Helmut Newton, el fotógrafo de la hembra alfa
Decía el artista, nacido hoy hace cien años, que uno de sus primeros recuerdos era la imagen de su niñera semidesnuda mirándose al espejo: así justificaba la deriva de una carrera basada en el reclamo más antiguo de la historia de la humanidad, el desnudo femenino
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Iniciar sesión«A Helmut le gustaba las mujeres con carácter», recuerda Sylvia Gobbel, seguramente la modelo a la que más fotografió, «mujeres como su esposa June, que era quien llevaba los pantalones en el matrimonio». En las numerosas sesiones que compartieron, el fotógrafo buscaba el lado « ... más poderoso», en el que encontraba «la esencia de la feminidad». «¡Las mujeres son el sexo más fuerte!», repetía, mientras disparaba con avidez su cámara. «Se burlaba de las fashion victim y del mundo de la moda, una categoría en la que ni siquiera encajaba», evoca la austriaca sus recuerdos del artista, «todavía veo sus jeans viejos, sus zapatillas blancas gastadas y los agujeros de polilla en su viejo suéter de cachemira… en pocas palabras, aunque Helmut tenía mucho dinero, llevaba una vida modesta. Sin coches de lujo, sin Rolex. Su único lujo era el sol y admirar a las mujeres distantes, castigadoras». Su obra, en efecto, parece constituir una búsqueda, desde el escondite que le proporcionaba la caja oscura de su cámara, de la mujer dominante. Una trayectoria cuyo negativo muestra, sin embargo, ciertas raíces traumáticas en la infancia de las que rara vez hablaba.
En varias ocasiones relató que uno de sus primeros recuerdos era la imagen de su niñera semidesnuda mirándose al espejo, así justificaba la deriva de una carrera basada en el reclamo más antiguo de la historia de la humanidad, el desnudo femenino , categoría en la que incluyó, por cierto, el desnudo de David Bowie. Casado desde 1948 y hasta el momento de su muerte, en 2004, en un accidente de tráfico en Los Ángeles, reconocía sin reparos que jamás llegó a entender a las mujeres, a pesar de su obsesión por la feminidad distante y por momentos amenazadora. La imagen de mujer inaccesible que dejó plasmada en la colección «Permanent Loan Selection», famosos desnudos integrales y en gran formato de modelos para «Vogue», «es de un magnetismo innegable, es la mujer alfa», según Matthias Harder , comisario de la Fundación Newton de Berlín, que considera que «son imágenes que reflejan la gran fuerza de la mujer contemporánea». El propio fotógrafo y su esposa June firmaron en 2003 el contrato de donación de aproximadamente un millar de obras a la fundación berlinesa con el entonces alcalde Klaus Wowereit, entablando así una íntima relación con la capital alemana y cerrando un círculo biográfico.
Judío, de familia acomodada, Helmut Newton nació con el apellido Neustädter en 1920, en Berlín. Compró su primera cámara en 1932 con sus ahorros, una Agfa Tengor Box. Pulió su primer carrete tomando instantáneas en el metro. Todas se velaron, excepto una. En 1938, perseguido por los nazis y llegó a Singapur con dos cámaras fotográficas bajo el brazo, una Kodak y una Rolleicord, y nada en los bolsillos. La oficina de refugiados le consiguió un empleo en un periódico local, el «Straits Times», aunque le despidieron porque a menudo llegaba a la redacción sin fotos del evento alegando que no había encontrado la «imagen perfecta». Desde allí fue deportado a Australia y en la etapa de Melbourne fue cuando conoció a su esposa, pero solo tras su estancia en Londres mostró en París su auténtico potencial, trabajando para revistas como «Vogue» o «Elle», así como para marcas de moda de la talla de Louboutin e Yves Saint Laurent . Y, ya consagrado, comenzó a dejar salir su lado más sádico en el trabajo. «Posar para él era físicamente brutal, agotador. Una vez me tuvo desnuda frente a la cámara, en su estudio, con tacones de 15 centímetros, durante varias horas. Llegó un momento en el que simplemente me caí. Hoy puedo reírme de eso, ¡pero por supuesto que no lo encontré divertido en ese momento!», relata Gobbel. Aquellas fotos, escenificaciones en las que nada quedaba al azar y que destilaban glamour y cierta violencia, fueron calificadas por la crítica del momento como « porno chic ». Su estilo quedó marcado por la luminosidad escénica, la perfección compositiva y su particular visión de la figura femenina: una mujer segura, dueña de su sensualidad, elegante y enigmática. «Sus fotos son el espejo de nuestra sociedad, pero no el espejo de su vida privada», concluye Gobbel, aunque quizá si hubiera tenido una relación más sana con sus padres su proyección en la imagen femenina hubiera sido diferente.
La mujer más influyente en su vida, sin embargo, y a la que rara vez fotografió, fue June, su esposa, afincada en Montecarlo y cuyo nombre artístico es Alice Springs . Se lo puso cuando la revista masculina «Adam» quiso publicar unas fotos suyas, de marineros tatuados en un astillero de Copenhague. «Helmut quiso saber cómo las firmaría, no le gustaba la idea de que apareciese su apellido. Jean Seberg cenaba con su novio en casa esa noche y el amigo español de Jean, Riccardo (Franco), me pidió un atlas. Abrió el mapa de Australia y me sugirió que clavase un alfiler en la página con los ojos cerrados. Lo clavé en Alice Springs», relata la también artista, que subraya que Helmut quedó marcado por el rechazo de su padre, cuando le expulsaron del colegio y comenzó a aprender fotografía con Else Ernestine Neuländer-Simon. «Acabarás en la cuneta», le dijo, una frase que June considera ahora premonitoria, a pesar de la fama y reconocimiento que alcanzó en vida uno de los fotógrafos más influyentes del siglo XX.
En 1961, cuando los Newton se trasladaron a la Rue Aubriot en el Marais de París y Helmut afianzó su relación con «Vogue», desarrolló su estética especial, de una originalidad inconfundible. Sus obras se envuelven en dinero, nobleza y jet set , entre el glamour y la joyería. Como escribió Vicki Goldberg para «Vanity Fair», «hizo que romper tabúes fuera tan elegante y tan aceptable para la alta burguesía se apresuró a ser reinventada por su lente audaz, excesiva, astuta, decadente, incluso, en ocasiones, amable». «Soy un voyeur profesional», confiesa en el documental «Helmut Newton - The Bad and the Beautiful», de Gero von Boehm . En esa época, fue objeto de odio de muchos grupos feministas. La autora estadounidense Susan Sonntag llegó a acusar a Newton de «fantasías monstruosas» en un debate televisivo. En Alemania, la publicista Alice Schwarzer condenó sus fotos no solo como «sexistas y racistas», sino también como «fascistas». «El fenómeno de Newton proporciona a un mundo de hombres inseguros e irritados una visión recién afilada de las mujeres que están ganando fuerza», escribió la directora de «Emma». «Subyugar a una mujer débil, ¡qué poco interesante! Romper a una mujer fuerte, realmente fuerte, eso sí es atractivo para él». La actriz Isabella Rossellini también ha criticado que «Helmut no era solo un macho, sino que representaba esta cultura», y la modelo Nadja Auermann evalúa el trabajo de Newton como un «espejo de la sociedad, porque la sociedad es sexista».
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