La ministra se va de teatros y museos
La crisis de Gobierno sobrevino en plena Semana Santa y ha estropeado los planes de descanso de algunos ministros. Entre ellos los de Ángeles González-Sinde, neófita en política que debe ponerse al día en muchos asuntos que deberá gestionar. Debido a ello, ha pasado ... estos últimos días estudiando una pila de informes preparados por el ala de gestión del Ministerio de Cultura, encabezado por la subsecretaria, María Dolores Carrión.
Además, la ministra ha aprovechado los días festivos para acudir a los teatros y museos públicos. Disfrutó en el Pavón y el María Guerrero de las producciones ahora en cartel, «La estrella de Sevilla» y «Platonov». Por si esto fuera poco, González-Sinde acudió en visita privada al Prado y al Museo Reina Sofía (CARS), donde pasó largas horas contemplando varias exposiciones junto con su familia. Conciliación de vida laboral y familiar o asunción de sus responsabilidades, lo cierto es que parece decidida a «sudar la camiseta» desde el primer día.
Los directores generales
Y la semana entrante tiene una agenda apretada. Además de recibir informes de los directores generales de su Ministerio deberá sustanciar el que fue su primer anuncio como ministra, tender la mano al mundo de internet para conciliar sin abusos la propiedad intelectual y el canon, de la que ha sido significada defensora, con la serie de valores democráticos que la red y el acceso a la cultura ponen en valor.
Después del intercambio de carteras el pasado miércoles, a González-Sinde sólo le dio tiempo a una primera toma de contacto con el equipo que se apresta a dirigir. Lo único que trascendió de aquella reunión fue que la ministra afirmó venir «sin equipo», por lo cual cuenta «con todo el mundo» para seguir adelante, en un gesto que otorga cierto aire de continuidad.
Pero esa afirmación no tendría sentido sin ciertos relevos en las más altas capas de poder del Ministerio, puesto que por algo Zapatero ha cambiado al titular de Cultura. Fuentes bien informadas coinciden en dar por sentado que al menos tres de los directores generales saldrán en las próximas semanas o meses.
La tres posibles bajas
El primero es Fernando Lara, responsable del ICAA, y también de la última ruptura de Cultura con el mundo del cine. Su peso negociador decreció en las últimas reuniones en gran medida y perdió la confianza de los representantes del sector, lo cual lo puso en el disparadero. Zapatero ha tratado de restañar la ruptura del cine con el equipo de César Antonio Molina por medio del nombramiento de González-Sinde.
El segundo es el director general del INAEM, Juan Carlos Marset, responsable de algunas sonoras polémicas como la salida de Duato de la Compañía Nacional de Danza que se suma a la tábula rasa de cargos que ha anunciado a través del código de buenas practicas. El día de la toma de posesión bromeaba por estar ya vestido «de cofrade sevillano», aunque no aclaró si iba a la Semana Santa o le rondaba la idea de abandonar su puesto en el Ministerio. Bromas aparte, entre los objetivos marcados y no cumplidos para Marset figuraba propiciar una movilización de los recursos musicales, escénicos y de imagen propios del INAEM, que pudiera dar grandes réditos políticos al Gobierno.
El tercero en cuestión es José Jiménez, director general de Bellas Artes. Tiene una fuerte vinculación con el ministro saliente y hay ya quien dice que él daba por cumplido su paso por la Casa de las Siete Chimeneas y había pactado con Molina un plazo para su marcha. Pero según parece, la nueva ministra les ha pedido permanecer un tiempo con el fin de realizar una transición tranquila.
Sea como fuere, el cambio de ministro deja en suspenso los más importantes proyectos de Molina. Es cierto que asuntos como la Ley de Patrimonio y el juicio en Tampa contra Odyssey seguirán su curso, pero hay otras apuestas del ministro saliente que pueden perder impulso.
Es el caso de la Ciudad de las Artes Escénicas o del Plan Nacional de Arqueología Subacuática, incluido el convenio con la Armada que ya está presto para la firma. También la red de museos diseñada y puesta a punto en los últimos meses con el fin de dotar a los mejores centros artísticos de España, con independencia de su gestión, de una proyección estatal e internacional con apoyo de Cultura.
Son más de los que esta breve reseña permite, pero sumados a otros logros, como la pacificación de la ONE o el fin de las crisis del CARS y la Biblioteca Nacional, revelan un proyecto en marcha que la crisis ha interrumpido.
El relevo en Cultura evidencia además la escasez de apoyos de Molina en el PSOE. La ministra llega, por tanto, a un puesto especialmente incómodo, del que no se esperan problemas pero donde se encuentran. González-Sinde tiene el desafío de explicar y pactar el valor de la propiedad intelectual en un momento de fractura entre el mundo de la cultura y la sociedad . Y debe defender los intereses de los creadores frente a los que representa el Ministerio de Industria.
Y la eterna asignatura pendiente: que el ministro de Cultura lo sea de verdad en la España de las Autonomías, potenciando iniciativas, sin arrugarse en ningún punto del territorio con asuntos vitales como el valor del castellano.
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