Los 'Divinamente dotados', Berlín reúne por primer vez a los 114 artistas favoritos de Hitler
El Museo de la Historia Alemana reúne por primera vez a los 114 pintores y escultores preferidos por el Führer
A pesar de estar señalados, su obra siguió valorándose al terminar la guerra
Rosalía Sánchez
En un discurso radiofónico emitido el 26 de julio de 1944, con el desenlace de la guerra ya relativamente inclinado a favor de los aliados, el ministro de propaganda nazi Joseph Goebbels anunció que «se liberarán por todo el país tantas manos para ... el frente y para las fábricas de municiones que no nos costará demasiado controlar de forma soberana problemas que tienen que surgir, inevitablemente, de vez en cuando en la guerra». En octubre había reclutado de forma forzosa a 451.800 trabajadores de muy diversos sectores, pero Hitler se aseguró personalmente de que entre ellos no hubiese ningún artista valioso, según su criterio. En una reunión con Goebbels, elaboró una lista de 114 pintores y escultores que quedarían exentos y que pasaron a la historia con el adjetivo que el líder nazi les dedicó: los « Gottbegnadeten », los divinamente dotados o bendecidos por Dios. Una exposición del Museo de la Historia Alemana vuelve ahora por primera vez a reunir las obras de estos afortunados, que siguieron siendo valoradas después de la guerra.
Los «Gottbegnadeten» fueron considerados por Hitler como los representantes del arte 'puro' . Se basaron en el clasicismo del siglo XIX y la mayoría de ellos siguió trabajando e impartiendo enseñanza en los años 50 y 60, aunque a finales de esa década Alemania se autoimpuso ya un tabú que ha evitados que sus obras volviesen a los museos. Algunas recopilaciones bibliográficas en los años 90, como la de Peter Adam en ' El Arte del Tercer Reich ', comenzaron a perfilar un conjunto que permanecía oculto a los ojos del público. En 2017 todavía causó cierto escándalo la muestra reunida por la Galería de Arte de Rostock, ' Arte obediente ', que cuestionaba su valor artístico y se cuidaba mucho de mostrar cada obra contrapuesta con alguna otra del denominado por los nazis 'arte degenerado' sobre el mismo tema. La apuesta del Museo de la Historia Alemana aborda ahora esas obras desde la trayectoria de los artistas en los años posteriores a la toma del Reichstag.
Tras décadas de oscuridad, el público apenas conoce sus nombres. Seguramente el que más suena es el de Arno Breker , sin duda el escultor preferido de Hitler, que realizó varias estatuas para el estadio olímpico de Berlín y dos obras monumentales para la Cancillería. Cuando presentó los bocetos de 'El portador de la antorcha' y 'El portador de la espada', el Führer quedó prendado para siempre. Su obra pública fue casi totalmente destruida o robada. El resto quedó en manos de coleccionistas muy celosos de su identidad. Después de la guerra, en 1955, decoró en Colonia el edificio de una compañía de seguros y realizó la escultura ecuestre de Mohammed V, Rey de Marruecos. Pero hay otros como Hermann Kaspar, Willy Meller, Werner Peine o Richard Disk que, aunque siguieron siendo valorados y recibiendo encargos, no volvieron a pisar un museo. El comisario de la exposición, Wolfgang Brauneis , se ha interesado especialmente en esas carreras de postguerra. «Hace ocho años trabajé sobre el hermano de mi abuelo, Lothar Sperl, un pintor exitoso bajo el nacionalsocialismo, que también estuvo representado varias veces en la 'Gran Exposición de Arte Alemán', en la Casa de Arte Alemán de Múnich. Cuando me encontré con un mural suyo de finales de la década los 50, en el Ayuntamiento de Traunreut, noté cómo seguía desarrollando su obra más famosa, de 1942. Las tres figuras que aparecían en la pintura original se integraron en una especie de imagen de reconstrucción. Eso me pareció increíblemente emocionante y pensé: ¿Cómo lo percibieron las personas que conocían su obra de la Gran Exposición de Arte Alemán? ¿Había más casos de este tipo? Entonces comencé a buscar artistas que, después de la guerra, se adaptaran un poco en términos de estética formal, pero que por lo demás continuaran siguiendo sus viejas líneas de tradición. He encontrado lo que buscaba», explica.
«Casi todos los artistas que vemos aquí, y que ocuparon cátedras bajo el nacionalsocialismo, también fueron profesores después de 1945, principalmente en la academia de Düsseldorf y en Múnich», dice Brauneis. Apunta que Hermann Kaspar creó un tapiz de grandes dimensiones para el Meistersingerhalle de Nuremberg en 1970, titulado 'La mujer música'. «Kaspar diseñó las habitaciones de la Cancillería del Reich y todavía se pueden ver sus esvásticas en el artesonado detrás del café en la Haus der Kunst de Múnich. En ese gran pedido posterior, dibuja una mujer rubia de pelo largo, instrumentos antiguos, flores... Kaspar no se reorientó ni en la estética ni en los temas, como la mayoría de los que figuran en la lista», señala. A Richard Scheibe, también en la lista de Hitler, se le permitió incluso crear el monumento en 1953 para el patio en el que Claus Schenk Graf von Stauffenberg y otros miembros de la resistencia fueron fusilados después del 20 de julio de 1944. La figura del joven desnudo y atado todavía puede contemplarse hoy en el Bendlerblock, sede del Ministerio de Defensa de Berlín. Las carreras profesionales de estos autores fueron discretamente terminando en la década de los 80, ocasionalmente calificadas sus obras como «no arte», sin que nadie, hasta hoy, pusiese el objetivo sobre sus trayectorias.
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