Hazte premium Hazte premium

Robert Frank: «En los 70, el MoMA pagó 20 dólares por una foto mía»

Rober Frank, fallecido a los 94 años, fue una de las figuras más rebeldes e independientes de la historia de la fotografía. Por su interés, recuperamos esta entrevista con él, que tuvo lugar en 2007, cuando PhotoEspaña le concedió su premio

El fotógrafo Robert Frank EFE
Laura Revuelta

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Los tiempos cambian una barbaridad. Veinte dólares pagó el MoMa por una foto de Robert Frank , que ahora valdrá lo que no está en los escritos. Al cabo, él es uno de los clásicos de la fotografía que enfoca con un cierto escepticismo –y con una radical parquedad en sus palabras– el pasado y el presente: lo que ahora ocurre en los afamados discursos fotográficos .

En 2001, el Museo Reina Sofía le dedicó una exposición, « Hold Still Keep Going». ¿ Fue ésta su primera visita a España?

No. He estado aquí cuatro veces.

¿Realizó alguna serie fotográfica en alguna de esas ocasiones?

Sí, pero la mayoría de las imágenes están sin publicar. Trabajé bastante en Valencia. Hice un viaje de Barcelona a Sevilla. Son fotografías de los años 50 y, por aquel entonces, nadie tenía mucho interés en verlas.

A sus ochenta y dos años, ¿sigue trabajando?

No mucho, la verdad. Trabajo algo con la Polaroid. Sobre todo retratos.

¿Considera que ha creado cierta escuela?

Quizá trabajar de aquella manera le haya podido interesar a otros. Lo de haber creado escuela, yo lo llamaría simplemente influencia. Quizá la gente siga una cierta estela, pero, al final, cada artista trabaja a su manera.

¿Los modos fotográficos de ahora no le resultan demasiado esteticistas?

¿Quiere decir que yo he podido influir en ese exceso de esteticismo?

No. Me refiero a que en su época había un mayor compromiso social, incluso periodístico, y ahora prima lo decorativo.

Todavía a un periodista no se le considera un artista, pero ahora puedes recortar una foto antigua, enmarcarla y decir que es arte. Y si además pones el nombre del autor de la foto, quizás resulte más artística, se le aporte un valor añadido. De todas maneras, jamás pensé en mí mismo como periodista. Yo hice fotos con mis propios criterios. Como opción personal.

Usted coincide con Walker Evans, Diane Arbus y otros autores que tienen una visión muy semejante. ¿Considera que aquella fue una generación irrepetible?

No me siento en absoluto de este modo. Nos llamaron beat, lo que pasó es que la fotografía gozaba de mayor popularidad en Estados Unidos que en otros países. Cuando llegué a Estados Unidos en 1947, ya había fotos expuestas en el Museo de Arte Moderno de Nueva York, y eso supuso algo muy importante para mí. La fotografía empezó a convertirse en nombres, en firmas, en autores.

¿Lo señala como algo positivo o negativo?

Así es la naturaleza. Se busca al individuo. Poner una firma equivale a dar crédito al trabajo del individuo.

¿No cree que actualmente en los Estados Unidos se podría volver a realizar una serie como « The Americans»?

Creo que llegó en el momento justo. Era joven. Pero repetir aquello no me interesaría porque no sería igual. Aquella serie se basó mucho en la intuición, en el olfato. Iba persiguiendo un rastro. Ya no. Creo que la palabra es intuición, y quizás se tenga intuición antes de tener conocimiento.

¿Es esa intuición la que le abre las vías experimentales del cine?

Eso no era intuición. Era pura lógica. Sencillamente, se trataba de no repetir lo que ya había hecho. Quizá la originalidad sea el fuego que me mueve. En América y en muchas partes hay fotógrafos que crean un estilo y siguen con él, pero yo no soy así. Ahora sólo miro. Si quieres ser exigente hay que estar en este punto de la continua originalidad. Es muy duro. De hecho, mucha gente ha llegado a enloquecer. Para mí, una solución de compromiso significaría debilidad. Hay que correr riesgos.

Nace en Suiza, llega a Estados Unidos y adopta de inmediato una mirada muy crítica. Pero termina exponiendo en el MoMa.

Desde luego, hubo personas que se preguntaron por qué alguien como yo se atrevía a cuestionar tanto y a poner en tela de juicio ciertas cosas. Pero creo que, al seguir y perseverar en mis princicipios, la gente, el público, se dio cuenta de que no estaba criticando a América, sino que era la propia realidad la que quedaba plasmada en las imágenes.

¿ Sigue los discursos de la fotografía contemporánea?

Es algo que miro de vez en cuando, pero creo que se ha convertido en algo demasiado grande.

¿Se refiere a grande en tamaño o en importancia?

Creo que ahora la gente entiende más sobre fotografía. Consigue entenderla antes, más rápido.

Pero, ¿se ha convertido en un bien de lujo preciado por los coleccionistas?

Eso es hablar de otras cosas, de otra familia. Los padres de ese tipo de fotografía son mercaderes. Ahí intervienen las galerías, los coleccionistas, pero no hay discurso intelectual.

¿Qué pensaría si por una imagen suya se pagaran cientos de miles de dólares?

Así van las cosas. Cuando yo empecé eran veinte dólares, venticinco, lo que se pagaba por una imagen. El MoMA pagó por una foto mía veinte dólares en 1970. Así es como va la vida, el mercado. La ascención de la fotografía fue algo repentino. Sí es verdad que al principio era todo algo más puro. Cuando algo cobra popularidad, luego entra en escena la gente que quiere sacar provecho económico.

[Muere Robert Frank a los 94 años]

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación