exposición en londres
El British Museum «desclasifica» la delicadeza del arte erótico japonés
La pinacoteca londinense expone por primera vez su colección de «shunga», pinturas e ilustraciones de escenas eróticas y sexuales de artistas japoneses desde el siglo XVII hasta el XIX
borja bergareche
George Witt, un médico inglés que fue alcalde de la localidad de Bedford en el siglo XIX, tenía una convicción. Todas las religiones antiguas empezaron con la adoración del falo. Y decidió recopilar una colección de arte para demostrarlo. De aquel afán surgió la mejor ... colección de «shunga» o arte erótico japonés de Gran Bretaña, que donó en 1865 al British Museum, poco antes de morir. Hasta los años 60, la pinacoteca londinense guardó bajo llave estas y otras obras potencialmente escandalosas en el llamado Secretum, un armario al que solo tenía acceso unos pocos «curators».
Los menores de 16 años solo podrán entrar acompañados de un adultoAhora, el museo expondrá la colección de Witt al público por primera vez en la exposición «Shunga: sexo y placer en el arte japonés». Con leves restricciones, nunca implantadas hasta la fecha: los menores de 16 años solo podrán entrar acompañados de un adulto. La muestra contiene 170 obras , la mitad aportadas por el British Museum y el resto provenientes de colecciones de Estados Unidos, Japón y otros países de Europa.
«El "shunga" es en cierta manera un fenómeno único en la cultura global pre-moderna, en términos de cantidad, de calidad y por la naturaleza del arte que produjo», explican los organizadores. Desde principios del siglo XVII y hasta la llegada de la era moderna en el XIX, algunos de los grandes artistas del Japón aprovecharon la relajación que, en el espacio privado, permitía el estricto código moral del confucionismo para ilustrar libros y catálogos con escenas sexuales y eróticas de una sorprendente candidez e inclusividad.
«Estaba tolerado»
L as obras, con un fuerte tirón popular, circulaban a través de los prestamistas ambulantes de libros , sorteando así la prohibición formal del «shunga». «Estaba tolerado, lo que preocupaba a las autoridades no era el contenido gráfico sino la representación de personajes pudientes, que podían sentirse ofendidos», explicaba Timothy Clark, comisario de la exposición.
La narrativa mediavel japonesa ya mezclaba escenas de sexo con el humor. Pero el elemento explícito y deshinibido del «shunga» contrasta con la rigurosa separación entre arte y «pornografía» que imponía la moral religiosa en la Europa de la época. Pintores reconocidos como Hishikawa Moronobu (fallecido en 1694), Kitagawa Utamaro (fallecido en1806) y Katsushika Hokusai (1760-1849) representaban escenas de amor y sexo heterosexual, a menudo conyugal, aunque no faltan las relaciones homosexuales tanto entre hombres como entre mujeres .
Frente a la explotación comercial y carnal inherente a la industria del sexo y a los «barrios rojos», «los valores promovidos por el "shunga" son generalmente positivos hacia el placer de todos los participantes», explican desde el British Museum. En muchas de las obras, en efecto, la mujer es una participante activa en el disfrute físico y amoroso, en los besos, los abrazos y los encuentros sexuales descritos.
Para finales del siglo XIX, la llegada de viajeros y comerciantes europeos y estadounidenses a las islas japonesas comenzó a despertar el interés de los coleccionistas por el arte japonés, elevado a pasión y fascinación por artistas con fases «orientalistas» como Picasso. Pero este descubrimiento del «shunga» por unos occidentales liberados ya de los rígidos códigos morales pre-ilustrados coincide, sin embargo, con la consideración del erotismo como tabú en Japón, y la consiguiente desaparición de la tradición del «shunga».
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