Muere Zélia Gattai, la mujer que amaba a Jorge Amado
A. ASTORGAMADRID. La dulzura que amó a Jorge Amado vino al mundo en el barrio del Paraíso, en Sao Paulo. Zélia Gattai, hija de inmigrantes italianos que se debatían entre el catolicismo y el
La dulzura que amó a Jorge Amado vino al mundo en el barrio del Paraíso, en Sao Paulo. Zélia Gattai, hija de inmigrantes italianos que se debatían entre el catolicismo y el anarquismo, conoció a Amado en 1945, cuando trabajaban juntos en el movimiento para ... la amnistía de los presos políticos. Se casaron meses después, y ella se convirtió en su alter/ego literario: pasaba a limpio, a máquina de escribir, sus originales, le ayudaba en el proceso de revisión de los textos, limpiaba, fijaba y daba esplendor a la gran obra del sabio hedonista y panteísta. Le proveía de recetas de cocina, con canela y clavo, de letras de bolero o de tango, de pequeñas evocaciones, de dulzura. «Todo a lo que el gran novelista no hubiese prestado atención quedaba incorporado en el origen mismo de su creación, capaz por tanto de generar preciosos elementos para sus construcciones narrativas», recordaba la escritora Nélida Piñón.
En 1946, con la elección de Amado para la Cámara Federal, se trasladaron a Río de Janeiro, donde nació su hijo Joao Jorge en 1947. Un año después, tras ser declarado ilegal el Partido Comunista, Jorge Amado perdió su mandato, y su familia, abocada al exilio. Vivieron en París durante tres años -Zélia estudiaría civilización, fonética y lengua francesa en La Sorbona-; y en Checoslovaquia, donde vendría al mundo su hija Paloma. En 1963 regresaron a la casa de Río Vermelho -«La casa del río rojo»-, en Salvador de Bahía, donde ella instaló un laboratorio y publicó la fotobiografía de su Amado: «Reportaje incompleto». Zélia comenzó a escribir a los 63 años. Primero memorias -«Anarquistas, gracias a Dios», adaptada a la televisión-, ocho ensayos autobiográficos más, tres libros infantiles y una novela. En 2001 murió su amado Jorge, y a doña Zélia se le arrancó a tiras un trozo de su piel, y se le rompió el corazón de tanto amor. Llegaba el vacío sin un sabio tan grande como el mundo que noveló. Fue elegida académica brasileña de las Letras, y se sentó en el mismo sillón de su Jorge Amado, que antes ocupó Machado de Asís. Hace nueve años Zelia Gattai evocó, en otro acto de amor, el intenso latido cultural que compartieron en aquella casa de abundante vegetación bañada por el «río rojo». Por allí pasaron Neruda, Camus, Sartre... Ayer Brasil lloraba la muerte de una mujer que fue un símbolo de la fuerza, de la dulzura y de la perseverancia de la mujer brasileña. Sus cenizas reposarán junto a las de su marido en aquel paraíso del río Vermelho/rojo, convertido desde ya en museo.
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