Nueva vida para las obras olímpicas de Calatrava en Atenas

El coste exacto no se conoce, pero rondaría los 15 millones de euros. Es una oportunidad única para conseguir que los edificios y estructuras diseñados por el arquitecto valenciano vuelvan a su estado original, el de agosto 2004. Como recalcó Avgenakis en el parlamento, «recibimos un conjunto de instalaciones deportivas que había sido abandonado, envejecido y desvalorizado. Y lo estamos convirtiendo en un complejo moderno de deportes, de ocio, de información y de formación. Nuestro objetivo es convertir a OAKA en una colmena para el desarrollo del deporte, en una auténtica joya».

Además de múltiples actividades deportivas, el centro es también la sede de diez federaciones nacionales así como de la Agencia Nacional Antidopaje, el Centro Nacional de Investigación Deportiva y el Comité Organizador de Deportes de motor.

El arquitecto había creado un proyecto de parque olímpico con alamedas, plazas y fuentes rodeando las ya existentes instalaciones olímpicas (inauguradas en 1982) para crear una unidad arquitectónica. Se siguieron sus planes utilizando muchas cubiertas ligeras de vidrio laminado, acero (unas quince mil toneladas) y más materiales innovadores para sus elegantes diseños: la cubierta del estadio, una plaza con el Muro de las Naciones (mural con movimiento que lamentablemente nunca se llegó a utilizar como pantalla gigante), el velódromo (apodado por los griegos 'Kalatravaki'), las instalaciones de las entradas al complejo, el Ágora con un gran pasillo con sombra de estructuras metálicas y con pequeñas piscinas de poca profundidad para mejorar la atmósfera calurosa de agosto.

Se espera ahora que una vez restauradas todas las obras y cuando mejore la situación debido a la pandemia, se organicen visitas guiadas al complejo olímpico. Ahora mismo, la mayoría de las instalaciones están cerradas al público por el confinamiento y solo tienen permiso para entrenar, con controles exhaustivos, los deportistas federados para sus competiciones. Pero son millares quienes acuden a diario a pasear, a montar en bicicleta o a patinar entre las instalaciones. Antes de la pandemia había estadísticas exactas: utilizaban las instalaciones para hacer deporte o pasear a diario entre 14.000 y 16.000 personas, aumentando la cifra hasta los 20.000 durante el fin de semana.

La culpa de esta decadencia de 17 años ha sido de la compleja gestión del propio OAKA, que depende del Ministerio de Cultura y Deportes, del Ayuntamiento de Marusi al que pertenece geográficamente y del Comité Olímpico griego y donde también intervienen las distintas federaciones. Y de dos de las grandes lacras griegas: el complejo funcionamiento y mantenimiento de toda propiedad estatal y la inevitable burocracia. Por ejemplo: no se podía reparar la impresionante cubierta del estadio olímpico porque había sido construida con un permiso para una simple pérgola debido a las prisas antes de los JJOO (así siguió hasta una legalización de irregularidades urbanísticas en 2013). La pérgola cubre 25.000 metros cuadrados y se sostiene gracias a dos arcos de acero de 304 metros de longitud y 60 metros de altura.

Tampoco ayudó la crisis económica que atravesó el país, dado que en agosto 2014 se había anunciado el mantenimiento y restauración de estas obras (ya legalizadas) con ocho millones provenientes del programa de inversiones públicas de la región de Ática. No se consiguieron reunir los fondos entonces.