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Ramón Xirau, maestro, poeta y filósofo

El poeta y el lector engrandecían a un maestro irónico e inquisitivo pero siempre afable

Ramón Xirau EFE

TULIO H. DEMICHELI

Mantuve una entrañable amistad profesional con Ramón Xirau desde principios de los años ochenta, cuando fui jefe de Redacción de la revista Vuelta que dirigía Octavio Paz, y ya luego en Madrid, desde ABC. Acudía con frecuencia a su casa en San Ángel para recoger sus colaboraciones y nunca me despachaba sin más, sino que le pedía unos cafecitos a su esposa, la pintora Ana María Icaza, y conversábamos un buen rato en el que apuraba hasta el filtro unos cuantos cigarrillos, que él encendía uno tras otro . Más que de filosofía pura, Xirau hablaba de poesía y hasta de mística, pero siempre desde el pensamiento. El poeta y el lector engrandecían a un maestro irónico e inquisitivo pero siempre afable .

Ramón era hijo de Joaquín Xirau i Palau , católico liberal y decano de la Facultad de Filosofía y Letras de Barcelona durante la República, introductor de la fenomenología en España y gran valedor de Scheler, Husserl y Bergson, hombre cercano a la revista Esprit fundada por el personalista cristiano Emmanuel Mounier. Poco antes de la derrota, sus padres lograron reunirse con él en París (en 1938 le habían enviado a estudiar a Marsella), para viajar a Nueva York y de allí, en autobús, a México. Aquel jovencito se encontrará con otros chicos transterrados como el poeta Tomás Segovia , el pintor Vicente Rojo o el periodista y narrador José de la Colina .

Estudia en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. Enseguida comienza su larga trayectoria como profesor e investigador, primero, en la Universidad de las Américas y, luego, en la UNAM. Su «Introducción a la Historia de la Filosofía» (1964) ha acompañado a varias generaciones de estudiantes. Como filósofo se interesó en Platón , Agustín , Descartes , Kant , Hegel , Bergson y Ortega . Aunque la mayor parte de su obra ensayística pone en relación al pensamiento con la poesía, pues él consideraba que ésta era una forma vital de conocimiento, como así se desprende de «Sentido de presencia» (1953), «Tres poetas de la soledad: Gorostiza, Villaurrutia y Paz» (1955), «Palabra y silencio«, «Mito y poesía» (ambos de 1964), «Poesía y conocimiento» (1979) o «Genio y figura de Sor Juana Inés de la Cruz» (1997). A lo largo de su trayectoria hablará de poetas tan diversos como Juan Ramón Jiménez , César Vallejo , Jorge Guillén o Jorge Luis Borges .

Si escribía sus ensayos en español, en cambio para su poesía, que es luminosa y lúcida, a la vez honda y aérea, emotiva y melancólica pero nada sentimental, prefería hacerlo en catalán: «Y no por nacionalismo, sino porque me resulta natural», me dijo alguna vez. Iba publicando sus poemarios a cuentagotas: «10 poemes» (1951), «L’Espill soterrat» (1955), «Les platges» (1974), «Graons» (1979), «Dit i escrit» (1983), «Ocells» (1986), «Natures vives» (1991) e «Indrets del temps» (1999), aunque Columna Edicions ya reunió su Poesía completa 1950-1994 en 1996 y Andrés Sánchez Robayna volverá a hacerlo en 2009 para FCE.

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