Nace, en plena pandemia, el Museo Helga de Alvear en Cáceres
Creado por el arquitecto Emilio Tuñón, será inaugurado mañana por los Reyes. Exhibe dos centenares de obras de las más de 3.000 que atesora su espléndida colección
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Iniciar sesión« Estoy encantada, feliz, loca perdida; por fin se ha terminado» . Son palabras de la galerista y coleccionista Helga de Alvear en la presentación esta mañana del museo de arte contemporáneo que lleva su nombre en Cáceres , que mañana ... inaugurarán los Reyes y el público podrá visitar a partir del viernes (acceso gratuito, previa reserva y con aforo limitado). No es extraño, pues ve cómo se ha hecho realidad un proyecto que comenzó hace ya más de 15 años y que le ha dado no pocos quebraderos de cabeza. Incomprensiblemente, su deseo de ceder su impresionante colección a un museo de alguna ciudad de España fue un calvario. Nadie tenía fe en ella. Atrás quedaron las negativas de Vigo, San Sebastián («estuvo a punto de cerrarse después de luchar tres años con el alcalde», confiesa), Granada ... «En esta ciudad me ofrecieron un palacio: 'Si lo quieres arreglar es tuyo', me dijeron. Les dije que no. Quiero que me hagan un museo. Finalmente, fue Cáceres. Aquí he tenido que ayudar un poco. Nunca pensé llevar mi colección al extranjero».
Fue el expresidente de la Junta extremeña Juan Carlos Rodríguez Ibarra quien sí creyó en ella y en el proyecto. Y en junio de 2010 vio la luz en Cáceres el Centro de Artes Visuales Fundación Helga de Alvear. Se encargó a los arquitectos Tuñón y Mansilla la rehabilitación de una casa-palacio (la llamada Casa Grande ) en la calle Pizarro. Se inauguró con la muestra 'Márgenes de silencio', una selección de 115 obras. En su espléndida colección hay nombres como Baselitz, Dan Flavin, Kapoor, Bacon, Gursky, Tillmans, Abramovic, Ai Weiwei, Rebecca Horn, Jenny Holzer, Mona Hatoum, Araki, Tacita Dean, Whiteread, Rhoades, Schütte, Fiona Tan, Warhol, Lichtenstein, Thomas Ruff, Beuys, Bourgeois, Baldessari, Goya, Dalí, Picasso, Chillida, Equipo Crónica, Barceló, Gordillo, Uslé, Santiago Sierra... La lista es interminable.
Española de corazón
Su acento y su fuerte carácter delatan su origen germano, aunque se siente cien por cien latina. Alemana de nacimiento, Helga de Alvear (Kirn, 1936) es española de corazón. Llegó a nuestro país en 1957 para aprender nuestro idioma y se quedó para siempre por amor. Conoció al arquitecto Jaime de Alvear , se enamoraron y se casaron en 1959 («lleva diez años en el cielo, estará hoy muy contento»). Tuvieron tres hijas : María, Ana y Patricia. Es una coleccionista apasionada e impulsiva. «Coleccionar es mi único vicio», confiesa.
No son muchos los que creían en su proyecto: «Había quienes pensaban que yo iba a revender luego las obras. Pero yo soy coleccionista, compro en las galerías, nunca en los estudios de los artistas. Soy profesional. Si no eres profesional, vete a casa . Es una colección que he ido haciendo poco a poco, comprando en ferias de Miami, Londres, París, Lisboa, Madrid (ARCO)... Antes de comprar hay que aprender . Yo lo he hecho en el Prado, en la Tate Modern de Londres, en el Pompidou de París... Aunque también he comprado alguna tontería ». ¿Alguna debilidad? « Me enamoro de todo . Pero nunca compro un artista, compro una obra». No le interesa quién vende una obra, ni el artista que la ha hecho, ni si es fotografía, óleo o escultura... La compro si me enamoro de ella». Ya se ha enamorado más de 3.000 veces. No ha vendido nunca ninguna obra de su colección.
«Yo no tenía ni idea de arte. Quería ser pianista . Sabía mucho de música, pero no de arte. Lo aprendí todo de Juana Mordó (empezó a trabajar en su galería en 1980)». En 1995 decidió abrir galería propia con su nombre. «Una galería de arte es un negocio muy difícil, muy duro. En la última edición de ARCO un coleccionista me dijo: 'Esto es una droga'. Le respondí: 'Sí, una droga para el bolsillo'». Su primera compra , allá por 1967, fue un Zóbel. Su precio: 50.000 pesetas. «Juana Mordó me dejó pagar 5.000 al mes. Por eso yo hago lo mismo con mis clientes». La última , la semana pasada: una pieza de Ernesto Neto en la galería Elba Benítez.
¿Ha habido dudas, miedo, en todos estos años acerca de si el proyecto se llevaría a cabo?, le preguntan. «Sí. Pero cuando Emilio Tuñón y Luis Mansilla (ya fallecido) rehabilitaron la Casa Grande, empecé a creérmelo. Yo me preguntaba: ¿Qué hacer con tantas obras? Las tengo en cinco almacenes en Madrid . Poco a poco irán viniendo aquí». Las 200 obras con las que se inaugura ahora el museo que lleva su nombre no se han visto nunca.
Arquitectura del silencio y la discreción
Intervino en el acto, vía telemática, Emilio Tuñón , arquitecto -esta vez en solitario- del nuevo museo. Es candidato al premio Mies van der Rohe: «El edificio conecta la ciudad antigua con el Ensanche y enriquece a Cáceres, acercando el museo a los ciudadanos. Es una caja mágica de cuatro plantas». Se entra al museo por la calle Pizarro. El recorrido se hace de arriba abajo, partiendo del vestíbulo, presidido por 'Descending Light', una espectacular lámpara de Ai Weiwei , y acabando en la última planta, con la zona de almacenaje y espacio para carga y descarga de obras, además de una sala expositiva. Aún quedan algunos flecos para completar este campus museístico: el jardín, que acogerá piezas de la colección, y un edificio destinado a almacén, adquirido por la propia Helga de Alvear y que se está gestionando con el Ayuntamiento.
«Hoy es un día grande -subraya Tuñón-, quien destaca el esfuerzo y sufrimiento de Helga durante tantos años» para que este proyecto sea hoy una realidad. El camino, explica el arquitecto, ha sido muy largo. Todo comenzó en 2005, con el concurso para rehabilitar la Casa Grande de Cáceres: 3.000 metros cuadrados, diez millones de euros de presupuesto y diez años. Pero era tan solo la primera fase. Helga de Alvear siempre dejó claro en el contrato que debía haber una segunda fase, que incluiría un edificio de nueva planta para que acogiera el museo y su colección. Si no se cumplía lo estipulado en el contrato, se llevaría su colección. Esa segunda fase era muy ambiciosa (15.000 metros cuadrados), pero, por problemas presupuestarios, dice Tuñón, se quedó en 5.000. De nuevo el presupuesto ha sido de 10 millones. En total, 8.000 metros cuadrados y 20 millones de euros .
«El proyecto ha ido mejorando con el tiempo», advierte Emilio Tuñón. La fachada del nuevo edificio (una especie de castillo o fortaleza moderna, con un volumen similar al de la Casa Grande, que acoge la Fundación Helga de Alvear), alude a la arquitectura blanca de Cáceres. Cuenta con una gran columnata blanca. «El edificio no se remata en seco, se entremezcla con el cielo. Es muy plástico. Rinde tributo a la arquitectura del silencio y la discreción », comenta el arquitecto.
Una sala dedicada a Goya y sus 'Caprichos'
José María Viñuela , gran amigo de Helga de Alvear, es el conservador de su colección y comisario de esta exposición con la que se abre el museo. Reúne dos centenares de piezas de las más de 3.000 que ha atesorado la galerista y coleccionista. Explica que hay seis grandes espacios, que acogen las piezas más monumentales. Como la lámpara de Ai Weiwei. Helga de Alvear cuenta cómo la compró. «Un día me llamó la galerista Mary Boone de Nueva York. Me dijo que tenía una obra de un artista chino (Ai Weiwei aún no había dado el salto internacional) que sería estupenda para mi colección. Me la mandaba gratis. Mandé a los arquitectos para ver si cabía en nuestro museo. Era baratísima».
Hay una sala dedicada al vídeo; hay otra para grandes instalaciones, como las de Thomas Hirschhorn y Olafur Eliasson . Un espacio reúne las vanguardias históricas españolas e internacionales: El Paso, Dau al Set, la Bauhaus, Picass o... Otra sala acoge una primera edición de los 'Caprichos' de Goya , que éste regaló a un diplomático amigo suyo. Es un homenaje a la influencia del artista en el arte moderno y contemporáneo. Las piezas más monumentales y las obras canónicas se mantendrán durante bastante tiempo. El resto permanecerá al menos durante un año. Luego, algunas piezas irán rotando, porque habrá préstamos para exposiciones nacionales e internacionales. También está previsto que haya más adelante una nueva cesión de obras.
La Casa Grande, aparte de ser la sede de la Fundación Helga de Alvear (están allí las oficinas del personal), acoge una biblioteca, talleres educativos y dos plantas para exposiciones temporales. También está previsto que se exhiban cuatro obras en espacios públicos de la ciudad: la Plaza de las Veletas (una pieza de Susana Solano), el Museo de Bellas Artes, la iglesia de San Mateo y los jardines del Palacio de Carvajal.
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