Arqueología
Los restos del submarino alemán UC-47 confirman el trágico final que acabó con toda su tripulación
Un equipo internacional documenta el pecio del U-boot arrollado por una patrullera y rematado con cargas en 1917
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Iniciar sesiónUn nuevo misterio ha sido desvelado en el Mar del Norte , frente a las costas británicas. El UC-47 fue un submarino alemán cazado por la Royal Navy en noviembre de 19 17, cuya historia acaba de ser reflotada al identificarse sus ... restos que han permanecido en la penumbra del fondo marino los últimos 103 años.
El UC-45 fue un peligroso lobo solitario. En los 13 meses que estuvo en servicio, desde que fue fletado para su primera misión, el 13 de octubre de 1916, hasta el día de su hundimiento, el 18 de noviembre de 1917, destruyó casi sesenta buques de abastecimiento y uno de guerra por un peso total de 75.000 toneladas , causando miles de bajas. El día que fue eliminado, dejó de ser una pesadilla intangible en aquel mar helado que fue el escenario de una guerra sin cuartel.
El equipo de científicos que ha localizado y documentado el estado del pecio del submarino de la Kaisermarine está dirigido por el arqueólogo subacuático Rodrigo Pacheco-Ruiz , un técnico de origen mexicano experto en alta profundidad, de la Universidad de Southampton. Ha logrado la colaboración de la empresa sueca de prospección marina MMT/ Reach Subsea , que aportó la última tecnología disponible a este proyecto de investigación, desarrollado dentro del tendido de una tubería petrolífera frente a las costas de Yorkshire. Ese proyecto matriz es el de Tolmount Development.
En los inicios de la guerra submarina los U-boote (en plural, del alemán Unterseeboot -nave submarina) se marcaron como objetivos los buques de suministro, que fueron destruidos con los torpedos o las piezas de artillería sin previo aviso. Ello obligó en sucesivos años a adoptar una estrategia inventada en el siglo XVI por la Monarquía Hispánica para la carrera de indias: convoys fuertemente defendidos.
Últimos momentos de la tripulación
Hay pocas noticias de lo sucedido aquel 18 de noviembre de 1917. Pero las evidencias arqueológicas halladas ahora confirman que los últimos momentos de la tripulación del submarino fueron trágicos. Se sabe que el UC-47, adscrito a la flotilla de Flandes de la Marina Imperial Alemana, fue arrollado a toda máquina por la patrullera HMS P-57, que pudo localizarlo después de un año sembrando el terror, la muerte y la destrucción. El golpe con la proa de la patrullera debió dar de lleno en el centro del casco, junto a la torre, porque los arqueólogos ha documentado destrozos en la zona alta de babor.
Debió ser un choque muy violento , pero el UC-47 logró zafarse y trató de sumergirse. Empezó entonces la caza con cargas que terminó por hundir la nave alemana con sus 28 tripulantes . Los vídeos filmados por el equipo arqueológico muestran restos de los daños causados por las explosiones en el casco de la nave, que se fue a pique hasta quedar en el fondo, a unos 55 metros de profundidad. No hubo supervivientes. El submarino quedó en silencio, una vez que el mar se cobró las vidas de los marinos alemanes. Y durante un siglo el pecio no ha sido más que una tumba de guerra.
Muchos siglos
Las primeras conclusiones del estudio arqueológico reafirman que los restos han permanecido bien conservados, teniendo en cuenta que los buques de metal suelen ir oxidándose y desvaneciéndose lentamente hasta que se destruyen, a diferencia de los de madera, que se estabilizan en un punto y pueden conservarse durante muchos siglos. El casco principal, intacto en su longitud , resulta visible sobre el fondo del mar y el daño que sufrió durante su hundimiento es evidente. Además de lo ya relatado, se registra un gran boquete a babor del casco, indicativo de una explosión. Esparcidos alrededor del sitio del naufragio hay ciertos componentes del buque, incluido uno de los tubos lanzatorpedos.
Rodrigo Pacheco-Ruiz comenta en conversación telefónica con ABC cómo ha nacido este nuevo proyecto de investigación pura de la Universidad de Southampton en alianza con la industria prospectiva. «Hasta ahora se han calibrado los sistemas con elementos naturales como rocas, pero desde hace unos años existe esta rama de pura investigación asociada a las actividades de MMT, en la cual elegimos aprovechar esos calibrados con pecios que necesitan ser documentados», relata el arqueólogo.
A pesar de la pandemia
«Ahora que casi todos los proyectos están parados por la pandemia , la industria estratégica de gas y petróleo sigue funcionando y este programa nos permite hacer arqueología cuando nadie más está haciéndola», remacha. Por supuesto, hay estrictos protocolos sanitarios para embarcar y durante la misión. A nadie se le escapa que para las industiras «off shore» las investigaciones arqueológicos son un escaparate perfecto para mostrar los nuevos avances tecnológicos. Es lo que ahora se conoce como «win-win» y la demostración del futuro de innovación que espera a la arqueología subacuática.
El hallazgo se hizo de este modo: primero se lanzó un vehículo operado remotamente (ROV, por sus siglas en inglés) y se efectúa una exploración visual para descartar cables, boyas o elementos que pongan en riesgo los sofisticados medios de la plataforma empleada, el buque Topaz Tiamat, lo último en tecnología de prospección marítima . Después se hacen llegar nuevos sensores, que realizan la batimetría (cartografía de la profundidad en la zona) y también se emplea un sónar multihaz a máxima resolución para explorar las formas del pecio del submarino . En este caso se dieron 6 pasadas sobre los restos. Las malas condiciones visuales no permitieron en esta ocasión realizar fotogrametría, que es lo que permite realizar un modelo arqueológico en 3D georreferenciado. Pero los datos son suficientes para un modelo de investigación que permitirá ahora ampliar el conocimiento de este episodio en los archivos.
Equipos de «tin openers» (abrelatas)
Pacheco Ruiz relata los hallazgos: «A la altura de la Torre en babor vimos un enorme daño. Seguramente debe ser donde les embistió la patrullera. También los restos de las cargas son evidentes en el vídeo. A partir de ahí nos vamos a los archivos, pero como ahora existen restricciones para los viajes, nos ayudan especialistas alemanes y británicos gracias a los que recabaremos toda la información disponible».
Entre las cosas más curiosas que se han documentado, están los procedimientos de la Royal Navy tras un suceso como este. Al día siguiente de notificarse el naufragio, la marina británica enviaba equipos de buceo a los submarinos apresados o hundidos con el fin de extraer toda la información de inteligencia que albergaban: códigos de encriptación, cartas y misiones programadas... «El almirantazgo formaba lo que se llamaba tin openers (abrelatas) , buzos que bajaban y abrían las escotillas o perforaban los cascos para recuperar esos elementos. Suele decirse que lograron acceder a todos los pecios. Desgraciadamente aún no sabemos al cien por cien, con fuentes documentales si este pecio fue uno de los que se pudieron registrar o de los que se dejaron intactos», relata Pacheco-Ruiz. Está documentada la posible inmersión, pero no la extracción de materiales del pecio. Además, la profundidad no haría fácil la inmersión hasta los restos. Por otro lado, era habitual lanzar repetidas cargas de profundidad en estos casos para tratar de reventar el casco y que afloraran a superficie materiales. Puede ser lo que la patrullera intentase, sin éxito.
Patrimonio de la Primera Guerra Mundial
Entre los objetivos de este hallazgo está la posibilidad de proteger mejor el patrimonio cultural subacuático de la I Guerra Mundial . En Gran Bretaña la ley no suele proteger pecios que se encuentran a más de 12 millas de la costa, como es el caso, pero el conocimiento de la historia permite que asociaciones y grupos de arqueólogos puedan exigir que esa ley se mejor ante el peligro de expolio. Normalmente empiezan por robar las hélices de las naves, que son de bronce .
«Hasta ahora, el barco solo estaba marcado en las cartas de navegación como un naufragio y poco se sabía sobre la condición del submarino. Ha sido un privilegio poder explorar un naufragio en tan buenas condiciones y tener la oportunidad de descubrir más sobre su pasado», concluye Rodrigo Pacheco-Ruiz, codirector del proyecto de Investigación Arqueológica Offshore (OAR) Centro de Arqueología Marítima de la Universidad de Southampton.
Modelo sueco de colaboración
El nuevo modelo de colaboración entre universidades e industruas «off shore» fue creado en Suecia en los últimos años y ha concienciado a las empresas de prospección que la información cultural que antes era desechada , en el mejor de los casos, tiene un gran valor social. Pacheco-Ruiz lo conoce de primera mano y ya había participado anteriormente en el proyecto estrella realizado en la última década: el Black Sea M.A.P, entre 2016 y 2018, que ha permitido el hallazgo de decenas de pecios desde el siglo IV a.C. hasta el siglo XIX en las costas de Bulgaria. También otro pecio de edad moderna en aguas del Báltico el año pasado.
Pacheco-Ruiz explica: «Estos sitios arqueológicos, como el del UC-47, tienden a estar a cientos de millas de la costa y solo se puede llegar con equipos submarinos especializados, que normalmente es una barrera para su estudio . Proyectos como el nuestro demuestran que estos sitios pueden ser encuestados incluso en estos tiempos muy difíciles, cuando el mundo lucha con una pandemia peligrosa».
Los arqueólogos ahora esperan que sea posible regresar al lugar del naufragio en el futuro para reunir más evidencias sobre su pasado y ayudar a capacitar a los estudiantes en arqueología marítima.
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