«El abuso de la Historia ha sido uno de los recursos de la tiranía a través de los siglos»
Los historiadores Felipe Fernández-Armesto y Manuel Lucena defienden «el respeto a todas las culturas, también las del pasado»
Expertos en patrimonio cultural de Europa y América tienden puentes desde Santiago
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Iniciar sesiónSe saludaron con cariño antes de acomodarse en un chester de piel marrón, que ya quisiera Risto Mejide por la belleza del entorno y la agudeza y humor de la conversación que iba a cobijar. Felipe Fernández-Armesto (Londres, 1950) y Manuel Lucena (Madrid, ... 1961), viejos amigos, coincidieron en el primer congreso internacional sobre patrimonio organizado por Hispania Nostra en Santiago de Compostela y, concluida la primera jornada, se tomaron un cóctel de orujo y un café en el salón de A Quinta da Auga, una antigua fábrica de papel reconvertida en un hotel con encanto por la arquitecta María Luisa García Gil y su marido, a 6 kilómetros de la capital gallega.
El rincón se ajustaba como un guante a estos dos historiadores especializados en la Edad Moderna. Escoltados por una robusta librería, junto a la chimenea, recordaron los lazos que les unen desde hace «media vida», antes incluso de embarcarse juntos en 'Un imperio de ingenieros' (Taurus, 2022). Desde un remoto encuentro organizado por el fallecido John Elliott en los 150 años de la Hayckluyt Society. O tal vez antes, durante la estancia de Lucena hace ya tres décadas en Oxford, donde Fernández-Armesto labró su trayectoria académica. «Yo, como historiador, pues no tengo idea de las fechas», dijo con su voz atronadora el hoy titular de la cátedra William P. Reynolds de la Universidad de Notre Dame (Indiana, EE.UU.), haciendo gala de una fina ironía que salpica sus palabras y que -es consciente- «algunos no entienden».
Con esa inteligente sorna el autor de obras como 'Civilizaciones', '1492: El nacimiento de la modernidad' o el más reciente libro de 'Magallanes' sostuvo, por ejemplo, que «el gran problema histórico de la monarquía global española fue el mismo hecho de que existió». Y se explicó: «Parece mentira que una comunidad tan pequeña como la Castilla de la Edad Moderna creara el mayor imperio y más diverso del mundo hasta ese momento, abarcando tantos entornos físicos y tantas culturas distintas y que a pesar de los problemas que surgieron con los pueblos coloniales, estos aceptaran la presencia de los españoles durante siglos». «Un imperio preindustrial, sin una capacidad de coerción científico-tecnológica ni militar, un imperio de convencimiento», le secundó el investigador del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), doctor en Historia de América y colaborador de 'ABC Cultural'.
Rehabilitar la imagen de España
Recostado en el sofá, Fernández-Armesto recordó cómo Rafael del Pino, inspirador de su obra sobre los ingenieros del imperio, quiso «rehabilitar la imagen de España, algo que todos en España queríamos hacer en aquel momento y que supongo que algunos, al menos, aún pretenden». Lo decía con escepticismo porque «en España me parece que hay relativamente poco interés por la aportación española en la Historia de los Estados Unidos. Y en la Historia global, tampoco».
«Es un fenómeno europeo, no solamente español», apuntó desde el otro extremo del chester Lucena, que constata «una tendencia a la victimización de Europa», aunque «cada vez más Europa se va dando cuenta de su larguísimo pasado imperial y de que, en el fondo, el impacto de esas conexiones globales de todos los continentes cambió Europa».
La conversación derivó hacia la aportación «fundamental» de los hispanos en la construcción de los EE.UU. , que Fernández-Armesto recogió en 'Nuestra América' (Galaxia Gutenberg, 2014). A pesar de su notable impacto en la prensa estadounidense, «no consiguió cambiar nada en cuanto al plan de estudios», recordó. Tal vez porque la educación «hoy es formación profesional para el empleo».
«La Historia está desapareciendo de las universidades», advirtió con preocupación. El uso político de la Historia, sin embargo, lejos de desaparecer, sigue en auge en España con «la memoria histórica, que ni es memoria ni es Historia», a juicio de Fernández-Armesto. «No hay novedad ninguna porque el abuso de la Historia ha sido uno de los recursos de la tiranía a través de los siglos», sostuvo incorporándose del respaldo para dar más énfasis a sus palabras.
Murales tapados de Colón
Con impotencia e indignación, relató la polémica surgida en la Universidad de Notre Dame por unos murales sobre Cristóbal Colón, que se taparon pese a que «no son difíciles de ver». Al contrario, subrayaba, «son las únicas imágenes positivas de indígenas norteamericanas en todo el campus y han terminado cubriéndose, ocultándose, por ese concepto negativo que ha surgido de Colón».
Como le «saca de quicio pensar que una comunidad de personas instruidas no son capaces de ver lo que realmente hay en esas pinturas, que son imágenes positivas del americanismo, del papel del catolicismo en el país y de la categoría moral de los indígenas», a menudo obliga a la institución a destaparlas, argumentando un motivo educativo por diferentes cursos que organiza. Y dichos murales nunca han suscitado tanto interés entre los alumnos como ahora que están ocultos, aseguró.
Tanto el historiador británico como Lucena coincidieron en que la ocultación de una pintura o una estatua no tiene ningún sentido. «Si quieres llamar la atención sobre algún aspecto negativo de la Historia, es imprescindible que se exhiba», defendían.
«Debemos ser conscientes de toda nuestra Historia, de lo bueno y lo malo», resaltaba Fernández-Armesto. De ahí que el movimiento 'woke' sea, a su juicio, »un eufemismo por ignorancia«, porque «alguien 'despierto' es consciente de los hechos, no los cancela o los borra».
«Las mentiras son parte de la Historia. Si no conservas la memoria de las mentiras, te expones a que te mientan más»
Felipe Fernández-Armesto
Cátedra William P. Reynolds de la Universidad de Notre Dame (Indiana, EE.UU.)
Incluso en el caso de monumentos sin fundamento histórico o que mienten sobre el pasado, se mostraron partidarios de mantenerlos. «Las mentiras son parte de la Historia. Si no conservas la memoria de las mentiras, entonces te estás exponiendo a que te mientan más», declaró el profesor de la cátedra W. P. Reynolds. Para él, cualquier imagen «es un texto» que hay que leer «con el mismo escepticismo que un escrito».
«La Historia -intervino Lucena- es un intento de comprender, de simpatizar con la gente del pasado y si logras ese nivel de simpatía con personas tan alejadas de tu propia cultura como tus antepasados, entonces a lo mejor consigues comprender a tus coetáneos de otras culturas».
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Fernández-Armesto lo resumía en que «hay que respetar todas las culturas, incluso las del pasado». Es el camino para proteger el legado cultural, «la única estrategia factible», en su opinión: respetar el concepto sobre el patrimonio que tienen los demás «y dejar a todos que tengan sus propias prioridades». Entonces «toda la Historia estará ahí y conseguiremos un mundo diverso, de respeto e igualdad».
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