Suscríbete a
ABC Cultural

Dar la vida para quitarla: Hildegart Rodríguez, la «obra» imperfecta

El crimen de la joven de dieciocho años conmocionó a una España convulsionada en aquellos días por la inminente dimisión de Manuel Azaña como presidente del Consejo de Ministros y el juicio al general Sanjurjo, sublevado contra la II República

Aurora Rodríguez, en el juicio en que fue condenada a 26 años de reclusión abc

POR MARI PAU DOMÍNGUEZ

El Ferrol, abril 1914. Aurora se levantó del lecho del pecado. Se palpó su sexo con viscosa repugnancia mientras le negaba un beso al sacerdote con el que por tercera vez yacía con el único fin de concebir un hijo. Jamás había tenido relaciones sexuales ... hasta que conoció a Alberto, cura castrense de origen leridano, aficionado a escribir obras de teatro en las que defendía al proletariado. Eso para ella fue definitivo. Tenía cuarenta y nueve años. Aurora, treinta y cinco. Él era perfecto para sus fines. Con un cura se aseguraba de que no le reclamaría la paternidad, ni se inmiscuiría en la educación de la hija. Porque hembra tenía que ser. La naturaleza contribuyó a su delirante idea de concebir como quien proyecta una compleja obra de ingeniería destinada a una revolución feminista con la que combatir el yugo masculino, y, así, en diciembre, en Madrid, dio a luz a una niña. La llamó Hildegart , que significa Jardín de la Sabiduría.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia