Arcángel, nuevo hereje del flamenco: «El que está más expectante con mi disco soy yo»

'Hereje', que así se llama, se compone de un rosario de canciones escritas por los artistas antes mencionados para que Arcángel las musicalice e interprete. Canciones nuevas. En la onda del pop/rock y el indie, pero también con espacio para el flamenco y lo experimental: «La palabra hereje podría completarse con la de intruso. Soy ambas cosas y en ambos lados. ¡Hasta traidor! Tanto en el flamenco como ahora en el pop me deben considerar como tal, aunque no renuncio a nada y voy con respeto. La gran pregunta: ¿qué va a pasar en el directo?», ríe.

El único que además de escribir canta en el disco es Calamaro, un porteño de Madrid que adora el arte del capote y que vuelve a dejarlo por escrito. Por qué. «Pues porque es un tipo inteligente y genial. Muy culto. En principio, se limitó a escribir un texto al que yo puse música. Después, en el estudio, levantó así las manos…», las abre a la altura del pecho, una frente a la otra, «y me dijo: 'Te puede sorprender lo que te voy a proponer'. Que quería cantar. Se metió y lo hizo sobre la marcha, además de unos recitados».

Ha hecho entrar a Calamaro por bulería, le recuerdo. «Es una bulería buscada o forzada, no lo sé. El prisma desde el que él ve los toros, respetando todas las opiniones, resulta muy interesante. Un ejercicio artístico que ha acabado por convertirse en un ejercicio de libertad. Además de ello, Andrés ama el flamenco, la cultura y la nueva contracultura, que es todo lo que no tiene que ver con lo políticamente correcto».

Poco a poco los cantantes fueron descolgando el teléfono y compartiendo con él lírica e ideas. ¿Hubo alguna letra que le sorprendiera especialmente? «Sí, todas. Yo pensaba que iban a tirar cada uno hacia el sitio al que después no tiraron. Agradezco desde aquí la predisposición y el cariño. No me tenían admiración a mí ni a mi obra, sino al flamenco. Y el proceso ha sido genial. Cuando terminamos la canción que había hecho Leiva me preguntó si se la podía grabar para él. Sacó el móvil, me tocó la guitarra y se la canté. La quería para él, sin más».

Su nombre se suma así a una lista de cantaores que, por inquietud y en busca de nuevos públicos, se adentraron por otros derroteros en distintas épocas: Juanito Valderrama, que entre emigrantes y penas moras nunca dejó de gemir por seguirillas y tarantas, Chiquetete, José Mercé… Y el sector purista, Arcángel, ¿existe o solo está en boca de quienes lo mencionan? Y si existe, ¿supone un yugo para alguien, como usted, que lleva décadas en esto? «Existe la vanguardia y la tradición. Yo soy partidario de que la tradición se toque lo mínimo. La soleá de Alcalá ya está hecha, no quieras hacerle nada más que aportar tu sello. Déjala tranquila. El flamenco no tiene que evolucionar, son los artistas. Y lo de la pureza se asocia a la tradición, pero también hay pureza en la vanguardia. A mi edad, la crítica me afecta de otra forma. Sé que me puedo confundir, pero estoy dispuesto a ello, porque además me lo he pasado en grande en este proceso que me sugirió Universal y que no sé dónde me llevará. El que está más expectante con este disco soy yo».

¿Cuánto ha pensado en Enrique Morente mientras lo grababa?, pregunto tras escuchar algunas de las piezas. «En Morente pienso hasta dos días antes de pensar. En todo lo que hago, siempre, y sin esconderme. Mi generación asume el reto de ir detrás de algunos de los genios más destacados que ha tenido esta música: Camarón, Lebrijano… Y ahora, además, el mercado nos hace ir excesivamente rápido: singles, proyectos, discos, colaboraciones y experimentaciones, a menudo, sin que se tenga el conocimiento necesario para ello. En el flamenco, quien quiere cuajarse como artista desde la base, como hemos hecho siempre, pierde su espacio. Le adelantan por todos lados, porque hay una exigencia de nuevos rostros y una velocidad brutal, cuando este arte necesita reposo. Me molestan especialmente las comparaciones con discos como 'Omega' que de vez en cuando leo en los medios en referencia a trabajos de artistas nóveles. Eso es una falta de respeto que parte del desconocimiento más absoluto de la obra del maestro y su trascendencia».

En sus ratos libres escucha música clásica. Y es que el concierto de 'Bel canto', presentado en el teatro de la Zarzuela, es otro de sus proyectos activos. Lee poesía de gente con la que después puede tomarse un café para hablar acerca del poema. «Poesía callejera», dice. Además de los clásicos, que no siempre cuadran en las estructuras del cante. No se considera padre musical de nadie. Responsabilidades añadidas, a las puertas de mostrar al mundo esta locura, las justas. Se ha ido con su música a otra parte, el muy traidor, aunque sigue viviendo donde nació: Huelva. Deportista abanderado del fandango, corredor de tonás entre pinos y hacedor de voces que ahora mutan de contexto, mira desde el burladero la puerta del Circo Price. Ha de salir. No sabe qué será, al otro lado, lo que le espera.