Arcade Fire: la de Diego en el Azteca
La banda canadiense presenta «We», su sexto trabajo, en un WiZink hasta la bandera
Madrid
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Iniciar sesiónSon una banda difícil de definir. Liderada por un matrimonio de creativos, Win Butler (él) y Régine Chassagne (ella), Arcade Fire ha conquistado el mundo. Hacen sonido, un muro de él, y trabajan el todo por encima de la individualidad. Hoy están en Madrid ... para presentar su último trabajo, «We», y a mi alrededor veo gente de todas las edades. Mi amigo José, que lleva desde las seis en la cola, dice que debe haber problemas. Son casi las 21:30 y la ciudad espera.
Unos segundos más tarde se apagan las luces y Arcade Fire arranca arriesgando. Dos canciones largas, «Age of Anxiety I» (del nuevo disco) y «Ready to Start» muestran algunos de los colores de su paleta: un folk mínimo, una especie de dance, guitarras procesadas con mucho delay e incertidumbre, pues no sé bien qué es esto. Una observación sobre el género.
Esto del «indie» es algo mentiroso porque sirve como excusa para unir bajo el mismo paraguas a bandas muy dispares. Veo que una de las cosas que conforma el «indie» es incluir (muy a menudo) un bajo muy dominante, gordo y con púa, ocupando más espacio que en sus anteriores reencarnaciones: disco, rock, funk…
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La primera que cantan juntos mujer y marido, «Reflektor», es una orgía de sintetizadores, batería cuasi-dance y ese bajo que truena. Cambian de tercio para «Lightning I», que empieza como un mantra acústico hasta que de nuevo rompe y se transforma en acelerado rock n'roll con tenue sabor a las guitarras de Tarantino. Me parece una de las mejores, no sé si porque rompe con lo anterior o porque es una de sus gemas.
La banda, un octeto de instrumentistas versátiles, no para de rotar. Percusionistas que tocan guitarras, un bajista que pasa a las teclas, una violinista que lo toca todo… Nunca hay menos de cinco personas cantando y, aunque no sean los p***s Eagles (siempre Lebowski), eso brilla mucho.
Son buenos, pero no les hace falta serlo. El espectáculo está diseñado para ser apabullante desde la escenografía hasta las proyecciones y apenas requiere esfuerzo por parte de los músicos. Cada uno hace una línea sencilla que se monta sobre las otras siete y crea un tsunami sonoro. Quizá, y esto es una constante en la música, el batería sí tiene un repertorio exigente; el resto viven tranquilos.
Sí creo que le debe mucho esta banda a la música disco y me reafirmo según avanza el concierto. Los ritmos, que son sobre lo que se construye todo, son los mismos que en los 80… un poco más rápidos y con un hi-hat algo mas juguetón y asincopado. A partir de ahí, todo es una evolución natural: bajo más grande, teclados/sintetizadores ocupando el lugar que antaño tenían guitarra y órganos y unas melodías vocales basadas en la repetición, que no es algo peyorativo, pregunten a Lennon y Macca.
Breve visita a la zona de fumadores, donde siempre somos los mismos aunque hoy nos veo más tatuados, y vuelta a la cueva. Esperan los «Arcade» y unas guitarras con abundante delay, recurso habitual en sus temas a medio tempo. Encadenan otra comedida, «Suburbs», y por fin puedo escuchar a Win Butler cantar de forma clara. Es bueno, tiene un gran agudo, con mucha fuerza para ser un hombre cantando casi en «falsetto». Interpreta bien lo que canta aunque el estilo de la banda no ayuda a que se le entienda. El público madrileño, muy internacional y entregado, no perdona una sílaba.
Momento de focos para Chassagne en «Sprawl II», otra canción que debe de ser indie según Pitchfork y Bob Lefsetz aunque yo sólo escucho a los Bee Gees del XXI.
«Unconditional I» deja caer que se acerca el final y miro a mi alrededor: pocas veces he visto disfrutar así a este palacio.
«Everything now», uno de los grande hits, es el falso final antes de los bises. La gente bota a mi alrededor y me vibran las gónadas. Todo podría caerse de un momento a otro y pienso en el fútbol, la única cosa capaz de producir adrenalina como esta. ¿Sentirán Butler y Chassagne lo mismo que Diego en el Azteca?
Todo termina con «Wake up», su mayor éxito, y la pista se vacía muy rápido.
Aquí, sólo en esta grada, me pregunto si Diego tuvo un instante de silencio para contemplar su obra. Ojalá.
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