Entrevista
Eva Orúe: «La falta de megafonía no afecta a las ventas de la Feria del Libro»
La nueva directora de la FLM hace un balance de los primeros días del encuentro, que celebra su edición número 81, la primera tras la pandemia
Eva Orué, directora de la Feria del Libro de Madrid, este lunes
La Feria del Libro de Madrid ha vuelto sin restricciones de aforo ni mascarillas. También desaparecen la megafonía y los planos impresos de las casetas, para reducir la contaminación acústica y el consumo de papel. El encuentro más importante de libreros, editores, autores y ... lectores llega a su edición número 81 tras sobrevivir a la pandemia, y lo hace con nueva directora: la periodista cultural Eva Orúe, quien hace un balance de los primeros días.
La edición de 2022 vuelve a sus fechas clásicas: hasta el 12 de junio. En 2021, la feria vio reducido su espacio en el Paseo de Coches del parque del Retiro de 1.400 metros cuadrados a 500. La medida, motivada por las restricciones de aforo, afectó las ventas. Este año, en cambio la FLM recupera extensión y acoge a más expositores. Por disposiciones del Ayuntamiento para resguardar el parque, no puede aumentar su tamaño, pero sí el número de participantes, así que para dar cabida a nuevos expositores cada caseta se ha reducido de cuatro a tres metros.
Algunos cambios han sido acogidos con entusiasmo, por ejemplo: el cambio de sitio de las colas de firmas, ahora desplazadas fuera del perímetro del paseo. No ha gustado a los visitantes la eliminación de los anuncios de firmas y eventos por la megafonía de la feria -un clásico del encuentro- o la sustitución de la información impresa y planos de las casetas por personas encargadas de dar la información de viva voz, para reducir el uso de papel. Aún quedan dos fines de semana por delante, aunque la dirección de la feria no descarta revisar las consecuencias de estas innovaciones.
—Primer fin de semana, con Champions incluida.
—Pensé que la final y la celebración del triunfo nos vaciarían la feria, pero no. Ha habido mucha gente y, a pesar de la afluencia, se paseaba muy bien. Bastaría confirmar si es por la solución de sacar las colas de las firmas. Si lo hemos hecho bien, se verá el segundo fin de semana.
—¿Cuántos visitantes hubo durante los primeros días?
—No tenemos forma de contar cuántas personas han acudido. Quizá lo sepamos a mediados de julio, a partir de un estudio de Movistar sobre el número de móviles encendidos.
—¿Aumentaron las ventas?
—Han funcionado muy bien. Ese es el dato que nos orienta. Este año vamos a retrasar la divulgación de las cifras unos dos o tres días, en lugar de darlas el último domingo, para que se incluyan todas las ventas.
—Hay quejas por la eliminación de la megafonía y los planos con la ubicación de las casetas.
—La feria funciona bien sin megafonía y no afecta las ventas. Hemos decidido quitarla para reducir contaminación acústica y porque la gente tampoco se sienta a esperar a que le digan dónde está su autor, ya lo sabe y por eso ha ido. Lo que hay es una nostalgia del ruido, del sonido. Es una melodía asociada a la feria.
—¿Qué ventajas tiene?
—Permite que en los pabellones se escuche mejor, que las radios puedan transmitir mejor. Lo de los planos plantea más problemas, sobre todo, para la gente mayor. Hoy tenemos una reunión para evaluar cómo está funcionando.
—¿Reconsideraría y daría marcha atrás?
—Por los datos, vemos que no afecta a las ventas. No tenemos que volver atrás sino mejorar los servicios alternativos: aplicación, la página web, el sistema de información humano.
—¿Sistema de información humano, qué es eso?
—Son los guías. Todos están identificados y distribuidos a lo largo de la Feria. Los visitantes pueden preguntarles dónde está una caseta o en cuál de ellas firma un determinado autor. Es como el mostrador de información de antes, pero sin mostrador.
—¿Imposible mantener contentos a todos?
—Desde el principio de la feria lanzamos comunicados para informar a todo el mundo. Lo primero es que sepan, y ya, si quieren, que critiquen. Un librero me dijo que yo parecía la madre de los expositores. Les he pedido que me hagan saber las cosas buenas y malas, para evaluarlo todo en la junta.
—¿La feria se disfruta más desde dentro o fuera?
—Fuera. Yo había hecho gestión cultural, pero esto es otra cosa. Es un evento gigantesco y suscita un interés tremendo. Por ejemplo, tenemos avisos de visitas de políticos. El domingo estuvo Nadia Calviño, el miércoles vendrá Mertixell Batet, también Rocío Monasterio... Es bueno que los políticos compren libros y vayan a los actos culturales. La cultura es una industria y genera dinero. Todavía más el libro, que es la primera.
—¿Cómo quiere Eva Orúe terminar esta primera feria?
—Yo me conformaría con que cerráramos como abrimos, porque fue espectacular.