«La percepción que se tiene de los balcánicos es que estamos locos, que no podemos vivir juntos»
El escritor bosnio Damir Ovčina publica en España su novela ‘Plegaria en el asedio’, en la que narra los horrores de la guerra en Sarajevo. Treinta años después considera que el origen del conflicto estuvo en la radicalización del nacionalismo serbio que ha vuelto a elevar la tensión en los Balcanes
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Iniciar sesiónBosnia, 1992. Un joven Damir Ovčina (Sarajevo, 1973) alcanzaba la mayoría de edad ajeno a la amenaza del nacionalismo serbio encabezado por Slobodan Milošević que, como una plaga, se extendía por la antigua Yugoslavia. Los bosnios disfrutaban de su cine, de la literatura, ... del progreso y de los éxitos deportivos de su selección de baloncesto, una de las mejores; occidente entero estaba deslumbrado ante la magia del genio de Šibenik, Drazen Petrovic. Tras la independencia de Eslovenia y Croacia, Bosnia marcó también aquel objetivo en el horizonte y con la ruptura, a principios de marzo, poco después la guerra llegó de sopetón a Sarajevo.
Reinaba entre los bosnios un sentimiento de invulnerabilidad y por eso «fue un shock hasta el último día antes del conflicto», confiesa Damir décadas después de vivir una de las experiencias más duras de su vida. «Nuestra infancia transcurrió pensando que todo era bueno en cierto modo, porque no teníamos la sensación de que existiese ningún peligro en nuestras vidas . Los peligros vinieron después y nos conmocionaron, creíamos que en nuestro mundo no puede estallar una guerra y detenerse». De la noche a la mañana una parte de Sarajevo quedó asediada por las tropas del ejército serbio de la República Srpska y la población civil que no logró escapar se vio obligada a vivir, o a morir, bajo las ráfagas de los kalashnikov.
«Todo dependía de la parte de la ciudad en la que estuvieras, un día podías despertarte y levantarte con la sensación de que ya no perteneces a ese sitio, tu mundo está en otro lugar, aunque es tu hogar parece que estás obligado a desaparecer o a huir». Ese sentimiento es una de las consecuencias de la guerra que quiso proyectar en su novela ‘Plegaria en el asedio’ (Automática Editorial) , que se acaba de publicar en español, en la que un joven anónimo de Dobrinja -el barrio del aeropuerto, uno de los más castigados por los ataques- permanece atrapado en Grbavica y alejado de su familia durante todo el conflicto. «En Bosnia terminamos entre Serbia, Croacia y Montenegro, y no teníamos fronteras con países que apoyasen nuestras ideas. Estábamos aislados sin capacidad para conseguir comida o armas, cualquier cosa... La guerra necesita dinero, la guerra necesita comida... si no te vuelves cada vez más débil. Nadie ataca a los países fuertes, nadie les causa problemas».
La guerra de Bosnia es uno de los conflictos armados de nuestra historia reciente aunque no por ello más conocido que otros anteriores. «Es una naturaleza muy humana el pensar que los problemas de los demás son merecidos, porque así lo han decidido. Es muy fácil ignorar los problemas de otros colectivos o de otras personas», lamenta Damir, que cree que la escalada de tensión que se vive actualmente en la zona, cuando se cumplen 30 años del asedio a Sarajevo, es de nuevo culpa del nacionalismo serbio. Le preocupa especialmente la imagen que la comunidad internacional ha asociado los balcánicos. «Desafortunadamente, para los Balcanes, Yugoslavia y Bosnia, la percepción común que tienen de nosotros sigue siendo que somos un lugar del mundo problemático, que nos odiamos, que no podemos vivir juntos , que estamos locos... Eso no es cierto, es un problema de intereses políticos y de cómo de solucionarlo (…) Si tienes esa reputación, pase lo que pase, es como, “bueno, lo que esperábamos, ya lo sabíamos, son conflictivos, es lo que hacen allí”.
Algunos intelectuales y artistas trataron de visibilizar las consecuencias de aquel conflicto, como por ejemplo Susan Sontag (que en el verano de 1993 trasladó a suelo bosnio una representación de ‘Esperando a Godot’ , de Samuel Beckett ), en contraposición a otros autores como Eduard Limónov , que sacaron a relucir la cara más cruel del ser humano. «Quienes se mostraron activos o dispuestos a organizar actuaciones aportaron cosas buenas por varias razones, la principal es que en la ciudad se mantuvo la idea de que era necesario tener la mente abierta sobre qué tipo de sociedad necesitamos, dispuesta a ver y a entender cómo funciona el mundo y a aceptar soluciones del exterior. Por otro lado, la gente como Limònov, conocido por apoyar el asedio, y que solía participar en los disparos, venían con una visión del nacionalismo ruso agresivo, algo que sigue ahí; la influencia rusa en la región fue un problema».
Damir empezó a escribir ‘Plegaria en el asedio’ veinte años después de la liberación de Sarajevo (1996). «No podía contar la historia desde la posición de una persona de cuarenta años que recuerda cuando tenía 18». «Cuando tuve que aportar todos los detalles para que la historia fuese atractiva pensé que el lector debía estar en el momento del acontecimiento y el escritor también. Si yo estoy fuera de la historia, los lectores van a estar mucho más fuera que yo». Invirtió más de dos décadas en dar forma y redondear la novela , fueron «muchos años de pensar, leer, estudiar literatura, seguir viviendo, y cuando comencé a escribir, todo se convirtió en un proceso en el que enfrentar los problemas, desechar las malas ideas y tratar de hilar todo lo que tenía, crear una imagen del final de la novela (…) Me costó bastante. Si intentara escribir una nueva novela me aseguraría de que estuviera lista en tres meses como máximo».
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