Gauche Divine, adiós a todo aquello
Cine, arquitectura, fotografía, periodismo, publicidad, edición y moda. Así tejían la cultura los «gauchistas» en Barcelona
Años sesenta, cuando el Barça no ganaba nunca la Liga. Y en eso llegó la Gauche Divine… La marca la patentó un irónico Joan de Sagarra y comenzó a volar por una calle Tuset rebautizada como Tuset Street. De momento, todo era pura representación. Una delantera fotográfica comenzó a meter goles: Colita, Maspons, Miserachs, Pomés... El 13 de febrero de 1967, Oriol Regàs inauguraba la discoteca Bocaccio. La primera canción que sonó fue de los Beach Boys , «Good Vibrations» .
Si ellos tenían California, nosotros Cadaqués, muy cerca de Europa. Las chicas sin sujetador contrastaban con las corbatas de terno burgués. Fusión y fisión icónica. La B de Bocaccio y la B de Barcelona revoloteando cual mariposa en un logotipo discotequero. Cine , arquitectura, fotografía, periodismo, publicidad, edición y moda. Así tejían la cultura los «gauchistas» de familia bien con algunos injertos de la Barcelona popular como Serrat, Marsé o los hermanos Moix.
Aquella Barcelona de voluntad moderna sedujo a España e Hispanoamérica. En Barcelona se desactivó la espoleta del «boom»: esa foto de Gabo con sus «Cien años de soledad» por sombrero. Los «novísimos» de Castellet, el Biblioteca Breve de Barral y la irrupción de Jorge Herralde, Beatriz de Moura o Esther Tusquets; los edificios retadores de Tusquets, Bofill y Bohigas; esa «nouvelle vague» que fue la Escuela de Barcelona de Jacinto Esteva, José María Nunes, Pere Portabella, Gonzalo Suárez o Carlos Durán. El mecenazgo del tío Alberto. La Teresa de Bocaccio se apellidaba Gimpera y a los «pijoapartes» se les conocía como los «otros catalanes».
Si en París bullía el 68 y Franco no era de Gaulle, en Barcelona la revolución era icónica y Colita su activista: «Nos disfrazábamos, nos maquillábamos, cambiábamos de pareja, reíamos como locos todo el día y arremetíamos contra todo aquello que se nos pusiera por delante». Con toda su frivolidad, la Barcelona de la Gauche Divine se situó a la vanguardia cultural de España. Luego llegó el pujolismo para quedarse; la izquierda «divina» se atrincheró en el ayuntamiento de Barcelona, o se retiró al Ampurdán. Viendo las fotos de Colita y compañía decimos adiós a todo aquello. Del cosmopolita Bocaccio al nacionalismo monocorde. Mal negocio.
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