Del fracaso a la poesía: la amistad de Cela y Picasso, en el Aula de Cultura de ABC
Camilo José Cela Conde y Rafael Inglada conversaron con Carlos Aganzo sobre la relación de los dos genios
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Iniciar sesiónEn 1958, Camilo José Cela viajó a Cannes para ver el mar y proponer a Pablo Picasso ser el protagonista de un número monográfico de la revista 'Papeles de Son Armadans'. La primera entrevista entre el escritor y el pintor no fue perfecta, pero supuso ... el inicio de una relación larga y una rica correspondencia. Ese fue el tema de la última sesión del año del Aula de Cultura de ABC, en la que Camilo José Cela Conde, hijo del Nobel, y Rafael Inglada, biógrafo del artista, conversaron con Carlos Aganzo, director de la Fundación Vocento, sobre la estrecha relación entre los genios.
«Como todas las grandes amistades, esta no empezó bien», bromeó Aganzo, antes de dar paso a Cela Conde. «El fracaso del encuentro lo narró mi padre en cuatro cartas a mi madre en las que le contó las cuatro veces que intentó verle y fracasó», rio él. Picasso era entonces ya tanto un hombre como un monumento, un mito, un símbolo, y para entrar en su casa había lista de espera. «A finales de los cincuenta Picasso fue tan retratado, tan fotografiado, que esa es la imagen que ha quedado para la posteridad: el Picasso trabajador, en su estudio, con la camiseta de rayas. Un hombre bajito, malagueño, mayor. Ese es el Picasso que conoció Cela», apuntó Inglada.
«Siempre se ha dicho que a Picasso de Cela le gustaba que era gallego», lanzó Aganzo. Inglada recogió el guante. «Picasso había vivido cuatro años en Galicia. Fueron sus años de aprendizaje en la escuela de Bellas Artes de La Coruña. Y fueron los años, también, de sus primeras buenas obras. Su domino de la línea, del trazo, viene de aquella época de formación en La Coruña y Barcelona... E él se le quedó esa cosa de la relación con lo gallego. Estoy convencido de que uno de los motivos por los que se le abre las puertas de Picasso a Cela es porque era gallego. Y no era fácil entrar, acceder a él. Desde 1958 a 1967 tuvieron tiempo para hablar de todo, sobre todo de Galicia», afirmó. Y Cela Conde recordó otro de los fundamentos de su amistad: «Los dos fumaban tabaco liado».
Cela Conde subrayó la faceta de su padre como amante del arte: «Gracias a 'Papeles de Son Armadans' Picasso publica su primer libro en España». También regaló una anécdota para la memoria histórica: «Cuando consiguió por fin entrar en casa de Picasso, Jacqueline le preguntó si se quedaba a comer. Y él aceptó, pero con la condición de que 'Pablito le diera de comer'. Y hay una foto de Picasso dándole de comer».
La publicación de aquel libro, por cierto, tuvo la suerte del azar administrativo: fue la dejación burocrática lo que evitó la censura. «Influyó también que se publicara en Mallorca, que entonces era una isla pequeña y lejana. En Madrid no se hubiera podido publicar jamás», aseveró Cela Conde. «Las colaboraciones de Picasso con Cela y Cela con Picasso son cortas en el tiempo. Pero el homenaje que le hace en 'Papeles de Son Armadans' es importantísimo. ¿Cuántas revistas españolas le habían hecho un homenaje a Picasso?», se preguntó Inglada.
Otra de sus afinidades fue la poesía, que Picasso empezó a publicar en 1935, durante una crisis. «Fue una especie de salida, de liberación. Picasso era un perfecto conocedor de la poesía española. De Lope, de Góngora… Pero es a partir de los años cincuenta cuando aparecen en su poesía personajes españoles completamente inventados, yo creo que reforzado por esta relación con Cela», dijo Inglada, que luego sentenció: «Para comprender la obra de Picasso hay que leer su poesía».
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