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Las razones por las que Salvador Dalí «desheredó» a la Generalitat de Cataluña

El periodista César de la Lama relata en un libro el amor del pintor catalán a España

Los Reyes Don Juan Carlos y Doña Sofía, junto a Salvador Dalí y su esposa, Gala, en 1979 ABC
Almudena Martínez-Fornés

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«César, me encuentro mucho más lúcido que siempre; pero preocupado por España, que está terriblemente confusa». Es la primavera de 1987 y el pintor Salvador Dalí (Figueras 1904-89) traslada su inquietud por teléfono al periodista César de La Lama , con quien mantiene una vieja amistad. Dalí tiene 83 años, una sonda nasal por la que se alimenta y le quedan dos años de vida. No es la primera vez ni la última que el pintor comparte con el escritor su preocupación por España.

Un año antes, los Reyes habían realizado su primer viaje de Estado al Reino Unido y, en otra conversación telefónica con el periodista, el pintor le preguntó si Don Juan Carlos y Doña Sofía ya estaban en casa: «He estado muy preocupado por ellos toda la semana, por si les sucedía algo fuera de España. Me gustaría que siempre estuvieran seguros, porque son lo mejor que tenemos».

También se preocupó tras el intento de golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 y volvió a hacerlo en una de sus últimas conversaciones con De La Lama, cuando apenas le quedaba un hilo de voz que se escapaba a través de la sonda: «La amo -se refería a España- y no odio a nadie...».

Pintar para el pueblo

Pero el testimonio más relevante se lo trasladó el 11 de agosto de 1972 en una conversación mantenida en la residencia de Dalí en Portlligat. «Yo siempre he pintado para el pueblo español , para el cielo del Empordá y para los Príncipes Don Juan Carlos y Doña Sofía. Todo lo que mi mujer Gala y yo poseemos, lo cedemos al Patrimonio del Estado. Todo, absolutamente todo. Creo que debo decidirme ahora. Este es el momento. Y te lo digo a ti el primero. Hay obras muy valiosas ; no solo mías, sino también de Fortuny , De Chirico y Picasso ... De este, una de las mejores, “El Pan”, que regaló a Gala».

Así lo relata César de La Lama en su último libro, « El grito interior » (Ediciones Atlantis), en el que recoge sus conversaciones con Salvador Dalí, a quien conoció a finales de octubre de 1964 en el Hotel Palace, cuando le citó para hablar de una representación del Tenorio que llevaba los decorados del pintor, y con aquella entrevista comenzó una larga amistad. «Yo todavía no sabía si Dalí era un genio o un farsante», afirma el periodista, aunque pronto se convenció de que «Dalí no tenía nada de perturbado mental aunque lo pareciera por sus excentricidades».

«Nos sentimos engañados»

Cuando llegó la democracia y en 1980 se restableció la Generalitat de Cataluña , Dalí y su esposa, Gala, hicieron testamento uno en favor del otro y, si ambos morían, dejarían la mitad de sus bienes al Estado español y la otra mitad a la Generalitat. Hasta aquel año Josep Tarradellas había presidido la institución catalana en una fase preautonómica y después fue relevado por Jordi Pujol.

Dos años después, el 10 de junio de 1982, Gala murió y, transcurridos tres meses, Dalí anuló el testamento anterior y firmó uno nuevo ante el notario José María Foncillas , en el que instituyó «heredero universal y libre de todos sus bienes, derechos y creaciones artísticas, al Estado español». Pujol visitaba de cuando en cuando a Dalí y, cuando el pintor murió, en 1989, y se abrió el testamento, la indignación fue mayúscula : «Nos sentimos engañados, pero no sabemos por quién», afirmó en rueda de prensa. Desde entonces han pasado 30 años, y Dalí, que tiene calles y plazas dedicadas en muchas ciudades, sigue sin tenerla en Barcelona, a pesar de los intentos del PP.

Sentido previsor

¿Por qué actuó de esa forma Dalí? César de La Lama explica que el pintor se sentía «un gran español y amaba a su patria con la misma fuerza que amaba a su tierra natal de Cataluña, pero nunca se llevó bien con el nacionalismo catalán y con algunos políticos de la época, lo que influyó para que, guiado por su sentido previsor, pensara que así aseguraba más la posteridad de sus pinturas».

Curiosamente, las llamadas « leyes de transitoriedad », que el Parlamento catalán aprobó el 8 de septiembre de 2017 y que anuló el Tribunal Constitucional, pretendían confiscar los bienes de titularidad estatal , de manera que la Generalitat se habría apropiado de las obras de Dalí, violando la ley y la voluntad del pintor.

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