'El último oso', el inspirador éxito infantil que muestra que hay otra forma de abordar el cambio climático

«No recuerdo el momento exacto en el que elegí el oso polar. Creo que fue instintivo . No planeo meticulosamente los libros antes de escribir, sino que empiezo con una serie de imágenes de sentimientos que me van viniendo. Creo que Oso apareció porque él tenía una historia que contar. Obviamente los osos polares no pueden escribir -risas-, así que me convertí en la voz que necesitaba para expresarse. Escribir 'El último oso' fue una de las experiencias más increíbles de mi vida, casi espiritual », confiesa Gold a ABC.

La pequeña April conoce a Oso cuando el proyecto de investigación meteorológica de su padre les lleva a vivir seis meses en el Ártico . «Tenía un mapa de la zona delante de mí y de repente vi la Isla del Oso (una remota zona noruega entre Tromso y Svalbard). Me pareció el lugar perfecto para ubicar el libro. Después, cuando me puse a leer sobre ella, me di cuenta de que el nombre venía precisamente de los osos polares y que, debido al deshielo de los casquetes polares, ya no podían acceder a ella y ese fue el comienzo de todo», explica la autora.

Como Gold, April siente una gran pasión por los animales, lo que le mueve irremisiblemente a explorar la isla en busca del oso. Ni lo inhóspito del lugar ni las fieras dimensiones del animal consiguen disuadir a la niña de su empeño. Todos los obstáculos se van derritiendo a medida que los protagonistas van entablando una tierna relación de amistad . «Me interesa la gente introvertida que, detrás de esa fachada, hace cosas increíbles. Todos tenemos la capacidad de cambiar las cosas. Aunque sean muy pequeños, todos los cambios suman y pueden producir un efecto dominó que genere una diferencia real», indica la escritora.

«Creo que es imposible escribir hoy en día sobre el mundo natural sin hablar del cambio climático , pero espero haberlo hecho desde un sitio que dé la sensación de empoderamiento y no la de un escenario crítico en el que ya no se puede hacer nada. Es verdad que ya hay cambios irreversibles, pero se puede frenar su aceleración», asevera Gold, que, por otro lado quiere diluir la carga de responsabilidad que dejamos recaer sobre los niños: «Es demasiada presión, demasiada responsabilidad. No deberíamos fijaron en la siguiente generación para que nos salve a nosotros. Lo que me gustaría es intentar educarla para que crezca con un pensamiento más sostenible y pueda tener más opciones. Si los adultos ven que los niños hacen cosas les inspirará para seguir su ejemplo ».

La calidez que Gold ha conseguido insuflar en una atmósfera tan gélida tiene unas sorprendentes raíces españolas: «Es una de las cosas que más me gustó de vuestro país. Crecí en Inglaterra y me sentía con frecuencia como un pez fuera del agua. Era una persona muy emocional viviendo en un país muy frío. Cuando fui a España en 2012 como profesora de español sentí que había encontrado mi hogar . Yo soy así y quería verter toda esa emocionalidad en la página, no me quería guardar nada». Y esa verdad, esa autenticidad es la tecla que ella quería tocar: «Es la que genera la conexión, porque la gente se ve reflejada ahí. Me resulta increíble pensar que algo que ha salido de mi corazón toca el corazón de las demás personas. Es un libro que evoca emociones muy fuertes y, cuanto más podamos acceder a esa emocionalidad, más podremos cambiar el futuro. Ese siempre ha sido mi objetivo».