Así destruyeron los talibanes el patrimonio histórico en Afganistán
El Museo Nacional lanza un grito de auxilio ante el saqueo de bienes que se está produciendo en Kabul
El jefe supremo de los talibanes, el molah Mohamed Omar, ordenó mediante un decreto en 2001 la destrucción de todas las estatuas, incluidas aquellas de las épocas preislámicas
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ABC
El Museo Nacional de Afganistán ha publicado un comunicado de prensa en el que expresa su «gran preocupación» por la seguridad de los bienes patrimoniales que alberga y por sus empleados ante el caos «sin precedentes» en el que está inmersa Kabul tras la ... entrada de los talibanes. «Aprovechando la oportunidad, saqueadores y contrabandistas en diferentes partes de la ciudad han saqueado propiedades privadas y públicas », denuncia la institución.
Aunque por el momento la colección «está a salvo», el museo «insta a las fuerzas de seguridad, la Comunidad Internacional, los talibanes y otras partes influyentes» a tomar medidas para poner a salvo tanto las piezas de esta institución como a sus empleados en esta situación caótica.
En febrero de 2001, el director de antropología del Museo , Yahia Mohebzaddeh, abrió las puertas del centro a una brigada de talibanes que entraron con hachas y martillos para romper todas las piezas en las que se representaba la figura humana o cualquier ser vivo.
«En cuanto entraron empezaron a romperlo todo a su paso , no lo pensaban mucho ni miraban lo que estaban rompiendo. Sencillamente lo destrozaban. Y los golpes que daban era como si me los estuviesen dando a mí», relató a ABC Mohebzaddeh en 2001 .
Lo que quedaba entonces en el museo eran piezas grandes, majestuosas, difíciles de mover. Como dos enormes figuras del periodo Kushian, del siglo I que guardaban la entrada del museo, de las que solo dejaron los pies. El resto, unas 2.700 piezas, lo habían llevado a un almacén del ministerio de Cultura, que los talibanes localizaron y destrozaron , también.
La Galería Nacional de pintura la convirtieron en una mansión completamente vacía. Casi todos los cuadros fueron destruidos .
«El fervor destructivo de los talibanes duró tres días, como muestra de lo mucho que tuvieron que romper», escribía en ABC Enrique Serbeto en su crónica. «Decenas de budas, guerreros griegos, monedas, toda figura humana fue destruida sin la menor consideración », añadía.
Los Budas gigantes de Bamiyán
A 230 km al noroeste de Kabul, a una altura de 2500 metros sobre el nivel del mar, se erigían dos monumentales estatuas de Buda construidas cerca del siglo V . Después de sobrevivir intactas durante casi 1.500 años, los talibanes las devastaron con dinamita, disparos de tanques y cohetes. Tardaron 25 días.
«Los nichos vacíos de los gigantescos Budas del Valle de Bamiyán , en Afganistán, son un recordatorio perpetuo de nuestro deber de proteger el patrimonio cultural, y de lo que las generaciones futuras pueden perder si no lo hacemos», recordaba hace unos meses Ernesto Ottone, subdirector General de Cultura de la UNESCO, en un comunicado emitido con motivo de los veinte años de la destrucción.
En ese mismo texto, añadía: «Aunque la destrucción del patrimonio y el saqueo de artefactos han tenido lugar desde la antigüedad, la destrucción de los dos Budas de Bamiyán representó un importante punto de inflexión para la comunidad internacional . Un deliberado acto de destrucción, motivado por una ideología extremista que pretendía destruir la cultura, la identidad y la historia, la pérdida de los Budas puso de manifiesto cómo la destrucción del patrimonio podía utilizarse como arma en contra de las poblaciones locales».
Fue el jefe supremo de los talibanes, el molah Mohamed Omar, quien ordenó mediante un decreto en 2001 la destrucción de todas las estatuas en Afganistán, incluyendo aquellas de las épocas preislámicas. ¿El motivo? Que según las interpretaciones fundamentalistas del Corán toda representación artística humana, con o sin propósito religioso expreso, tiene en su universo mental una deriva -al menos potencial- idolátrica, y debe ser pasto de las llamas.
En su día, el antiguo director general de Arqueología y conservador de monumentos históricos de Afganistán, Zémar Tarzi, afirmó que se trataba de una «catástrofe cultural mundial».
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