Museo Thyssen
La pasión del barón por un músico español
Tras la muerte de su amante, Wilhelm Schaumburg-Lippe encargó a Giambattista Tiepolo un cuadro en su honor, «La muerte de Jacinto»
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Iniciar sesiónAntes de que a Carmen Thyssen le dé un pasmo, habría que aclarar que el barón al que se refiere el titular de esta historia es Wilhelm Friedrich Schaumburg Lippe Bückeburg y no Hans Heinrich Thyssen-Bornemisza, su difunto marido. Aquel otro ... barón mantuvo una apasionada historia con un músico español en Venecia , una de las paradas del Grand Tour, viaje iniciático por Europa que solían hacer en el siglo XVIII los jóvenes de la alta sociedad. El padre del barón llamaba al amante de su hijo «tu amigo Apolo ». Este murió en 1751. Es entonces cuando el barón encarga a Giambattista Tiepolo un cuadro, «La muerte de Jacinto» . El tema no podía ser más apropiado. Narra la historia del joven Jacinto, del que se enamoró el dios Apolo. Pero también Céfiro, el dios del viento. Durante un juego, el disco lanzado por Apolo fue desviado por Céfiro, golpeando mortalmente a Jacinto. De la sangre derramada florecieron los jacintos. Tiepolo pintó la escena con una variante. En vez de un disco, los amantes jugaban al tenis (pallacorda, en el siglo XVI). En la parte inferior derecha del lienzo aparece una raqueta y en el suelo unas pelotas. La mejilla izquierda de Jacinto luce amoratada del pelotazo mortal. La estatua del dios Pan presencia, divertida, la escena.
Este monumental cuadro ha sido estudiado a fondo y restaurado por un equipo capitaneado por Ubaldo Sedano. Luce espléndido tras recuperar los colores originales, como el manto azul de Apolo, realizado con lapislázuli. El pintor no escatimó en gastos. El lienzo padecía problemas a causa del reentelado con cera y resina al que fue sometido hace años. Se han eliminado los barnices oxidados, que habían amarilleado, y los repintes. También se han reintegrado las pérdidas de pintura. La escena ha recuperado la profundidad: ahora se aprecian los volúmenes y los matices. Junto al cuadro, se exhiben en cajas de luz la radiografía y la reflectografía, donde apreciamos los pequeños arrepentimientos de la pintura, concebida por Tiepolo casi como una «Piedad», donde el Cristo yacente es Jacinto.
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