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Rafael Amargo: «Hay que dar los ballets públicos a gente que sepa rentabilizarlos»

El coreógrafo acaba de estrenar «Dionisio… La vid y mil noches» en el Teatro Romano de Málaga

El coreógrafo Rafael Amargo Francis Silva

J. J. Madueño

«Estoy viviendo los placeres de Dionisio. Estoy muy metido en mi personaje. Rozando la locura», explica el coreógrafo granadino Rafael Amargo (Valderrubio, 1975). Vuelve a los escenarios tras una «crisis» que no quiere nombrar. Lo hace con un espectáculo que nació en Nueva York junto al codirector Ramón Oller. Amargo busca el «éxtasis» interpretando al «rey de los placeres» por los teatros romanos de Andalucía y luego por Barcelona, Bruselas, Nueva York o La Habana. Empieza gira en Málaga, donde ha hecho recientemente una «residencia creativa» para preparar el montaje, tras recibir la Medalla de las Bellas Artes y la de Andalucía.

¿Cómo es este Dionisio?

Es un espectáculo de formato grande con 14 bailarines, tres actores de texto, dos niños actores y 10 músicos en directo. Cabe destacar a José del Tomate, que es un guitarrista magistral, como su padre Tomatito, a quien esperamos que nos acompañe en algunos momentos de la gira. Se estrena en la red de teatros romanos de Andalucía. Son 12 conciertos en Málaga, Itálica y Baelo Claudia. Es una versión libre de lo que considero que era Dioniso. El placer, la lujuria, la diversión y el éxtasis. Es teatro-danza. Hay ocho bailarines de flamenco y ocho de clásico, como Hernán Piquín, que fue el gran bailarín del Teatro Colón de Buenos Aires, uno de los grandes templos clásicos de Sudamérica. Hará de Apolo, frente a mí.

El elenco está lleno de actores y bailarines argentinos…

Viví en Buenos Aires mucho tiempo y creo que es la capital del teatro. Ellos son unos actores de método maravillosos. Salen de la escuela de Norman Briski, que tiene un método propio parecido al de Stanislavski.

¿Y qué espera de este Dionisio?

Es la producción que más fatiga me está costando hacer. Estoy muy agradecido por la Medalla de Andalucía y la de Bellas Artes, pero eso me ha puesto el listón muy alto. Ahora no puedo hacer cualquier cosa. Tengo que responder a las instituciones y al público con un espectáculo de acuerdo a esos reconocimientos. Tiene que ser una obra de primerísima calidad. Había que tirar la casa por la ventana, aunque sea el penúltimo espectáculo que haga.

¿Se siente presionado por el éxito?

Sí. Tengo que justificarme. Luego me han dado fechas, pero no subvenciones. Lo tenía que hacer y lo estamos haciendo metidos hasta el cuello. Con una casa empeñada para poder dar vida a esta obra en los teatros romanos.

¿Qué vendrá después de esta obra?

Espero que sea la dirección de un ballet público. Me encantaría que fuese la compañía andaluza de danza. Me gustaría venirme a Sevilla a dirigirla. Haría dos proyectos. Sobre Lorca haría la Casa de Bernarda Alba porque soy de Valderrubio. Sería muy de la tierra. Una Bernarda de verdad. En el espectáculo libre sería algo muy flamenco de palos sueltos para hacer bandera de mi patria.

¿Y es posible?

Hay gente a la que se lo dan que no ha dirigido nunca antes. Sé lo que es ser productor antes que bailarín. Aprovecharía el dinero para rendir beneficios. Se suele dar este tipo cargos como de despedida, pero no se explica que un ballet andaluz no se haya programado seis meses en Madrid. Debe sostenerse, pero le faltan nombres. Pero no se puede cumplir con todo. Hay que ser como Antonio Gades y llevar líderes contigo para llenar el teatro. Hay que darle la dirección de los ballets públicos a gente que sepa rentabilizarlos, que busque marcas que apoyen. Si los privados damos beneficios, ¿cómo no los dan los públicos?. Se lo merecen personas como Sara Baras, que aporten los contactos que tenemos, los clientes o los proveedores.

¿La cultura puede ser rentable?

Las subvenciones deben ser para dar beneficios. Dirigí Lorca en el Generalife en Granada. Fueron 43.000 personas e hicimos 700.000 euros de taquilla con un contrato de 350.000 euros. La Junta pagó con mis botas las subvenciones de danza y teatro al año siguiente, porque se quedó con los beneficios. Pero para que te den una dirección así hay que ser políticamente correcto y yo no me callo. La cultura es rentable, pero si te dan un millón tienes que sacar siete. No gastarlo sin más. Las naves están llenas de escenografía y vestuarios. Me encantaría que me lo dieran, que se recicle. Se hace y se guarda. Eso es tirar el dinero.

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