Los personajes de las obras maestras del arte también se quedan en casa

Desde entonces, no ha parado de vaciar y vaciar cuadros, descontextualizándolos, dejando sólo los paisajes, la arquitectura, los objetos. Qué difícil reconstruir el hueco que deja la ausencia . Como un cirujano plástico reconstruyendo lo que ha desaparecido. Su última «osadía», vaciar los más de treinta frescos de «La vida de San Francisco de Asís», de Giotto , a tamaño natural. Palabras mayores. «No elijo las obras de manera caprichosa, soy muy escrupuloso con eso. La selección es intencionada. Escogí “La Anunciación”, de Fra Angelico, porque era la obra preferida de una persona muy cercana que falleció. Es el vacío del ser querido . Y elegí “La Ascensión”, del Greco, cuando murió mi padre . Son obras clásicas que abordan temas universales». Como la guerra . Reflexionó sobre las contiendas en Irak, Siria o Yemen vaciando el «Guernica» picassiano y «Los desastres de la guerra» o «El 3 de mayo» , ambos de Goya. Ha llegado a vaciar dos obras («La Anunciación», de Leonardo, y «El nacimiento de Venus», de Botticelli) y fusionarlas en una «Fantasía italiana». E incluso obras abstractas de Mondrian y Malevich (¿cómo vaciar de personajes una obra abstracta sin personajes?), la mítica fotografía de Wall Street tomada por Paul Strand y hasta se ha atrevido a vaciar el tiburón en formol de Damien Hirst . El resultado: el vacío, la nada.

El artista madrileño no ha dudado un momento en ceder gratuitamente el uso de sus imágenes , si con ello ayuda a concienciar a la gente a que permanezca confinada en casa. Predica con el ejemplo: no pisa desde hace días su estudio. Se llevó a casa sólo el móvil y el portátil: aprovecha para documentarse sobre su actual trabajo (un abecedario visual de la Amazonía , pintado en medio millar de tablas de material desechable, hallado en contenedores y carpinterías), pero, lo más importante, para estar con la familia. «Esta serie tiene un gran impacto visual y puede ser muy útil en estos momentos. La mayor protección, lo más seguro, es estar en casa», dice vía telefónica, poco antes de meterse en faena en la cocina.

« Conozco muy bien China , porque he trabajado allí bastante. Cuando nos llegaban imágenes de lo que estaba pasando, a muchos les parecía como de otro planeta, pensaban que era alarmista. Pero mejor ser alarmista que imprudente . No sé lo que se ha hecho mal, pero toca ser lo más estricto posible. Hay una salida , no podemos desesperar. Todo esto va a servir para ver las cosas de forma distinta. El mundo no será el mismo. Podremos corregir cosas que no daban más de sí. Es una oportunidad que debemos aprovechar», comenta. «Hemos sufrido un duro golpe , pero no podemos dejarnos arrastrar. Tenemos el ejemplo del personal médico, que trabaja sin horarios, con carencia de material... Ya eran héroes antes de la crisis , lo que pasa es que ahora tienen mayor visibilidad».

Ironías del destino, sus obras, como las de miles de artistas, colgaban hace menos de un mes en ARCO , en los mismos pabellones de Ifema donde antes paseaban coleccionistas en busca de obras de arte y hoy cientos de enfermos luchan por sus vidas. «Ha pasado de ser una feria de arte a un hospital , un lugar de acogida. Todo esto supone una lección. No lo olvidaremos fácilmente».

El arte, dice José Manuel Ballester, «tiene que ser útil; no sólo sirve para decorar casas y museos». Y, volviendo a sus cuadros deshabitados , explica que «vaciar es llenar de oportunidades. Es un trabajo muy abierto. Cada uno puede rellenar ese vacío de muchas maneras, según vea el mundo».

Nos despedimos, nos deseamos suerte, que nos cuidemos mucho y cuidemos a los nuestros. «Cada uno de nosotros tiene un deseo, pero debemos aprender a navegar donde nos lleve la vida», comenta José Manuel Ballester, evocando una frase de John Lennon que decía más o menos así:«La vida es aquello que te va sucediendo, mientras te empeñas en hacer otros planes».