ladrón de fuego

Un horizonte humano

«Ignacio Elguero quiebra casi una década de silencio de versos con 'Humano'»

Ignacio Elguero, el poeta en vela

Ignacio Elguero ABC

Ignacio Elguero lleva en promoción un poemario último, 'Humano', que viene a quebrar casi una década de silencio de versos de nuestro autor, que tiene ya podio de títulos muy diversos. Llega 'Humano', editado por Hiperión, después de cinco poemarios de ... aciertos. Hablamos de un libro hondo, tallado, que aúpa una nítida y madurada escritura donde se atan pérdidas familiares, recuerdos estivales, daños dulces, o no tanto, de las tiranías del tiempo, y algún homenaje a la cultura.

Elguero es un poeta raro en la medida en que no vive el arte del verso en paralelo a la docencia, o la colaboración en prensa, sino que levanta lo suyo en convivencia con la divulgación o el estudio del libro, desde sus programas cimeros del género, como 'La estación azul' o bien desde las almenas de varios cargos de alta dirección en la radio o en la tele. Elguero es una anomalía, siempre para bien. Ha hecho un sólido itinerario de poeta y resulta, además, un entusiasta de su propia generación, la del 'babyboom', que ha glosado como nadie en diversos títulos de éxito, entre el ensayo periodístico y las memorias de confesión coral.

Escribió un día Elguero un libro valiosísimo, 'Al encerado', prórroga de otro igualmente iluminador, 'Los niños de los Chiripitifláuticos', que completan la biblia exhaustiva de aquella época cuya infancia jugaba con los Madelman, y mataba la tarde de monotonía con el Exin Castillos. Luego vendría la adolescencia de videoclub, el sexo en la cama si los padres esa noche se ausentan, las juergas bajo los vahos de Supertramp, y la canción 'La quiero a morir', de Francis Cabrel, que era el hit emocional de los corazones frágiles y embelesados de entonces.

En una novela memorable, 'Leif Garret en el dormitorio de mi hermana', revisita Elguero aquel clima de chavales que tuvieron una poética de cinexin y un donjuanismo de discoteca, que consistía en poner los discos. Hoy Elguero regresa a su cuerda primera, el verso, y convida a lo que convidan los poetas atinados: al quemante horizonte humano.

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