Ana María Dalí, asomada a la ventana

El tiempo amarillo de las fotografías. La familia del notario Dalí en pleno. Año 1914, Ana María cuenta solo seis años. Año 1924, estudio de Figueras. Ana María y Salvador con una guitarra: posan junto a las telas 'Naturaleza muerta' y 'Sifón y botellita de ron (Pintura cubista)'. Año 1925: los hermanos Dalí en Es Llaner escuchan la música del gramófono. Semana Santa de aquel año. La primera visita de García Lorca: «Olivos de Cadaqués, ¡Qué maravilla, cuerpo barroco y alma gris!», proclama el poeta granadino. Aquella imagen del broncíneo Salvador: torso desnudo, el brazo sobre el hombro de Federico. Ana María con el poeta frente al mar: «García Lorca es como un cisne pesado y sin gracia fuera del agua, pero cuando nada no solamente es bellísimo, sino que irradia belleza en su entorno», observa. En otra fotografía Federico se hace el muerto (oscura premonición). Dalí pinta su 'Muchacha en la ventana'. La muchacha es Ana María. Será su modelo hasta 1929 cuando Gala irrumpa en la vida del pintor. Asoma Ana María en dos óleos sobre tela de 1925; en 1926 su hermano la dibuja cosiendo. Y en una pintura y dos estudios que llevan su nombre.

Siempre les quedarán los días de Cadaqués: «Tiene la alegría y la permanencia de belleza neutra del sitio donde ha nacido Venus, pero ya no se recuerda. Va hacia la belleza pura… Un día la luna, mojada con elasticidad de pez mojado y la torre de la iglesia oscilará de goma blanda sobre las casas, duras o lastimosas de cal o pan mascado… Acuérdate de mí cuando estés en la playa…», escribe Federico a ese Salvador que le llama Lorquito.

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En sus memorias 'Salvador Dalí visto por su hermana', Ana María evoca la casa de Es Llaner: el eucalipto que hace sombra en la pared encalada, la puerta verde. La imagen con tonos verdosos y dorados de la sonriente Virgen barroca del recibidor. Federico puso una rama de coral rojo en la mano de la Virgen, cuenta Ana María: «Ya fue, para todos nosotros, la Virgen del Coral». El olor a aguarrás del taller de un Dalí que murmura canciones con los labios apretados. Federico compara ese rumor bisbeante al de «un abejón de oro».

Ana María Dalí nunca abandonaría Cadaqués y cuando lo tuvo que abandonar, fue a la fuerza. En 1938, al ser detenida e internada en una checa en Barcelona donde fue violada; pero no tardó en volver para respirar el aire que necesitaba respirar. Hasta poco antes de su muerte en 1989, el mismo año que su hermano, Ana María preservó en tres libros la memoria de Cadaqués: 'Todo el año en Cadaqués'(1951), 'Desde Cadaqués' (1982), 'Espejismos de Cadaqués'(1985).

La muchacha que se asoma a la ventana fue la paseante perpetua en aquel Port Lligat al que Dalí no quiso retornar tras la muerte de Gala. Los hermanos que pasaron veranos juntos desde que, a la muerte del padre en 1950, discutieron cuando el pintor reclamó las obras de juventud que colgaban en Es Llaner. Pinturas que podemos contemplar en el museo Dalí o la casa de Port Lligat. Resuena el verbo lorquiano y perenne: «Dichosa tú, Ana María, sirena y pastora al mismo tiempo, morena de aceitunas y blanca de espuma fría. ¡Hijita de los olivos y sobrina del mar!».