Salvador Balil, erudito en tauromaquia: «Respeto a José Tomás pero ya no me interesa lo que hace»

Cada vez que hace algo en favor de la tauromaquia, le pintan y le atacan sus cines o su casa.

Tiene muchos negocios, los multicines, y quiere vivir tranquilo, tanto a nivel empresarial como familiar. Abriendo la plaza estas dos cosas quedarían seriamente amenazadas.

No hay toros porque hay matones.

Los hay y quiere evitarlos. Aún cuando José Tomás toreaba y llenaba La Monumental él ya insinuaba que quería cerrarla. La aguantó abierta por respeto a su padre, que era un gran aficionado, romántico y entendido. Luego con la prohibición la cerró y ya no ha querido saber nada más.

Cobardía.

Lo cierto es que existe una beligerancia política que antes no existía y menos en tiempo de su abuelo, que, con su personalidad, habría conseguido frenar la prohibición.

Podríamos comprar la plaza.

No quiere venderla. La plaza es suya y está en su derecho. Pero no ha recibido ninguna oferta realmente sugerente. Sería interesante que desde el sector taurino la tuviera, pues el hecho de abrirse de nuevo la plaza de Barcelona, tendría una gran repercusión -diría trascendental-, para la tauromaquia en todo el mundo. Demasiado bonito para ser verdad.

Usted ha escrito mucho sobre toros y su metáfora.

La tauromaquia tiene un gran poder simbólico. La vida de una persona en todas sus etapas está representada en una corrida.

El toro enseña a morir.

Y sin volver la cara.

El sufrimiento.

Los caracoles ‘a la llauna’ también sufren cuando los asan, el cocinero no indulta a ninguno, y nadie dice nada. Cada animal muere según su condición, y la plaza es la muerte que le corresponde al toro bravo, tal como las ballenas mueren atravesadas por arpones, y tampoco nadie se queja. Lo peor es lo de Portugal, que el toro no muere en la plaza y lo conducen herido a los corrales y allí tiene que esperar, a veces toda la noche, a que vaya el veterinario a apuntillarlo.

Fue a visitar a Idílico, el toro que indultó José Tomás en Barcelona.

Estaba en Andalucía, conozco a Álvaro Núñez del Cuvillo y tuvo la gentileza de invitarme a su finca. Toqué a Idílico con la mano cuando pasamos con el coche a su lado.

José Tomás.

Siempre ha habido un afecto mutuo entre José Tomás y Barcelona: él levantó la plaza, consiguiendo llenos que no se veían desde Chamaco y Manolete. A raíz de esto, se aceleró el cierre de la plaza: políticos y antitaurinos no pudieron resistir este despertar de la tauromaquia catalana. Era una afrenta demasiado fuerte. Ahora, José Tomás, prácticamente retirado, enfoca sus corridas como más le conviene, en plazas de segunda y sin alternar con otros toreros; por tanto, sin competencia posible. Ya tiene su edad, y supongo que vive con el recuerdo de su gravísima cogida, en México, que le llevó al borde de la muerte. No me extraña que se alivie y se lo monte todo a su manera. Le respeto, pero ya no me interesa lo que hace.

Morante.

Lidia como Joselito el Gallo y torea como Juan Belmonte. Torero completísimo de arte exquisito. Acepta todos los encastes Un referente.

La personalidad.

Sin personalidad se puede ser un gran torero, pero no un ídolo. Morante, José Tomás, Manolete. A todos les eleva su gran personalidad.

Las Ventas, La Maestranza.

Donde entienden más es en La Maestranza. En Madrid entienden mucho pero más que exigentes son intransigentes. En Sevilla se protesta más señor. Los silencios maestrantes duelen más que una bronca.

¿Volverán los toros a Cataluña?

No lo hemos intentado en serio, pero de todos modos Balañá no parece tener ninguna intención, porque no sería rentable y tendría muchos problemas. La plaza la mantiene en condiciones, pero en Cataluña hay un sustrato tan fuerte de odio hacia lo español que es difícil pensar en que puedan volver las corridas.