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Sara Baras, apoteósica Carmen

FLAMENCO

«Carmen»

Ballet Flamenco de Sara Baras. Dirección: Sara Baras. Baile: Sara Baras, Luis Ortega y José Serrano. Cuerpo de Baile. Director musical: David Cerredueta. Lugar: Teatro de la Maestranza, Sevilla. Fecha: 19-IX

MARTA CARRASCO

Hasta catorce veces interrumpió el respetable que abarrotaba el Teatro de la Maestranza de Sevilla el espectáculo «Carmen» del Ballet Flamenco de Sara Baras. La bailaora gaditana consiguió la unanimidad de un público que había agotado las localides hace casi un mes para este montaje. Al final, puesto en pie, hizo subir varias veces el telón y le brindó palmas por sevillanas.

Sara Baras ha reinventado el mito de «Carmen». Huyendo de los manidos tópicos de la conocidísima cigarrera de Merimée, la gaditana ha conseguido crear un montaje compacto en el que, por escenas y sugerencias, se va siguiendo el hilo conductor de una historia sabida por todos. La dramaturgia pivota sobre los tres personajes: «Carmen» (Sara Baras), «Don José» (Luis Ortega) y «Escamillo» (José Serrano), a través de los cuales se suceden las escenas. Ayudada por una enorme pantalla sobre la que se van proyectando imágenes sugerentes de los momentos de la obra, Sara Baras ha consagrado el concepto ballet para su compañía.

Como inspirada por Stendhal, la bailaora ha elegido el rojo y el negro como únicos colores que luce tanto el escenario, como el originalísimo vestuario, sobre todo el de «Carmen», donde Baras juega con los trajes convirtiéndolos en la misma escena.

El cuerpo de baile es magnífico. Compacto, conjuntado, con una disciplina propia de compañía institucional y que no pierde por ello su pellizco flamenco, con limpieza en el zapateado y buen braceo en las mujeres. Es de destacar el uso continuado de elementos para determinar las escenas, como mantones o pericones en la secuencia de la plaza de toros, sugerida a modo de sillas puestas insinuando el coso.

En varios momentos de la obra se puede ver la inspiración que la bailaora ha obtenido de las coreografías de Antonio Gades. Sin querer copiar al admirado coreógrafo, Baras sí ha introducido algunos elementos tanto de «Bodas de sangre», en la pelea por martinete, o en el paso a dos de «Carmen» y «Don José». La coreografía va creando momentos singulares, destancado el tratamiento de la luz, siempre efectista, en variaciones como en las que sólo se ven los zapatos de los bailaores, por cierto rojos, tanto ellos como ellas.

Es esta «Carmen» una obra en la que se ve la madurez creativa de la artista, pues en la misma Sara Baras templa en la primera parte sus bailes, se para, se recrea en el braceo, hace una danza más lírica que de pellizco, para desembocar, cuando la historia se va convirtiendo en más trágica, en la fuerza de su zapateado, quizás el más contundente del panorama femenino actual.

Tanto José Serrano como Luis Ortega le dan la réplica a la altura de la bailaora, destacando la farruca de Ortega y el paso a dos por tangos de Serrano y Baras.

Al final, mientras Carmen fuma (una concesión a la antigua cigarrera), imágenes de mujeres de distintas edades, condiciones y razas, pasan por la gran pantalla en emocionado homenaje a las heroínas invisibles de cualquier sociedad, se llamen o no «Carmen».

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