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Muere Éric «el belga», el infame ladrón de cara amable que desvalijó monasterios y palacios en toda España

Cultivó una imagen heroica, pero en realidad fue el más dañino saqueador del patrimonio que se recuerda

Erik «el belga» Antonio Salas
Jesús García Calero

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Ayer murió en Málaga a los 80 años la persona llamada René Alphonse van den Berghe, un hombre de cara amable y vida trepidante que ha pasado a la historia como Érik «el belga». Hablamos de uno de los mayores ladrones de arte que se recuer dan, cuya huella en España es una historia triste de repetidos expolios que provocaron grandes daños en nuestro patrimonio, hechos que él se pasó toda la vida intentando endulzar.

Era un ladrón en serie que trataba de endulzar sus robos con el relato de que en el fondo eran encargos -como si eso le exculpara o los volviera inexorables- y con el cuento de lo bien que los coleccionistas sin escrúpulos cuidaban las obras que le habían encomendado robar. Todo alrededor del robo cobraba una pátina de aventura e inocencia propia de los cazatesoros. Simpático y sonriente, se ganó a muchos periodistas para salir bien en los medios, en entrevistas y documentales, como si fuera un buen ladrón. Pero su estela es la más dañina para el patrimionio español y europeo que pueda imaginarse. No hay manera de endulzarla.

Nació en Nivelles (Bélgica) en 1940, y moría ayer tras sufrir un infarto a los 80 años por las complicaciones de una operación en una pierna, según dio a conocer su esposa. Era diabético y cardiópata hace décadas. Estuvo en la guerra del Congo y por eso le gustaba denominarse «mercenario de la belleza» . En realidad ese entrenamiento le convirtió en implacable . Y su conocimiento del arte -había sido anticuario- en una mezcla perfecta para autentificar y distraer piezas sin temor al fallo.

Tras una carrera llena de robos y compras más o menos legales en las que las cifras forman una densa niebla de millones cambiando de manos y fronteras , en 1966 Érik «el belga» fue detenido cuando trataba de robar el Beato de Liébana en la catedral de El Burgo de Osma (Soria). En 1976 volvió a verse arrestado y fue condenado a 10 años de prisión en Bélgica , pero poco después se fugó de la cárcel de Verviers.

Málaga sería su retiro dorado tras saldar sus cuentas con la justicia. Logró vivir como un jubilado más y disfrutar del dinero cuya procedencia debe suponerse, aunque no pueda explicarse con pruebas fehacientes.

Nunca sabremos la verdad. Toneladas de arte, miles, incontables golpes -muchos no reconocidos- despojaron a España de piezas fundamentales del patrimonio. Pintar Vírgenes y sonreír en los medios no podrá borrar el destrozo que deja. No denunciaba falta de medidas de seguridad de iglesias y monasterios, se aprovechaba de ella. Hizo mucho daño a la imagen de España -hablaba a menudo de funcionarios y párrocos corruptos, después de corromperlos en sus andanzas-, todo al servicio de su propia imagen como héroe de la película. Incluso alardeaba tanto de colaborar con la Policía como de engañar a museos que solicitaban su «expertise» . También hablaba de lo mal que estaban las obras en sus lugares de culto -algo que podía ser cierto en numerosos casos pero no justificaba el robo- para transformar sus tropelías en acciones alternativas que acababan con restauración de las piezas.

La región más castigada por sus robos fue Castilla y León , pero también saqueó en templos de Aragón, Navarra, La Rioja y Cataluña. Compró cuando pudo obras al clero, como parte de arte sacro de la Catedral de Santa Maria de Calahorra. Se le atribuye el robo de las tablas de Pedro Berruguete en la iglesia de Santa Eulalia de Paredes de Nava (Palencia) o la sustracción en Baltanás (Palencia) de la Virgen de Revilla. Se le achacaron los intervenciones en Tordesillas, Medina del Campo, Hornillos de Eresma, Toro, Frómista, Castrojeriz, Santa María de Huerta. Todos ellos pueblos de Palencia, Valladolid, Burgos, Zamora y Soria.

Tras uno de los grandes golpes en 1979, en Roda de Isábena , en el saqueó la Silla de San Ramón, junto a otras 50 piezas románicas, fue detenido. A cambio de la libertad condicional dijo que la devolvería, pero al no concedérsele su banda destrozó la pieza, uno de los muebles más antiguos de Europa. Esa obra rota desmiente su leyenda. ¿Cuanto robó? Faltan miles de obras que nunca aparecerán. Un tapiz de la misma iglesia fue recobrado por la Guardia Civil en 2013, gracias a la denuncia de la historiadora Carmen Berlabé.

En 1982 decidió entregarse. Acabó en la cárcel Modelo de Barcelona . Tras 35 meses y 1.500 obras devueltas, abandonó la prisión en 1985, quedando absuelto de sus 14 juicios pendientes. Tituló sus memorias «Por amor al arte» y cultivó su buena imagen. No nos engaña. Esa falsedad no puede borrar su legado de daños al patrimonio español.

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