El Cómic Barcelona hace memoria y celebra a Miguel Gallardo con más de setenta originales

Ahí estaban cómics y tebeos, historietas y viñetas, perpetrando el primer asalto de una contienda que dura ya cuarenta años. Cuatro décadas de invitados ilustres, genuflexiones ante Will Eisner, Hugo Pratt y, por fin , Frank Miller, y trasvases entre en el fanzine, el álbum, el comic-book y la novela gráfica. Cuatro décadas de, en fin, historia viva del tebeo y la ilustración que el Cómic Barcelona celebra a partir de este viernes y durante todo el fin de semana con la didáctica exposición retrospectiva «40 años de salón, 40 años de cómic».

En ella, el certamen barcelonés no sólo repasa su propia historia y recuerda hitos como la visita de Stan Lee en 1998, la creación de los premios en 1988 o la exposición que se dedicó a 'Dragon Ball' en 1992, sino que también traza la historia del cómic en paralelo al desarrollo del propio salón. «Es una línea del tiempo que revisa todo lo que ha pasado desde 1964», apunta el comisario de la exposición, Antoni Guiral. El año, añade, es importante, ya que es justo entonces, a mediados de los sesenta, cuando se empezarán a alinear las estrellas que propiciarán el nacimiento del salón en 1981.

Las primeras revistas y fanzines: la publicación de libros como 'Apocalípticos e integrados' de Umberto Eco: el nacimiento de 'El jueves', la fundación de 'Ediciones Vértice'... Pequeños hitos que se enredan con la historia de un salón que, excepto en 1986 y 1987, años de barbecho y protesta por la integración del cómic en la Feria de Muestras de 1985, no ha faltado a su cita anual (pandemia aparte, claro) ni ha dejado de avanzar a golpe de grandes revoluciones o ligeros movimientos tectónicos en el reino del papel y la tinta. A esto último, de hecho, está consagrado el tercer eje de la exposición, el que repasa lo que ha ocurrido en el mundo del cómic en las última cuatro décadas y da cuenta de fenómenos como el empuje del manga, el reinado del álbum francobelga o la revolución de los comic-books de los años 80. «Con la crisis de las revistas, los comic-books se convierten en el refugio de los autores», constata Guiral.

El imparable auge de la novela gráfica en España a partir del 2000 o el papel del cómic infantil y juvenil después de la crisis de Bruguera completan el recorrido de una exposición que se funde discretamente con el jugoso y sentido homenaje que el salón ha orquestado alrededor de Miguel Gallardo. No en vano, el dibujante ilerdense fue uno de los padres fundadores del salón y el único que se encargó del cartel hasta en tres ocasiones. Los tres pueden verse, uno al lado del otro y rodeados de ilustraciones para el 'New Yorker', 'La Vanguardia' y las fiesta de la Mercè, en uno de los apartados de la exposición que Roser Messa ha montado en tiempo récord y con asombroso resultado.

«Ha habido barra libre», reconoce la comisaría de una muestra que se mete en la cabeza del creador de Makoki, fallecido el pasado mes de febrero, para desenterrar más de setenta originales del historietista catalán y airear desde sus cuadernos de esbozos hasta la correspondencia de algunos de sus fans. Un viaje alrededor del fértil universo del autor de 'Roberto España y Manolín' estructurado en ámbitos temáticos y en el que no faltan paradas en sus años de formación en 'Star' y 'Disco/Express' -atentos a esa página sin firmar que ni siquiera la comisaría tiene muy claro dónde se publicó-ni un generoso muestrario de las novelas gráficas 'Un largo silencio', 'María y yo' o ' Algo extraño me pasó camino de casa'.

Tampoco, claro, un amplio vistazo a la explosión creativa de los ochenta, con Makoki y la Basca causando estragos en revistas y quioscos y Gallardo multiplicándose con 'El Niñato', 'Perro Nick', 'Buitre Buitaker', ni una sección de inéditos en la que destaca 'Krasny Bor', cómic para La Cúpula que no llegó a publicarse y en la que los personajes de Makoki se enrolan en la División Azul.

Ilustraciones, cubiertas de discos para Rebeldes y The Pinker Tones, fotografías y una vitrina consagrada a Naranjito, obsesión que le le llevó a comisariar la exposición '20 años sin naranjito', completan el retrato de un Gallardo que, algo tendrían las mascotas, también se encargó de un álbum de cromos de Curro para Expo de 1992.