¿Tumbas reales etruscas en Albacete?
Unos investigadores sostienen que el eremitorio de la Muela de Alborajico fue una necrópolis prerromana

A seis kilómetros de la localidad albaceteña de Tobarra , en un paraje llamado la Muela de Alborajico , existen tres cavidades excavadas en la roca que hasta ahora se ha creído que formaban un complejo cristiano de época visigoda, construido y habitado ... por eremitas entre los siglos V y VII d.C. Una nueva investigación publicada en los ' Cuadernos de Arqueología ' de la Universidad de Navarra plantea, sin embargo, una hipótesis rompedora. Aunque sus autores no descartan que este espacio hubiese sido ocupado posteriormente por monjes, consideran que las cámaras son tumbas y, en concreto, « tumbas etruscas, o de clara influencia etrusca, de personalidades relevantes que vivieron entre los siglos VII y II a.C. ». El conjunto funerario se remontaría, a su juicio, al segundo milenio antes de Cristo y tal vez podría haber pertenecido a la cultura de El Argar .
Todo comenzó con una excursión en 2016. John Richard Amalanathan, profesor de Sagrada Escritura y doctorando en el École Biblique de Jerusalén, vino a España a ver a su amigo y también sacerdote Pedro López García, profesor de Antropología Teológica en el Instituto Teológico Diocesano de Albacete, con el que había coincidido en Roma. Ambos habían cursado en Italia asignaturas de Arqueología y habían visitado multitud de lugares, pues les unía un interés por la Prehistoria y la Historia antigua. Durante aquella estancia de Richard en España, López lo llevó a conocer junto a otros amigos la Muela de Alborajico. «Recorrimos las cuevas -explica el sacerdote español- y le contamos lo que se decía: que era un eremitorio, que los bancos de piedra eran las camas que usaban los eremitas, pero cuando nos íbamos, nos dijo convencido: 'Esto no lo hicieron los eremitas. Esto son tumbas' . Y empezó a explicarnos las semejanzas que veía con otras que había conocido en Italia y en Jerusalén».

Decididos a saber si estaba o no en lo cierto, Pedro López García, junto con su hermano Narciso, doctor de Didácticas Específicas de la Facultad de Educación de Albacete, los amigos que les acompañaron en la visita y el propio Richard, comenzaron a investigar sobre Alborajico. Consultaron los primeros estudios de los arqueólogos Juan Francisco Jordán y Antonino González, publicados en 1985 y los trabajos posteriores del propio Jordán y de otros expertos. Todos mantienen que los restos del municipio de Tobarra son un complejo cristiano monacal de época visigoda.
Compararon estas estancias excavadas en la roca con otros eremitorios e iglesias rupestres -como 'la Camareta' de Agramón (Hellín, Albacete), la basílica de Bobalá (Cataluña), la basílica mozárabe de Bobastro (Málaga), el oratorio visigodo de La Veguilla o el conjunto eremítico de Giribaile , ambos en Jaén- y vieron que las diferencias eran, a su juicio, mucho más numerosas que las similitudes. «Los eremitas se hacían cuevas sencillas, no estancias tan complejas y mucho menos con estos bancos de piedra y estos pozos de ventilación. En cambio, en las de Alborajico no hay ábside, no hay indicios de que hubiera pinturas en ellas ni inscripciones cristianas en su interior», explica Pedro López García. Es cierto que existen cruces en la puerta de la estancia 1, la de mayores dimensiones y que fue utilizada como iglesia, pero estos investigadores creen que pudieron ser realizadas posteriormente.
Elementos extraños en una iglesia
En esta gran cueva, de 26 metros de longitud, sorprende que se hubiesen tallado camastros para el descanso si el lugar se hubiera concebido originalmente para la celebración eucarística. «Desde nuestro punto de vista, estos bancos de piedra, tan bien tallados y con cabeceras perfectamente realizadas, tienen que tener otra explicación , ya que no hemos encontrado nada parecido en ninguna de las iglesias rupestres o eremitorios analizados», señalan estos investigadores.

El agujero-pozo situado en el techo de esta gran estancia, por el que entra la luz directamente, también es un elemento desconocido en las iglesias rupestres y la explicación de Jordán les parece «insuficiente». El arqueólogo señala que «por allí penetraba una luz cenital que proporcionaba una luminosidad sagrada al sacerdote cuando oficiaba la liturgia», pero los sacerdotes subrayan que «la celebración eucarística desde el inicio del cristianismo, incluida la de las comunidades monacales no necesitaba ningún tipo de efecto sacral producido ni por la l uz ni por ningún otro elemento de la naturaleza». Además, si hubiese existido altar, estaría adosado a la pared del fondo y no bajo el agujero.

Si la estancia I de Alborajico no fue hecha para ser iglesia de una comunidad monacal, ¿para qué fue excavada en la roca y cómo se explican esos bancos de piedra a los lados, el agujero-pozo, los escalones de entrada y el cuidado tallado de la roca de su interior?
De tumba a tumba
« Nuestra teoría es que en Alborajico nos encontramos ante tumbas reales y, tal vez, ante un gran complejo funerario », sostienen estos investigadores. Para justificar su afirmación, han comparado el conjunto albaceteño con la tumba etrusca del ' Arybballos sospeso' de Tarquinia (Italia), un enterramiento descubierto intacto en 2013 que recibe ese nombre por el recipiente para ungüentos que se encontró entre los elementos del ajuar funerario. Dentro de esta cámara hay dos bancos de piedra con almohadas en su cabecera, separados por un estrecho pasillo. « Existen parecidos muy significativos entre esta tumba etrusca y las estancias I y III de Alborajico », destacan.
También han encontrado semejanzas con las tumbas de la necrópolis etrusca de Monterozzi , también en Tarquinia. Allí se han descubierto más de 6.000 tumbas, la mayoría excavadas en la roca. En la más antigua de las que tienen pinturas, la llamada 'tumba de las panteras' (600-575 a.C.), hay dos camas o lechos de piedra con almohadas para la deposición de los difuntos.

Otro de los conjuntos rupestres funerarios que les han servido de comparación es el de las tumbas reales en el École Biblique de Jerusalén. En ellas hay bancos de piedra adosados a las paredes y en el vestíbulo hay dos agujeros-pozo por los que entra la luz. Además se accede a ella descendiendo unos escalones, como en Alborajico.
« A partir del siglo III d.C. estas tumbas fueron habitadas por monjes , llegando a formarse una numerosa comunidad monacal», añaden. Algo semejante a lo que, a su juicio, pudo pasar en Alborajico .

Pedro y Narciso López y John Richard aún compararon las cuevas de La Muela con otra tumba más, la descubierta en 2008 en Siggiewi (Malta), antes de concluir que, si bien pudo ser un lugar adecuado para que se establecieran allí eremitas, «las estancias de Alborajico son tumbas excavadas en la roca. Además, con mucha probabilidad, son tumbas reales etruscas o, al menos, de características etruscas».
Etruscos en la Península
«La presencia y la influencia de la cultura etrusca en la Península Ibérica se ha empezado a poner de relieve en las últimas décadas. En amplias zonas de Cataluña, de la Comunidad Valenciana, en Ibiza, Granada, Málaga, Córdoba, Cádiz, Huelva, Badajoz, Ávila y Cuenca, se han encontrado restos de ánforas, jarras, vasos, bandejas, objetos y figuritas de bronce, escudos y espadas de origen etrusco en asentamientos íberos y en muchas de las necrópolis de diferentes poblados», recuerdan.
Aunque un buen número de expertos opinan que el origen de los materiales etruscos hallados en la Península se debe a las relaciones comerciales que existían, el hallazgo de armas provenientes de Italia Central en distintas zonas españolas ha llevado a algunos a pensar que hubo una presencia etrusca mayor y más intensa de lo que se pensaba.
En la actual provincia de Albacete, en la necrópolis de los Villares, se encontraron placas de marfil de procedencia etrusca y el estudio del monumento funerario de Pozo Moro (Chinchilla) ha revelado vínculos con el mundo de los etruscos. « Hay huellas etruscas en Albacete, por lo que nuestra hipótesis nos resulta bastante plausible », remarca López García.
Covachas como en El Argar
Otros vestigios de la Muela les reafirman en sus convicciones. En la zona sur existen cuevas naturales, pero también covachas realizadas por la mano del hombre. Y en la zona oeste, han identificado restos arqueológicos prerromanos que indican que allí pudo existir un poblado. «La presencia de covachas y las características de este asentamiento coinciden con la descripción de los poblados de la cultura de El Argar por lo que podemos establecer la hipótesis de que nuestro enclave formó parte de esta cultura », afirman en su estudio.

De lo que están seguros es que «la Muela de Alborajico es un complejo funerario prerromano» y, en concreto, creen que las tres estancias excavadas en la roca, especialmente la I y la III, son etruscas o de características etruscas. Si se confirmara, añaden, estaríamos ante «las primeras construcciones de este pueblo que se conservan intactas en nuestro suelo ».
Y sobre quién fue sepultado en estas cámaras, sospechan que dada su grandiosidad, su perfección y su belleza, a pesar del paso del tiempo, de los saqueos y del abandono que han sufrido, fueron tumbas reales o principescas. «Sabemos que los etruscos tuvieron muy buena relación con los fenicios-cartagineses; si el lugar de la muerte de Amílcar Barca fue el actual Elche de la Sierra (Albacete) o, incluso, si hubiese sido el actual Elche de Alicante o el mismo Alicante, ¿no pudieron sus hijos sepultarlo en la tumba más bella, grande y digna del sureste peninsular que, sin duda, podían conocer?», aventuran.
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