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Pedro García Cuartango - En la muerte de Maj Sjöwall

Ya nunca verás Madrid

La reina sueca de la Novela Negra ha fallecido sin poder cumplir el viaje que prometió al autor del artículo

La última vez que Maj Sjöwall visitó España fue en 2013 . Viajó desde Estocolmo a Barcelona con una hija para asistir a la semana de Novela Negra, donde la entregaron el Premio Pepe Carvalho. Cientos de personas abarrotaban la sala donde recibió un homenaje. Ese día comimos junto a Anik Lapointe, la editora de RBA , en un restaurante del puerto de Barcelona.

Anik me comentó que Maj estaba muy triste y que se le había iluminado la cara al verme. Recuerdo que, durante la comida, me quitó las gafas y las limpió meticulosamente con un paño. Se río mucho cuando le dije que afortunadamente no me había casado con ella porque era una mandona. Luego dimos un corto paseo por la ribera del mar y se fue a echar la siesta a su hotel.

Maj Sjöwall ha muerto en Estocolmo tras una larga enfermedad. Tenía 84 años. Era la reina de la novela negra en Suecia , donde autores como Mankell y Stieg Larsson reconocían su deuda con ella. Mankell calificó de «increíblemente fascinante» su primera novela, titulada Roseanna, y escribió que ningún autor sueco había logrado igualar su maestría.

Sjöwall había comenzado su carrera como periodista , pero al conocer a Per Wahlöö, diez años mayor que ella, ambos decidieron compartir su vida y dedicarse a escribir novelas. La primera fue Roseanna en 1965 y la última Los terroristas en 1975. En total, fueron diez obras que vendieron doce millones de ejemplares en todo el mundo. Algunas de ellas fueron llevadas al cine.

La escritora sueca me contó que había conocido a Walter Matthau en el rodaje de una de sus obras en Hollywood. Me señaló que era muy divertido. Y también que en ese viaje había comido en Manhattan con el escritor Ed McBain, al que ella admiraba. «Estaba sordo para no oír a su mujer que charlaba sin parar y no le dejaba abrir la boca», enfatizó.

Wahlöö falleció de un cáncer fulminante a los 49 años en 1975, unos meses después de la publicación de Los terroristas , en la que la pareja cuenta el asesinato de un primer ministro sueco de un tiro en la calle por un personaje desquiciado. Olof Palme moriría asesinado en 1986 al igual que en la ficción.

Tras la desaparición de su marido, Maj Sjöwall decidió retirarse de la literatura para criar a los dos hijos que habían tenido. «Nunca me arrepentí y nunca sentí la tentación de volver a escribir novela negra. Me gustaba estar en mi casa», me dijo.

Había empezado su carrera como periodista, trabajo que compatibilizaba con su militancia en el Partido Comunista . Subrayaba que Suecia era una de las sociedades más injustas y más machistas de Europa, desmontando el tópico de ese paraíso socialdemócrata que tanto admirábamos en España en los años 70.

De forma coherente con sus ideas, sus tramas tenían siempre como telón de fondo esa visión pesimista de un país en el que veía el triunfo de un capitalismo despiadado que marginaba a una minoría pobre y sin posibilidades de integración. «Yo y mi marido éramos unos idealistas, Para nosotros escribir era denunciar», aseguraba.

La mejor amiga de Maj Sjöwall durante la infancia fue la actriz Bibi Andersson, que luego se casó con el director Ingmar Bergman. Maj repetía que Bergman era un personaje odioso y soberbio , temido por los actores. Y afirmaba que el gran realizador sueco había sido Victor Sjoström, injustamente infravalorado.

En una comida en Getafe, le dije que cerrara los ojos y pensara en el nombre de un escritor. Al abrirlos, le dije: «Dostoievski». Y ella me respondió: «has acertado». Aquella tarde mantuvimos una sobremesa de tres horas y ella me invitó a su casa de Estocolmo. «Te haré un estofado de carne que es mi especialidad» , me ofreció tras regalarle su primera novela en España, publicada a finales de los años 60.

Ella y su marido acostumbraban a viajar en un pequeño coche desde Estocolmo a Tánger para escribir sus trabajos. Cruzaban la Península y sólo paraban para dormir una noche en casa de un amigo en la Ciudad Universitaria. Siempre me aseguraba que tenía muchas ganas de venir a Madrid para visitar museo del Prado y conocer la capital. «Quiero que me la enseñes tú», me dijo un montón de veces.

La última vez que la vi me comentó que había donado sus manuscritos a la Biblioteca Nacional de Suecia . Entre ellos, el de Los terroristas , que, tras abrir el capó del coche al pasar la aduana de Marruecos a España, los folios originales salieron volando a causa de un fuerte viento. Per y Maj los pudieron recuperar tras cuatro meses de trabajo.

Maj Sjöwall era muy amiga de Patricia Highsmith , con la que quedaba de vez en cuando en Copenhague para tomar unas copas. Me contó que ambas tenían miedo físico de Georges Simenon , «un hombre que daba pavor» y que evitaban.

Había ganado el prestigioso premio Edgar Allan Poe en 1971 con El policía que ríe, una de sus mejores novelas. El protagonista es el inspector Martin Beck, un hombre solitario, poco comunicativo y con problemas matrimoniales, con una personalidad muy parecida a la de Kurt Wallander , el protagonista de los trabajos de Mankell.

Hace tiempo que no recibía ningún correo suyo y, por ello, no fue una sorpresa su muerte porque yo sabía que estaba muy enferma . La noticia me produjo una profunda desolación porque Maj era no sólo una amiga sino además una persona con la que me entendía sin hablar. Ya nunca la podré enseñar Madrid .

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