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ARCO'14: cómo seducir a un coleccionista

Los Príncipes de Asturias, acompañados por el ministro de Cultura, inauguraron la 33 edición de la feria

ARCO'14: cómo seducir a un coleccionista BELÉN DÍAZ

NATIVIDAD PULIDO

Son los más deseados de ARCO , los más mimados de la feria. No, no somos los periodistas. Hablamos, claro, de los coleccionistas, una «tribu» de élite que viaja miles de kilómetros en busca de la obra de arte anhelada. Tienen un no-sé-qué que les hace especiales. Resulta curioso comprobar el ritual: cómo se acercan al «stand» , cómo hablan con los galeristas, cómo miran las piezas... Hablar de precios en público es una ordinariez. De regatear, ni hablamos. Pero también entre los coleccionistas hay castas: están los de toda la vida -curiosamente, los más «normales»- y los recién llegados, que «se disfrazan» de coleccionistas. Para que se les note. Y se les nota.

En la primera categoría se halla Aníbal Jozami, rector de la Universidad Nacional Tres de Febrero de Buenos Aires y uno de los grandes coleccionistas de Iberoamérica. Sociólogo, empresario, académico, ha atesorado, junto con su esposa, la brasileña Marlise Ilhesca, una colección de un millar de piezas. En realidad, son dos: una centrada en obras argentinas, uruguayas y brasileñas desde finales del XIX hasta la actualidad, y otra dedicada a la fotografía y el vídeo internacionales. Una parte de la colección Jozami se exhibe en el Lázaro Galdiano en un enriquecedor diálogo con las obras del museo.

«Colecciono al viejo estilo»

La historia sobre cómo Aníbal Jozami se hizo coleccionista, hace 40 años, es de película : «Trabajaba en una empresa y, por motivos políticos, me quedé sin trabajo. Como tenía tiempo libre, paseaba mucho por Buenos Aires. Me quedaba siempre mirando una galería, pero no entraba. Un día la galerista me preguntó por qué no lo hacía. Le contesté: “Porque no tengo trabajo ni plata”. Me dijo que me llevara una obra y la pagara cuando tuviera trabajo». Se llevó dos. Y así comenzó su historia de amor con el arte, que aún dura. «Los coleccionistas, como dice Lola Jiménez Blanco, somos buscadores de belleza. No es un mal vicio acumular belleza. Colecciono obras para vivirlas, están en mi casa, las cambio constantemente. También las presto para exposiciones, y hay visitas de universitarios. Colecciono al viejo estilo: nunca vendo. No tengo asesores. A veces compro contracorriente, pero nunca por inversión. Es una mezcla de ojo (estética) y corazón (sentimiento)».

Asiduo de ARCO , lleva viniendo, y comprando, desde hace más de quince años. Anima a los españoles a pelear por su futuro : «Es, junto con FIAC de París, una feria muy importante para los coleccionistas iberoamericanos. No hay que someterse al pensamiento único del arte norteamericano, es fundamental que haya distintos polos de creación». Este año ha comprado ya en ARCO obras de Helena Almeida, Pilar Albarracín...

Coleccionar en tiempos de crisis

Pero ni siquiera la élite del mundo del arte se salva de la crisis. Ayer mismo tenía lugar en ARCO una mesa redonda sobre este asunto: «Coleccionismo en tiempo de crisis». La Fundación ARCO distingue anualmente a los coleccionistas más destacados con sus premios. Este año han recaído en la colección DKV (coleccionismo corporativo), la Zabludowicz Collection (coleccionismo internacional) -fundada en 1994 por Poju y Anita Zabludowicz, es la más importante de Finlandia-, y la colección Carlos Vallejo (coleccionismo privado). La Fundación ARCO, que también es coleccionista, ha adquirido en la feria «Concierto barroco número 4», de Néstor Sanmiguel Diest, y dos fotografías, «L’Etang» y «Le devil jeune moi qui a été», de Elina Brotherus. A partir de 2015, cambiará de sede su colección: del CGAC pasará al Centro de Arte Dos de Mayo de Móstoles .

Por ARCO han pasado otros grandes coleccionistas. Carmen Thyssen (es fácil distinguir a esta Hamelin de la nobleza, pues lleva siempre una corte de fans) se ha interesado por artistas como Alex Katz, Erik Benson, Julian Opie... Si compró o no, no lo sabemos. También se ha paseado por ARCO Rosario Nadal, este año como flamante directora adjunta del Museo Jumex de Ciudad de México. Ayer había muchas caras conocidas por la feria (Jaime de Marichalar, Eugenia Martínez de Irujo), que no quisieron perderse la inauguración, presidida por los Príncipes de Asturias. Y esta vez José Ignacio Wert sí acudió.

¿Las ventas? Bien, gracias

ARCO parece irle bien a las galerías. Muchos puntos rojos en Casado Santapau: han gustado las obras de Alain Urrutia, Marti Cormand, Alexandre Arrechea, Ximena Garrido-Lecca... En Espacio Mínimo han vendido a un coleccionista suizo una obra de Paz Errázuriz y hay ofertas para la pieza de Liliana Porter, una de las más interesantes de ARCO’14. En el «stand» vemos las sombras de los dos galeristas y de la propia artista, pero ella te pinta la tuya... y en casa. El precio: 75.000 dólares, si es el primer ejemplar de la edición; 100.000 el segundo y 125.000 el tercero. Más difícil venta tienen las piezas de José Dávila en Travesía 4 (bloques de mármol sujetados a la pared por cintas flexibles).

Pero nunca se sabe: los caminos del coleccionismo son insondables. En la galería Barbara Gross, de Múnich, cuelgan unos curiosos trabajos de Karin Sander. Pertenecen a la serie «Mailed Painting». La obra de arte es el embalaje del envío postal. Y más curioso aún, que ya hayan comprado algunas. Costará más vender el Richter que cuelga en la galería Michael Schultz de Berlín: «Abstraktes Bild». Su precio: 8,5 millones de euros. Es la obra más cara de la feria. Para consolarse, siempre le quedará ver un striptease.

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