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Muchnik: «Como editor, nunca me he distinguido por la fidelidad»

Mario Muchnik, ayer en Madrid. Javier Prieto

Difícil resulta resumir en unas líneas lo que ni él mismo ha podido concentrar en un libro. Mario Muchnik se sabe perro viejo en el difícil negocio editorial, y puestos a contar, no le resultó suficiente su anterior entrega, «Lo peor no son los autores». «Banco de pruebas», impreso en el Taller de Mario Muchnik, es su segundo volumen de memorias. Fundador en 1973 de una pequeña empresa que publicó para España desde París hasta la muerte de Franco, recuerda que el primer reconocimiento le llegó con el Nobel a Elías Canetti, de quien él tenía cuatro obras publicadas en las librerías.

DE LA TRAGEDIA AL ESPERPENTO

Su ingreso en la Universidad en EE.UU., sus estudios de Física y el paso por Roma y Nápoles, la soledad de un París -entre el 67 y el 78- que «si es difícil para los parisinos, cómo no iba a serlo para mí», el Mayo del 68 visto como fotógrafo junto a Enrico Sarsino de «Life», el primer empleo remunerado en Robert Laffont como director de colecciones, sus momentos musicales, John Cage, el Festival Pau Casals de Perpiñán con el que la cultura francesa procuraba cerrar la cicatriz de la guerra en 1951, las presentaciones de libros con «los grises» esperando a la puerta...

Desde entonces, ha pasado por todos los géneros literarios, «desde la tragedia y el esperpento a que Difusora Internacional sometió a mi padre, a mi mujer y a mí, hasta el sainete de Anaya, de la que me echaron: no entraba en los planes de un grupo de editores que no saben hablar idiomas y que cuando van a la Feria de Francfort sólo hablan entre ellos en vez de relacionarse con los demás».

«Anaya me eliminó porque valora la fidelidad en vez de la profesionalidad, y no digo más: el resto está en el libro. Yo nunca me he distinguido por la fidelidad, siempre he ido a mi aire», señala, como quien se sabe poseedor de secretos «que pueden interesar a algunos». El libro, que ayer presentaron en el Círculo de Bellas Artes Eduardo Arroyo, Luis de Pablo y Francisco Marcellán, contiene una serie de «consejos a un joven editor independiente»: «No te cabrees con los críticos, que ellos también tienen sus problemas», «No olvides que mucho más importante que tu editorial son tus libros: eso es lo que queda»...

Quien queda libre de estopa es José Manuel Lara Bosch, pese a su proximidad en el conflicto con Difusora Internacional que llevó a Muchnik a perder la editorial que llevaba su nombre (y que hoy posee Grup 62). «Lara siempre ha manifestado su fuerza mayor pero nunca me ha engañado. Es un caballero. Le quiero mucho». ¿Le gustaría que El Taller de Mario Muchnik quedara a cubierto de Planeta? «Lo que digo es que entre Planeta y Anaya, me quedaría con la primera».

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