrecer en venta privada, vía Sotheby’s, «La Última Cena» (1986), de Warhol , que podría superar en el mercado los 40 millones. Finalmente, los responsables del museo decidieron «in extremis» (dos horas antes de la subasta) detener la venta, tras reunirse con la Asociación de Directores de Museos de Arte de EE.UU.
Preocupada por el aumento de museos que se movilizan para vender fondos, ésta se vio obligada a mandar una nota de advertencia a sus miembros. Les recuerda que la relajación de las normas no se adoptó para «incentivar» las ventas de arte. El director del museo, Christopher Bedford , argumenta que las ganancias podrían usarse para corregir errores históricos. Unos 54,5 millones irían destinados al cuidado directo de la colección, así como para reforzar los salarios del personal y ampliar el horario del museo. Otros 10 millones se destinarían al fondo de adquisiciones para «reequilibrar» su colección con más obras de mujeres y personas de color, y 500.000 euros para promover iniciativas de diversidad, equidad, accesibilidad e inclusión.
Arte islámico en Jerusalén
El del Museo de Baltimore no es el único caso donde la venta de obras se ha paralizado. El Museo L. A. Mayer de Arte Islámico de Jerusalén iba a subastar 268 de sus obras los pasados días 27 y 28 de octubre en Sotheby’s Londres, debido a su complicada situación financiera, que ya era grave antes de la pandemia. Supone el 5% de la colección del museo y, según sus responsables, esta venta era la única forma de salvar las cuentas. Pero, al menos de momento, se logró frenar la operación . Personalidades culturales y políticas del país alzaron la voz contra este expolio, que podría sentar un peligroso precedente. Varios historiadores hicieron públicas sus protestas, a las que se sumaron el presidente del país, Reuven Rivlin, el Ministerio de Cultura y la Fiscalía General.
El tema de la venta de obras de arte por parte de los museos no es nuevo. En 1972 el Metropolitan Museum de Nueva York se deshizo de obras de Van Gogh y Rousseau. Y en 1990 la Fundación Guggenheim vendió importantes obras de Kandinsky, Chagall y Modigliani para adquirir la colección Panza di Biumo. En Europa, la Royal Opera House de Londres subastó en octubre un cuadro de su propiedad para combatir los efectos de la crisis por la pandemia: el retrato de Sir David Webster, director del Covent Garden entre 1945 y 1970, fue vendido por 12,8 millones de libras. Iba a ser un regalo de despedida para Webster en su jubilación, pero lo donó.
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