Sale a la luz en Londres el juicio contra Oscar Wilde por homosexualidad
Tras el juicio, Wilde perdió sus propiedades y su familia tuvo que trasladarse y cambiar de nombre. A los cinco años de salir de la cárcel, el escritor murió
LONDRES. Hasta el mes de junio y en la Biblioteca Británica, los curiosos podrán contemplar una selección de las transcripciones del juicio donde se vio la querella, interpuesta por Oscar Wilde contra el marqués de Queensberry, padre de su amante Lord Alfred «Bosie» Douglas, quien ... le había acusado públicamente de homosexualidad, un crimen mayor en aquella época. No es que esta exposición aporte grandes noticias, que el juicio de Wilde causó furor en su día y sigue siendo uno de los más notables de la historia británica, pero estas transcripciones, descubiertas casi por causalidad hace algo más de dos años, tienen sin duda un gran interés bibliográfico.
El juicio tuvo lugar en 1895 en los juzgados centrales de Londres, comunmente conocidos como Old Bailey, y fue todo un drama que finalmente conduciría a la caída en desgracia del gran escritor. Mervin Holland, el nieto de Wilde que trata de cuidar su legado, decía con motivo de la exhibición de estos legajos: «Si pudiera hacerle a mi abuelo una sola pregunta, ésta tendría que ser: ¿por qué te metiste en esto?».
Wilde había iniciado en 1891 una apasionada relación con «Bosie», uno de esos petimetres de la nobleza británica que había acudido a Oxford un poco por estudiar y un mucho por participar en alguno de los ritos de paso de esa clase social, en este caso, devaneos con la homosexualidad. El padre del joven, el marqués de Queensberry, se dedicó a insultar a Wilde allí donde podía, y éste, en un arrebato algo absurdo, decidió demandarle por libelo.
Wilde era consciente de que habría de justificar ante la corte su relación con «Bosie», así como su comportamiento público y el contenido de algunas de sus obras. Pero con lo que no contaba era con la evidencia que los abogados del marqués habían recogido en medios homosexuales de la capital británica. En realidad, Wilde conoció parte de estos testimonios unos días antes del juicio y podía haber retirado entonces la querella, tal y como le aconsejaron sus amigos y su familia. Pero no lo hizo y ésa fue su ruina. El primer día el juicio pareció ir bien para Wilde, pero durante el segundo se comprobó que el asunto no tomaba muy buen cariz. Wilde, interrogado por el abogado de Queensberry, Edward Carson, cayó en numerosas trampas tendidas por éste. El tercer día, Carson presentó una larga ristra de testigos dispuestos a contar con pelos y señales las actividades sexuales de Wilde, ante lo que su abogado, Edward Clarke, le aconsejó retirar la demanda, y el jurado sentenció la inocencia del marqués. A la salida de ese juicio, Carson se ocupó de trasladar todas las pruebas a la oficina del Fiscal General. Ese fue el origen del escandaloso juicio contra el mismo Wilde, que decidió presentarse ante los juzgados de Bow Street en vez de huir a Francia con «Bosie». Allí, habiéndose convertido en una especie de apestado social, confiscadas todas su propiedades y con su familia teniendo que esconderse (y más tarde cambiarse de nombre), Wilde fue condenado a dos años de trabajos forzados. Wilde, literalmente deshecho, moriría cinco años más tarde.
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