Muere Astrid Lindgren, la reina de los cuentos que tentó a los niños con la golosina de la libertad
Ayer murió a los 94 años Astrid Lindgren, hija predilecta de este reino, creadora de personajes universales de la literatura infantil, como Pippi Calzaslargas. La escritora falleció dulcemente en su piso del centro de Estocolmo, de la misma forma como había vivído durante los últimos años de su vida, víctima de un virus maligno que menguó sus fuerzas y le ocasionó un paro cardiaco.
Sus personajes más célebres fueron Pippi Calzaslargas, Miguel el Travieso, Emil, Lotta o Madicken. Sus libros -que fueron traducidos a 76 idiomas y se han vendido más de 120 millones de ejemplares- siguen encabezando las listas de los más vendidos. Astrid Lindgren abrió la puerta ... del cuento a millones de niños, suecos y extranjeros. Su famosa Pippi, heroína pelirroja y algo anarquista, creada en 1945 (cuando su hija se inventó el nombre y le pidió que le contara un cuento sobre ella) y llevada al cine en varias versiones, sigue desbancando en ventas a otros ídolos infantiles como Harry Potter.
HIJA DE CAMPESINOS
A Pippi le sucedió «Mio mi Mio», «Los hermanos Corazón de León», «Los niños de Bullerby» y otros tantos personajes de ensueño. Astrid solía decír que no escribía sus libros para que les gustaran a los pequeños: «Escribo sin pensar que son cuentos destinados a los niños y es que los mayores no comprendemos que debemos hablarles de forma natural como si fueran personas de nuestra misma edad».
Adorada por varias generaciones, es una pérdida personal que nos duele más allá de todo lo que tenía de escritora universal ya que todos la conocíamos a traves de sus divertidas historias que nos han hecho compañía durante decenios. Productiva como pocos, esta hija de campesinos nació como Astrid Ericsson en Näs, en las afueras de Vimmerby en 1907. Con solamente 13 años ganó un concurso de novelas en el periódico «Wimmerby Tidningen» y cuatro años más tarde viajó a Estocolmo para seguir unos cursos de secretaría y trabajar en esa misma publicación. Su verdadero debut fue en 1944 con «Britt-Marie se confiesa» y un año después, tras haberse roto un pie, empezó a escribir «Pippi Calzaslargas», volumen que, antes de salir a la calle, fue rechazado por varias editoriales, entre ellas la poderosa Bonniers, decisión que sus directivos han sentido, en lo más profundo de su economía, muchas veces.
En muy poco tiempo, la historia de esa niña rebelde se convirtió en el más estrepitoso y polémico éxito. Los padres de familia se quejaban de que sus hijas querían ser como Pippi y los maestros de escuela se unieron en un escrito al Gobierno en el que se pedía ayuda, ya que la literatura de la Lindgren había revuelto sus clases y menguado la displicina de sus colegios. Popular hasta el fervor, merecedora de todos los honores y premios, eterna candidata al Nobel, fue elegida varias veces como la figura en vida más importante de Suecia, por encima de personalidades como Ingmar Bergman o Björn Borg.
CONTRA LOS IMPUESTOS
Doctora honoris causa de varias Universidades de Suecia y del extranjero, Astrid Lindgren también usó sus dotes literarias para hacer política. En una ocasión (1976) arremetió contra el Gobierno socialdemócrata para denunciar que pagaba más de un 100 por 100 de impuestos marginales en un artículo en forma de cuento cuya heroína se llamaba Pomperiposa. Ese relato que hizo futor y dio ocasión a un movimiento político sin precedentes ocasionó un cambio en las leyes fiscales, amén de una condecoración real. Dado que en los últimos años de su vida perdió mucha vista, dedicó parte de su tiempo a narrar sus historias en casettes de forma que hoy todos los niños y grandes de Escandinavia pueden disfrutar de los cuentos de Astrid Lindgren contados por su autora.
A los pocos minutos de conocerse la noticia todas las banderas del reino se pusieron a media asta y las radios y televisiones nacionales ofrecieron programas en recuerdo de esta eminente hacedora de cuentos. En Suecia no es costumbre visitar el domicilio de la persona fallecida ni organizar capillas ardientes, sin embargo, durante todo el día de ayer, la casa de la escritora fue llenándose de flores y telegramas de todas las partes del mundo. Su cuerpo fue trasladado a una cámara frigorífica de un hospital del centro a la espera del funeral «corpore insepulto» que tendrá lugar dentro de unos días.
El primer ministro Göran Persson, al conocer la noticia, interrumpió una junta para hacer unas declaraciones a la televisión nacional: «Astrid es la mejor representante de la idetidad y carácter suecos, siempre modesta y sencilla». Por su parte Horace Engdahl, secretario permanente de la Academia Sueca, expresó su admiración por la escritora asegurando que «si los niños del Planeta Tierra tuvieran una república escondida en algún lugar, Astrid Lindgren sería su presidente e ídolo». Sobre si no consideraba «una pena» que la Academia hubiera privado del premio Nobel a tan insigne autora, pionera y revolucionaria en Europa de ese género, contestó Engdhal que «recordemos que esa real institución concedió a la Lindgren en 1971 la Gran Medalla de Oro a las Letras (Stora Guldmedalj) premio que en nada tiene que envidiar al Nobel».
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