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Las galerías de arte en Venezuela sobreviven como resistencia de ideas

Los responsables de dos espacios de Caracas, única presencia del país en ARCO, narran el complicado día a día de sus trabajos

Los dos codirectores de la galería Carmen Araujo Arte de Caracas, junto a una obra de la artista venezolana Esmelyn Miranda en el estand de ARCO BELÉN DÍAZ

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En un país donde es una odisea conseguir alimentos y medicinas, cuesta creer que haya galerías de arte que consiguen subsistir. ¿Quiénes las visitan? ¿Quiénes compran? ¿Es posible vivir hoy del arte en Venezuela? Este año sólo hay dos galerías del país presentes en la feria: Carmen Araujo Arte en Caracas , en el programa general, y Abra Caracas , en el programa comisariado «Diálogos». La primera, que nació hace nueve años, trae a ARCO obras de artistas venezolanos: Magdalena Fernández, Esmelyn Miranda, María Eugenia Dávila y Eduardo Portillo. Muchos de los artistas de la galería viven fuera del país.

Ignacio Ruan, codirector de esta galería , se lamenta de que «cuesta mucho dinero, supone mucho esfuerzo, para una galería venezolana acudir a una feria como ésta. Ningún gobierno en Venezuela ha dado nunca ayudas a las galerías. En estos últimos 20 años la situación ha sido peor. Es una debacle ». Siempre ha habido en Caracas tradición de galerías, pero se han reducido mucho. Solo un puñado subsisten hoy. « Es casi un milagro, magia », apostilla Ruan.

Una joven admira una obra del artista yanomami Sheroanawë Hakihiiwë en el estand de la galería venezolana Abra Caracas en ARCO BELÉN DÍAZ

Diáspora del coleccionismo

«La mayoría de los coleccionistas se han ido y han dejado de comprar por la situación del país. El día a día se traga a cualquier persona: no hay pollo, no hay medicinas, la inseguridad por parte del régimen...» ¿El régimen de Maduro censura el arte? «Sí ha habido censura, pero en los museos, no en las galerías. Los museos venezolanos están abiertos, pero la mitad de sus salas están cerradas y con las luces apagadas. Solo se expone lo que ellos quieren . Las pocas galerías que han quedado se han convertido en referentes que convalidan a un artista».

Entre el 80 y 90% del arte que se muestra en esta galería es político. Pero este año han apostado por otra línea con obras más geométricas. «Aunque no es una denuncia explícita, hay un tapiz de Esmelyn Miranda , realizado con sacos muy burdos con los que la gente recoge comida de la basura». ¿Reciben directrices de lo que deben o no exponer en la galería? «No, nunca». ¿Sus clientes son venezolanos? «Sí, casi todos lo son, pero muchos viven fuera. A pesar de que en Venezuela siempre existió una tradición de compra de obras de arte, el venezolano común ya no compra arte . La vida se ha hecho tan difícil...» Mantienen abierta la galería porque «es una manera de resistencia, de resistencia de ideas . Mucha gente viene a la galería porque ver arte es un respiro para ellos, al igual que ocurre con el cine». Con Guaidó, dice, «cambiaría la situación totalmente. Si vuelve la esperanza a un país, cambia la manera de ver las cosas. Si no tienes esperanzas, no compras nada». « Guaidó nos tiene a todos con una sonrisa en la cara ; se ve la luz al final del túnel», añade Carmen Araujo , fundadora de la galería, a la que da nombre.

Una imagen del estand de Carmen Araujo Arte de Caracas en ARCO BELÉN DÍAZ

«Pusieron la mano en los museos»

Sobre cómo es el día a día de una galería venezolana , reconoce que «es complejo, pero tan complicado como el de cualquier empresa que trata de sostenerse en Venezuela: los servicios no funcionan, nos cambian todos los días las reglas del juego... Todos los años decimos: este es el peor momento. Y viene otro peor. Pero, ¿cómo no me la voy a seguir jugando cuando el país está en la peor situación del mundo, pero los artistas siguen trabajando? Las galerías están aportando un espacio de protección del pensamiento en Venezuela». Niega que haya habido censura. No hay comisarios políticos, comenta, visitando las galerías y diciendo lo que deben o no exponer: « Pusieron la mano en los museos , pero no en las galerías y eso que nosotros abordamos constantemente temas de denuncia; las marchas, las muertes...»

Luis Romero, codirector de la galería Abra Caracas en la capital venezolana, que tiene tres años de vida, ha traído a ARCO obras de dos creadores muy especiales: el artista yanomami Sheroanawë Hakihiiwë y Valerie Brathwaite, de Trinidad. Del primero, que vive y trabaja en el Amazonas, se muestran 63 dibujos sobre papel de fibra de caña que él mismo fabrica. Cuenta Romero que «las ventas de arte en Venezuela se han reducido mucho, la gente de dinero ha migrado y compra fuera ». Sobrevive la galería gracias a lo que vende en ferias internacionales. Sus artistas, dice, hablan abiertamente de Maduro, de la crisis de alimentos, de la inseguridad, de secuestros... Niega que haya censura. Los que sí han sufrido son los museos: «Tienen un presupuesto muy reducido, no cuentan con directivos formados. Los trabajadores se tienen que llevar hasta su propio papel higiénico ».

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