Berlín recupera su palacio imperial
Las obras han costado unos 677 millones de euros y acoge un museo con casi 20.000 piezas etnográficas originarias de África, Asia y Oceanía, procedentes en su mayor parte de las antiguas colonias
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Iniciar sesiónCuando Guillermo II ascendió al trono en 1888, una de sus primeras medidas fue trasladar la residencia del rey de Prusia y emperador alemán al Palacio de Berlín . Instaló su apartamento en la antigua vivienda de Federico el Grande , ... una clara manifestación histórica y política. Durante el transcurso de su reinado, el emperador hizo que este apartamento y otras habitaciones y salones del palacio fueran renovados y amueblados con esplendor. Sobre todo con las artesanías de lujo autóctonas, Guillermo II quería mostrar al mundo que el Imperio alemán estaba en pie de igualdad con el poder hegemónico artístico de Francia. Entendió la recuperación cultural del imperio, reflejada en aquel palacio, como una batalla en la que los artistas alemanes y sus mecenas demostrar su valía.
Con este fin, estuvo particularmente comprometido con las exposiciones mundiales en París en 1900 y en St. Louis en 1904, con pedidos de objetos destacados que luego se exhibieron en el Palacio de Berlín. Todo ello se perdió en el olvido, sin embargo, poco después de 1918, un espíritu alemán de reposicionamiento en el mundo que ha vuelto a resurgir en el siglo XXI y que ha vuelto a levantar el Schloss de Berlín , el Palacio Imperial del que quedó en ruinas tras la II Guerra Mundial y cuyos últimos restos fueron dinamitados por la RDA , en cuyo territorio había quedado la reliquia. Hoy el Schloss reabre , con nuevo semblante y de forma virtual, fiel a la realidad de su tiempo, para recordar al mundo que Alemania está ahí y que desea equipararse con el resto de potencias y ocupar su lugar entre las naciones. Uno de los principales artífices de esta resurrección arquitectónica es Wilhelm von Boddien .
Cuando era estudiante de secundaria, Von Boddien visitó el Berlín dividido y comenzó a soñar con la reconstrucción. Estudió Historia de Prusia y, tras la caída del Muro de Berlín , avivó uno de los más apasionados debates de la Alemania reunificada. Cuando propuso recolectar al menos 85 millones de euros en donaciones para el proyecto, la prensa local lo tomó por loco. Pocos creían todavía en su «palacio fantasma» . Pero cuando el Bundestag votó la demolición del Palacio de la República, levantado por el gobierno comunista sobre el solar e inservible por la contaminación que producía al estar construido con asbesto, la idea de recuperar el palacio original se fue haciendo hueco en la opinión pública alemana. Cinco años después de colocar la primera piedra, von Boddien hace cuentas. Logró recaudar los 85 millones de euros sólo para la cúpula. Incluso la Filarmónica de Berlín ha ofrecido conciertos benéficos de apoyo al proyecto y, a sus 76 años, celebra «vivir para verlo».
Con sus imponentes fachadas coronadas por una cúpula barroca, el Schloss modifica el perfil de la Isla de los Museos . Las obras comenzaron en 2013 y pronto se toparon con la polémica. No solo era una novedad que Alemania recuperase un símbolo destacado de su etapa imperial, sino que además fue muy discutida la idea de instalar en él un museo con casi 20.000 piezas etnográficas originarias de África, Asia y Oceanía , procedentes en su mayor parte de las antiguas colonias. Y albergadas hasta ahora en el Museo Etnográfico de Dahlem. Hasta la caída del imperio alemán al final de la Primera Guerra Mundial, el edificio fue la residencia principal de los Hohenzollern , los príncipes colonizadores , y la corrección política del siglo XXI planteaba algunos reparos a su instalación en el corazón de la capital alemana.
El embajador de Nigeria en Alemania, Yusuf Tuggar, echó leña al fuego la semana pasada, al exigir la devolución a su país de los Bronces de Benín , unas placas con bustos y esculturas de latón realizadas entre mediados del siglo XVI y XVIII en el antiguo Reino de Benín que fueron repartidas entre varios museos europeos tras el saqueo por parte de los británicos a finales del siglo XIX. El diplomático asegura haber enviado «una carta formal» a la canciller Merkel y a la ministra Monika Grütters . La Fundación del Patrimonio Cultural Prusiano , que gestiona los museos públicos de Berlín, asegura «no haber recibido una solicitud oficial de restitución», aunque sí reconoce estar en contacto «desde hace tiempo» con las autoridades nigerianas para encontrar soluciones para exhibir las obras en su país de origen.
Pero al margen de la polémica, la reconstrucción ha estado ampliamente respaldada por la ciudadanía, sobre todo en términos económicos. Las obras han costado unos 677 millones de euros , casi 100 millones más de lo previsto , de los que el Estado apenas ha pagado el 10%. El resto ha sido recaudado por la fundación creada a tal efecto y que vive la jornada de hoy como la culminación de 20 años de trabajo.
Tres cuartas partes del palacio reconstruido, diseñado por el arquitecto italiano Franco Stella , están dotadas de las mismas fachadas barrocas que el original, cuyos elementos más antiguos databan del siglo XV, pero cuyas partes principales databan de principios del XVIII. Detrás de las fachadas reconstruidas se extienden unos 40.000 m² de un edificio moderno , dedicado a la organización de conferencias y actividades culturales, es el denominado Foro Humboldt , que albergará las colecciones del Museo Etnológico y del Museo de Arte Asiático de Berlín. Se espera que la mudanza termine antes de finales de 2021 . Los arcos y pórticos de profundidad, loas columnas y los frisos, con sus guirnaldas y cabezas de león y águila, todo ha sido recreado de acuerdo a fotografías antiguas y con ayuda tanto de experimentados artesanos como de modernos robots. La fachada Este, sin embargo, es de diseño moderno, único signo exterior de un edificio que en su interior ha sido construido con los más estrictos estándares de sostenibilidad y estética contemporánea.
La ministra de Cultura, Monika Grütters, se ha referido al Foro Humboldt como «uno de los más ambiciosos proyectos culturales europeos», que debería funcionar de manera interdisciplinaria, «algo así como el campamento base para un viaje alrededor del mundo». Se ha referido al «espíritu de los hermanos Humboldt» como un modelo a seguir en la actitud de «conocer al extraño atacarlo o devaluarlo, un acercamiento entre los pueblos de acuerdo a un diálogo igualitario», en un discurso que pone de manifiesto, una vez más, la capacidad sin fondo de Berlín para reciclar su propia historia y repensarla desde nuevos y renovados posicionamientos, la capacidad de resurgir una y otra vez de sus propias cenizas.
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