Cuando el arte construye su propia historia
El Museo Reina Sofía revisa en una exposición con 275 obras las distintas formas empleadas por los artistas, del siglo XIX a la actualidad, para conformar sus identidades y sus biografías
NATIVIDAD PULIDO
«Todo lo que se hace es autobiográfico. Sin embargo, uno de los objetivos de pintar era, para mí, escapar a mi biografía». Quien habla es la artista Dorothea Tanning, quien cierra esta exposición con una obra clave cedida por el Pompidou, «Habitación 202. Hotel ... du Pavot» (1970), en la que dos cuerpos salen, literalmente, por las paredes de la habitación y los muebles se metamorfosean en seres indefinidos.
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La Historia del Arte difícilmente podría entenderse hoy sin recurrir a las biografías de los artistas, especialmente desde que Vasari nos contara las vidas y milagros de maestros como Leonardo, Miguel Ángel o Rafael en esta especie de «¡Hola!» del Renacimiento. Pero, ¿cómo entender el trabajo de Picasso, Dalí, Warhol, Frida Kahlo o Francis Bacon sin conocer sus biografías? Sus personalidades, sus obsesiones, sus manías, sus secretos, sus amantes... Todo está en sus obras. De hecho, cuanto más y mejor conoces a un artista, más fácilmente comprendes su trabajo.
Mitología individual y construcción
Pero el Reina Sofía ha querido huir de este «biografismo» fácil y manido y abordar el asunto desde un punto de vista más complejo. Como explica el director del museo, Manuel Borja-Villel , se ha dado «una visión demasiado anecdótica y literaria». «Formas biográficas. Construcción y mitología individual» revisa, hasta el 31 de marzo de 2014, el arte desde mediados del siglo XIX hasta la actualidad siguiendo un hilo conductor: las distintas formas empleadas por los artistas para construir su identidad y su propia biografía.
Y la muestra, comisariada por Jean-François Chevrier, parte de dos conceptos. Por un lado, «la mitología individual», que quiere trascender los meros datos biográficos para llegar a crear un personaje. Los autores o artistas crean sus biografías a medida, intentando ser otros. «Yo es otro», decía Rimbaud. Es el caso del poeta Gérard de Nerval. Bajo este pseudónimo literario se esconde, en realidad, Gérard Labrunie. Inventó el apellido Nerval recurriendo a su geografía familiar. El segundo concepto en el que se cimenta la exposición es el de «construcción»: la voluntad de buscar unos elementos esenciales en la obra de arte para construir con ellos la biografía de un artista.
El drama de la vida, según Munch
A través de 275 obras (pintura, escultura, dibujo, fotografía, instalaciones, películas , documentos...), repartidas en trece salas, van desfilando nombres muy conocidos de la Historia del Arte, y otros no tanto, que quisieron todos ellos contarnos sus propios relatos biográficos a su manera. Junto a Nerval, otro escritor clave en esta exposoción es Kafka, quien escribe: «La escritura se me niega. De ahí mi plan de investigaciones autobiográficas. No biografía, sino búsqueda y descubrimiento de elementos lo más reducidos posible. Ahí es donde me edificaré luego».
Por las salas del Reina Sofía aparece Klee y su reflexión sobre la habitación como lugar donde nacemos y morimos; un cara a cara entre Kippenberger y Picasso (hijo y padre); los espacios de crisis de Philip Guston y Louise Bourgeois («No sé lo que es mi vida, decía Guston, tengo que construirla de nuevo»); el drama de la vida de Munch... El pintor noruego, que ha pasado a la Historia como el artista que mejor inmortalizó el horror de la guerra a través de un grito, creó la escenografía para una obra de Ibsen, «Espectros». El terror, el miedo, la angustia psicológica que encierran sus obras produce, sin embargo, según el comisario, un efecto contrario en el espectador debido a la alucinación: calma, éxtasis...
Shibli y las amenazas de muerte
El cuerpo se convierte en otra manera de abordar las formas biográficas. Así ocurre en artistas como Francesca Woodman, Jeff Wall o Lygia Clark. También el teatro, en sus vertientes política y terapéutica. En este apartado los nombres elegidos son los polacos Tadeusz Kantor y Alina Szapocznikow y el serbio Tomislav Gotovac. Todos ellos tuvieron experiencias traumáticas con los nazis. Szapocznikow estuvo incluso recluida en un campo de concentración, donde murió su madre. Impresionante, la escultura a tamaño natural «Piotr», en la que representa a su hermano. Muy duro también el trabajo de artistas que abordan en sus trabajos la memoria biográfica. Es el caso de los «mártires palestinos» retratados por Ahlam Shibli en su serie «Death». Esta fotógrafa palestina y la directora del Jeu de Paume parisino, la española Marta Gili, fueron amenazadas de muerte por la exposición de estas imágenes. La Comunidad Judía francesa montó en cólera. Esperemos que aquí no se repitan esos deplorables hechos.
Aunque la muestra huye del «biografismo» y los autorretratos, sí están presentes los autorretratos asistidos de Maruja Mallo, en los que la surrealista española lleva a cabo una puesta en escena para crear su mitología personal. Ahí está su espectacular y surrealista imagen vestida con un manto de algas en las playas de Chile. Al mirar una obra de arte el espectador proyecta en ella su propia biografía. Y es que, como dice el comisario de la muestra, visitar una exposición debería ser una experiencia biográfica.
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