Descifrando a «Miss La La y el Circo Fernando»

Como resultado de la industrialización, a finales del siglo XIX muchos residentes de las grandes urbes europeas como París o Londres comenzaban a tener tiempo libre. Sus vidas ya no estaban dedicadas única y exclusivamente a trabajar. La sociedad había comenzado a dividirse en clases y la burguesía necesitaba entretenimientos con los que llenar sus momentos de ocio. Fue entonces cuando proliferaron los cafés o espectáculos como el teatro o el ballet. Esa época también contempló el auge del circo. La fascinación que los urbanitas desarrollaron por el mundo circense pronto caló en el arte. Pintores como Henry-Gabriel Ibels o Henri de Toulouse-Lautrec utilizaron este espectáculo como inspiración para gran parte de sus obras. Para otros como Edgar Degas el romance con el circo fue breve, pero intenso.

Durante varias tardes en enero de 1879, Degas visitó el Circo Fernando y contempló las sorprendentes proezas físicas de Miss La La y la tropa Kaira. De ese enamoramiento fugaz nació el lienzo «Miss La La y el Circo Fernando», una obra en la que Degas plasmó el talento físico (y bucal) de Miss La La y la arquitectura del edificio del mencionado circo.

Ahora la Morgan Library de Nueva York dedica una exposición a esta pintura a cuya perfección Degas se entregó con afán. Prueba de ello es la extensa recopilación de materiales preparatorios que acompañan al lienzo original. «En la Morgan le dedicamos mucha atención al sufrimiento artístico y el proceso creativo, y esta exposición es un ejemplo perfecto de ello», reconoció el director de la Morgan Library, William M. Griswold.

Gracias a la exposición aprendemos que a Degas le resultó sencillo encontrar la pose en la que quería inmortalizar a Miss La La. Tras un par de bocetos decidió que la dibujaría de perfil, sostenida en el aire gracias a la fuerza de su boca y a un sistema de poleas que la elevaba a más de 20 metros de altura. Lo que le resultó más complejo al pintor fue reproducir con exactitud el interior del Circo Fernando. «La arquitectura le dio tantos problemas que contrató a un arquitecto para que le asesorase», explica la comisaria de la exposición, Linda Wolk-Simon. Además de buscar ayuda de un experto, para alcanzar el grado de excelencia que buscaba, Degas esbozó decenas de bosquejos y se documentó con libros que contenían imágenes precisas de los detalles arquitectónicos del edificio.

El resultado de este trabajo de campo es que al final el propio circo es tan protagonista de la obra como la acróbata. «El Circo Fernando es una parte igual de relevante de esta pintura que Miss La La», defendió Wolk-Simon, quien justifica esa paridad señalando que en la pintura, además de que Miss La La no tiene preponderancia espacial, ella y el Circo parecen querer fusionarse. El brazo derecho de La La se alinea con una viga, al tiempo que su tronco lo hace con una de las columnas laterales y la parte inferior de sus piernas se alarga al continuar la trayectoria de una de las vigas inferiores.

Para enriquecer la exposición, esta incorpora un estudio en profundidad de Miss La La. Gracias a su investigación aprenderemos que Miss La La era Olga, una joven mulata que había nacido en Prusia 21 años antes de que Degas la utilizase como musa. Olga era la atracción principal de la tropa Kaira, con la que viajó por Europa hasta que sus integrantes se separaron en 1880. Miss La La llegó a ser conocida como «La mujer cañón» porque su número más arriesgado consistía en quedar suspendida de un trapecio por las piernas y sujetar con la boca un cañón que se disparaba sin que La La siquiera parpadease.