De Ptolomeo al «T en O» medieval y la irrupción de América: Así ha cambiado el mundo en los mapas
El Instituto Geográfico Nacional muestra cronológicamente los hitos más relevantes en la historia de la cartografía occidental
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Iniciar sesión¡Qué habría dado Ptolomeo por contemplar el planeta como los astronautas del Apolo 8 aquel 24 de diciembre de 1968, cuando tomaron aquella icónica fotografía de la Salida de la Tierra ! El director de la desaparecida biblioteca de Alejandría se habría asombrado ... al constatar las dimensiones de la Ecúmene , tan distintas al mundo habitado o habitable conocido en el siglo II y que él logró plasmar con sorprendente precisión para la época en su célebre « Geographia ». A ambos lados de la sala de exposiciones del Instituto Geográfico Nacional (IGN), un facsímil de la obra del astrónomo, matemático y geógrafo griego y una fidedigna reproducción de la Tierra vista desde el espacio ilustran dos hitos de la « Ecúmene. La evolución de la imagen del mundo ».
Enrique Rojo, responsable de los fondos cartográficos antiguos del IGN, recordó en la inauguración de la muestra que Ptolomeo ya sabía que el mundo era mayor de lo que él representó. Desde Aristóteles se conocía que la tierra era redonda y Eratóstenes había calculado siglos antes el tamaño casi real de la Tierra, aunque Posidonio , tan decisivo después, errara en su revisión. Aquella imagen del mundo de Homero como un disco plano y circular, que se mantuvo en el primer mapa del mundo conocido que elaboró Anaximandro (610-547 a.C.), y en el de Hecateo de Mileto, había quedado superada.
Hiparco de Nicea y Marino de Tiro habían sentado las bases sobre las que Ptolomeo elaboró su «Geographia», la obra más influyente en la historia de la cartografía. Aunque hubo que esperar al siglo XV, con el redescubrimiento de su obra, a que realmente echara a andar la cartografía moderna.
Un esquema simplificado
«En la Edad Media sabían que la tierra era esférica, solo que la representaban con sentido alegórico, religioso», explica Marcos Pavo López, jefe del Área del Registro Central de Cartografía. La representación del mundo se simplificó en un «T en O» , que por primera vez aparece en las Etimologías de San Isidoro de Sevilla . Era una ecúmene circular, rodeada por el océano y dividida por el Mediterráneo en tres continentes: Asia, Europa y África, asignados a los hijos de Noé: Sem, Jafet y Cam.
Desde esta concepción del mundo según las creencias de la época cristiana medieval, no sorprende que el más famoso mapamundi medieval, el de Hereford , también en «T en O», muestre a Jerusalén en el centro, el Pantócrator dominando el orbe, una representación del paraíso y las columnas de Hércules sobre el peñón de Gibraltar, el extremo occidental del mundo habitado. O que en el Atlas catalán , que por primera vez incorpora una rosa de los vientos, cualquier paciente observador pueda localizar a los Reyes Magos. En la muestra del IGN con más facilidad, ya que localiza y explica cada detalle.
De esta época son los mapas de beatos como el mapamundi del Beato del Burgo de Osma (1086), que representa a los doce apóstoles enviados para expandir el cristianismo por todo el mundo, con Santiago en España junto a la Torre de Hércules de La Coruña y un continente austral, con un esciópode que se tapa del sol con su gran pie. Los mapas más fiables entonces desde el punto de vista práctico eran los portulanos , concebidos para navegar.
El Renacimiento dio paso a la cartografía científica, con las recuperadas proyecciones de Ptolomeo como punto de partida. Al contemplar la réplica del globo terráqueo de Martin Behaim expuesta en el IGN uno entiende mejor por qué los Reyes Católicos apoyaron la expedición de Cristóbal Colón, pese al rechazo de científicos de la época con más conocimientos geográficos. La distancia entre la Península Ibérica a las costas asiáticas en esa errónea bola del mundo se antoja asequible a unas cuantas jornadas de navegación.
También ayudó a Colón en sus pretensiones el mapa de Martellus , con el continente africano exageradamente deformada en el sur (cuando ya Bartolomé Díaz había alcanzado el Cabo de Buena Esperanza y se conocía su ubicación). «Es muy probable que este mapa fuera intencionadamente erróneo para explicar a los Reyes Católicos que la ruta portuguesa para llegar a las Indias era más larga», sugiere Pavo López.
El descubrimiento de América
El mapa de Juan de la Cosa que se conserva en el Museo Naval fue el primero en incluir al continente americano. A partir de entonces la cuarta parte del mundo comenzó a asomarse en su costa oriental, con grandes espacios dejados a la imaginación.
El Océano Pacífico aún no había sido descubierto por Núñez de Balboa cuando Martin Waldseemüller lo delineó en 1507 en el primer mapamundi en el que el nuevo mundo fue llamado por primera vez América , en honor a Américo Vespucio. El IGN recoge en su muestra una réplica del único ejemplar que existe. Fue descubierto en 1901 en el castillo alemán de Wolfegg y se conserva en la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos. Le acompañan los husos que añadió Waldseemüller en su Universalis Cosmographia, el texto «Cosmographiae introductio» y la representación de su pequeño globo terráqueo.
En la parte superior del mapamundi de Waldseemüller aún se representa a Ptolomeo junto a Américo Vespucio, como el paso a la nueva cartografía, rindiendo homenaje a la anterior. Mercator fue el primero en atreverse a contradecir a Ptolomeo al descubrir de forma empírica una nueva proyección cartográfica. Y a este cartógrafo flamenco, que llamó «atlas» a su colección de mapas, se le debe esta denominación que hizo fortuna. En la exposición se muestra un atlas original de Mercator de 1632, de los fondos cartográficos del IGN, con la curiosa imagen del polo ártico con una montaña de hierro (la explicación más lógica entonces para entender el funcionamiento de la brújula).
La última parte de la exposición la completa una réplica del globo portátil que pintó Hans Holbein el Joven en «Los embajadores», así como los mapas que ayudaron a delinear las expediciones de Vasco de Gama, Magallanes y Elcano, Abel Tasman o James Cook. Desde los mapas tipo «dos de oros», como el mapa mundi de Wit , a los más modernos que representan el mundo tal como lo reconocemos. Los hitos más relevantes de la cartografía quedan así recogidos en una única sala, con la habilidad, detalle y minuciosidad de quien sabe encajar todo un mundo en un papel.
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