Pet Shop Boys, entre el museo y la discoteca
El dúo británico firmó el martes en el Poble Espanyol de Barcelona una pulcra reinterpretación de su ideario sonoro anudando el renacimiento creativo de «Yes» a sus viejos éxitos de los ochenta
Cuando a uno le da por bautizar su nueva gira con el rimbombante nombre de «The Pandemonium Tour» sólo puede significar que: a) se está de vuelta de todo; o b) se está de vuelta de todo y además es uno cualquiera de los dos tipos que responden al nombre de Pet Shop Boys , ya sea el que luce capa y corona en la sintética y trotona versión del «Viva la vida» de Coldplay o el que gasta un imposible tocado-macetero mientras retuerce el ritmo.
Pet Shop Boys, efectivamente, están de vuelta de todo, algo que no tiene por qué ser malo. De hecho, no lo es. Rehabilitados gracias al flamante «Yes», álbum que ha conseguido dar esquinazo a una larguísima década de tibieza creativa, Neil Tennant y Chris Lowe se han congraciado de nuevo con el pop electrónico más elegante y satinado .
Y el reencuentro, celebrado a bombo, platillo y sintetizador, fue el argumento de un concierto con el que los británicos se dieron un sonado homenaje resumiendo en hora y media todo su ideario estético y sonoro.
Quizá el nombre de la gira no acabe de ajustarse a la realidad de un montaje tirando a cubista —literalmente: todo en el escenario eran cubos y formas cuadradas, desde las cajas insertadas en la cabeza de las coristas hasta dos pantallas como de Lego que se desmoronaron en cuanto sonó «Go West»—, pero lo que se vio el martes en el Poble Espanyol de Barcelona fue sencillamente impecable: una pulcra reinterpretación de sus clásicos que se hizo fuerte en la sobriedad conceptual . Pop sintético de arte y ensayo en tránsito constante entre el museo y la discoteca.
Desinhibido pop sintético
Enlazando las piezas de «Yes» con abundante material de discos clásicos como «Please», «Very» y «Actually» y olvidándose (para bien) de su producción de los últimos diez años, Tennant y Lowe maniobraron a través de «Heart», «Two Divided By Zero», «Always On My Mind», «Suburbia», «It's A Sin» y «West End Girls» y, obviando la siesta que acompañó al receso rítmico de «Do I Have To?» y «King's Cross», se dieron un atracón de desinhibido pop sintético. El pasado mandó, sí, pero no como argumento nostálgico, sino como recordatorio de que lo que se les da realmente bien es construir nuevos paraísos artificiales a partir de su arsenal de ritmos pregrabados .
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