Quino y la vejez, las irreverentes reflexiones del genio argentino sobre «la primavera de la muerte»

En «De Senectute», Lumen recopila las mejores viñetas del creador de Mafalda en torno a cómo sobrellevamos el paso del tiempo y nos acercamos al final de la vida

Quino

Gabriel García Márquez dejó escrito que cada libro de Quino es lo que más se parece a la felicidad . Desde luego, el efecto inmediato de tener en las manos 'De Senectute' (Lumen) es que se dibuja una amplia ... sonrisa en el rostro antes incluso de abrir la primera página. Es cierto que la eficacia de esta nueva dosis de 'quinoterapia' se ve empañada por el hecho de que se trata del primer volumen que se publica tras su muerte, de la que ahora se cumple justo un año . Pero también lo es que va por delante la certeza plena de que el artista argentino nos hará disfrutar en cada viñeta.

«En Quino la vejez era un tema recurrente desde sus inicios», cuenta desde Argentina Julieta Colombo, su sobrina y legataria. «A pesar de ello no había ningún libro sobre ella -continúa-. Por eso nos pareció adecuado conmemorar el primer aniversario sin él con este volumen. En principio, el origen es un pequeño libro que solo se publicó en los años setenta en Italia. Lo hemos rearmado y ampliado muchísimo con viñetas de todas sus etapas. Atraviesa toda su obra. Es una línea, la de los libros temáticos, que queremos continuar y también estamos pensando en brindarle al lector algún inédito en cuanto a recopilaciones de sus dibujos porquehay material que todavía no se ha publicado en libros».

Cuesta pensar que el dibujante argentino fuera tan consciente del paso del tiempo a juzgar por su gran personaje, Mafalda , a la que creó como niña perpetua. Pero lo cierto es que diseccionó con profundas reflexiones cada capa de la vejez bajo las mismas premisas que lo hizo con la pequeña: sarcasmo, mordacidad, ternura . Viñeta a viñeta («que siempre provocan una sonrisa y una pregunta», según Colombo), aborda desde cómo nos afecta cuando comenzamos a desdibujarnos, a ser invisibles frente a los demás, hasta cuando nos ven un estorbo, la amarga aproximación al fin y el enorme peso de las ausencias. Sin tabúes y con irreverencia.

Etapa complicada

De acuerdo con Julieta, para él «era un momento complicado en la vida, era una etapa que le gustaba poco , pero a la que, por supuesto, llegó y encaró con humor. Le angustiaba mucho porque obviamente refleja la cercanía a la muerte, la sensación de finitud . Pero a mí me parece que, como en muchas otras cosas que a él le costaba transitar, usaba el dibujo para poder elaborar sus propias angustias . Y hasta lo hacía con gracia, con mucha gracia, y con un trazo hermoso».

En este libro, Quino deja en paños menores a la obsolescencia programada. De riguroso y sempiterno blanco y negro, reivindica en sus poco más de cien páginas que la vejez, lejos de ser algo pasado de moda, es un futuro inevitable, por el que hay que pasar tarde o temprano, con su decadencia física, con su deterioro cognitivo y con sus amarguras y las mil formas de encarar todo ello. La alternativa es, sin duda, peor. «Sin embargo, n o era pesimista , todo lo contrario. Sus viejitos a veces expresan el pesimismo, pero también son fuertes, siguen cuestionando y se enfrentan a la muerte», afirma Julieta.

Nos encontramos con algunos guiños y puntos inherentes a la filosofía de Mafalda («la retoma para muchas cosas», apunta), como la diferencia entre probres y ricos , la importancia de los ideales, la lucha por u n mundo mejor o el patriotismo . En contraste con el ímpetu defendido por la niña, en «De Senectute» vemos cómo resisten el paso del tiempo con un resultado desigual: los de siempre siguen ejerciendo su dominio mientras no sabemos cuándo dejamos de reconocernos en aquello que en su día defendimos con vehemencia. Simplemente memorable el anciano que quiere adquirir un poco de dignidad adulta y el vendedor no se atreve a decirle que la fábrica está cerrada por escasez de materia prima (solo les queda infantil).

Ahí están también los temores que acechan en el otoño de la vida o, como él prefiere llamarlo en «De Senectute», «la primavera de la muerte» . En forma de cómo nos cuesta asumir la ausencia de los seres queridos perdidos, de la impaciencia de aquellos que esperan con avidez una herencia , de la resistencia a ser conscientes de que ya no somos nuestro glorioso pasado o de cómo cualquier excusa nos sirve para tapar el miedo ante lo inexorable. Ya saben, sin dejar títere con cabeza. Marca de la casa.

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