Albert Boadella: «No se puede ser buen artista sin ser conservador»

El dramaturgo alerta en el Aula de Cultura de ABC de la pérdida de referentes en el arte

Albert Boadella y Carlos Aganzo, en el Aula de Cultura de ABC guillermo navarro

J. G. Mora

Madrid

A un año para cumplir los ochenta, y después de una trayectoria vital y profesional que le ha valido odios de todos los extremos políticos, a Albert Boadella, siempre libre y provocador, no le importa colocarse en lugares incómodos. Y esto es lo que ... hace en su último libro, 'Joven, no me cabree', en el que plantea un diálogo entre un maestro y un aprendiz para tratar de reducir ese «infantilismo progresista» del que adolece la sociedad actual. «El mundo 'progre' ha acabado siendo un mundo tan decadente...», reflexionó este jueves el dramaturgo en conversación con Carlos Aganzo, en una nueva sesión del Aula de Cultura de ABC. «Jamás habíamos tenido tantos tabús. En la censura había tres o cuatro. Lo de ahora es tremendo, la cantidad de tabús que se han colocado. Yo lo que digo en el libro es: para ser transgresor, hay que mirar al pasado, y expresarse a través de él. Hay una destrucción compulsiva del pasado, y esto en las artes es una contradicción total: todo está en el pasado».

Porque si no siempre es cierto eso de que cualquier tiempo pasado fue mejor, esta máxima sí se cumple en el ámbito de las artes, según Boadella: «Mi oficio no es tan bueno como Shakespeare, ni como Lope, ni como Calderón. Ahora son pequeñas historias de parejas, de tríos... No hay épica. En las artes hemos perdido muchísimo». Y un motivo de esta debacle, incluso de la «desaparición» de algunas artes, tiene que ver con la «vanidad» del aprendiz. «Cuesta mucho hoy encontrar jóvenes que estén dispuestos al aprendizaje, que reconozcan que no saben nada. Se creen que a los dos días lo saben todo. En el libro trato de mostrar la necesidad de que ciertas disciplinas vuelvan otra vez a los maestros. En las Bellas Artes, por ejemplo, planteo que en lugar de tratarse como una carrera universitaria se vuelva a la estructura maestro-tutor, que es la que trato de incitar en el libro», planteó Boadella. A su juicio, «no se puede ser un buen artista sin ser conservador». Es decir, «sin tener una parte de respeto a los maestros que hemos tenido».

«Jamás habíamos tenido tantos tabús. Para ser transgresor hay que mirar al pasado y expresarse a través de él»

Cree el dramaturgo, a quien Aganzo presentó también como escritor por libros como 'Memorias de un bufón', que, pese a que ahora se fomente la libertad creativa, tiene que haber «la aceptación de esa distancia con el maestro». Así es como él se inició en la vida, cuando era joven y tuvo que compaginar sus inicios en el mundo del teatro con el aprendizaje de un oficio: «Trabajé como grabador y cincelador de metal. Los tres primeros meses, lo único que hice fue barrer el taller. Yo andaba loco por hacer una raya en el metal, observaba con deleite lo que hacían los maestros. Había que sufrir un poco, pero este rigor marca una estructura de enseñanza. Yo había estudiado en la escuela de teatro de Estrasburgo. Pues aprendí más en el taller que en la escuela. Si tienes esa estructura mental del aprendizaje, aprendes mejor la técnica».

¿Qué ha pasado para que se hayan perdido estas referencias? «Pasó que los de mi generación, la de mayo del 68, abrimos las compuertas para que pasáramos todos. Con nuestros hijos ya no utilizamos la doma, sino que pensamos que debíamos utilizar la educación. Y antes de la educación está la doma. Ahora el niño es el rey de la casa, y ese camino lo encuentra en el parvulario, en la educación primaria, en el instituto y hasta en la universidad. Y la autoridad del maestro va quedando tamizada, queda en entredicho muchas veces. Eso es fatal. Estamos creando unas nuevas generaciones que al primer inconveniente serio que se encuentran en la vida tienen que echar mano de la química, cuando no de psicólogo. Nos encontramos con suicidios de gente muy joven», alertó Boadella. «Desde el punto de vista de la formación del carácter, me parece un camino equivocado. Y acepto la responsabilidad de mi generación».

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