Mesanza: «Cernuda se hizo a sí mismo un sacerdote de la poesía»
EL ESCORIAL. Julio Martínez Mesanza, poeta y director del Instituto Cervantes de Lisboa, inauguró ayer el curso «Realidades y deseos: Cien años de Luis Cernuda (1902-2002)», sumándose a los distintos actos conmemorativos que se han celebrado este año. El propósito fundamental del curso ha ... sido «destacar la presencia de los poetas, que, en ocasiones, reúnen también la faceta docente o crítica, dado que Cernuda es un poeta de poetas». Como puntualizó el director, «los poetas en los que ha influido Luis Cernuda se han convertido en altavoces de su obra, que son, finalmente, los que deciden sobre el futuro de sus poetas mayores».
El curso revisará algunos aspectos relevantes de la relativamente desconocida obra del poeta sevillano, ya que, según su director, los poetas de la generación de los 50, con Brines, Gil de Biedma o Valente, se encargaron de rescatarla. «Creo que siempre ha tenido un lugar de privilegio entre las generaciones siguientes. Cernuda ofrece dos grandes enseñanzas: por un lado, la actitud ante el poema, que es, a la vez, la que mantiene hacia sí mismo; y por otro, su carácter reflexivo, que indagó en la propia consciencia de una manera muy novedosa para su época», explicó Martínez Mesanza. Otra de las particularidades que hay que destacar es que, en el aspecto formal, Cernuda se acerca «al lenguaje natural», huyendo de la retórica.
Para las nuevas generaciones poéticas deberá quedar la seriedad con la que Cernuda se enfrentó a la poesía, ya que, según indicó Julio Martínez Mesanza, «Cernuda se hizo a sí mismo un sacerdote de la poesía. Esa actitud de cierto tono religioso es una enseñanza que puede ser un legado para las voces que están por llegar».
El autor de «Entre la realidad y el deseo», dice, «se forjó un territorio propio y una biografía adaptada a ese espacio poético». Esto explica, para Martínez Mesanza, que, quizá por influencia romántica, Cernuda fuera el poeta que más pone en relación poesía y espíritu: «Fue un hombre que vivió en una permanente tensión, con una enorme proyección hacia lo espiritual, pero que también ve cómo se deshacen sus planteamientos intelectuales. La realidad fue para él enemiga de la felicidad, de los mitos y los paraísos. Su trayectoria vital y poética fue la sustitución de una realidad nueva por otra ya muerta», enfatizó Martínez Mesanza.
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