LIBROS
Martínez-Novillo: «La vida es como una porfía para hacerte perder las ilusiones»
Álvaro Martínez-Novillo publica «Cantata profana a tres voces», una novela entre el amor y la guerra, que se puede descargar en Amazon
Antonio astorga
Álvaro Martínez-Novillo , historiador del arte, crítico de arte y colaborador de ABC, publica «Cantata profana a tres voces» (Colección Arte de vivir y recordar), una novela que gira en torno a un amor surgido en la Guerra Civil española, al que ... siguen una forzada separación y un inesperado reencuentro muchos años después, cuando los protagonistas ya tienen su vida definitivamente encarrilada. Él vive en el sur de Francia, tras su exilio en Argelia, mientras que ella ha conseguido rehacer su vida en Barcelona, pasando antes por la frontera vasca y por Madrid. Sin embargo, ambos previamente, cada uno por su lado, se vieron implicados en el torbellino de la guerra mundial...
-¿Cantata profana a tres voces novela el amor entre dos guerras?
-Sí, para quienes eran jóvenes durante la guerra y la posguerra y sobrevivieron los sentimientos no se interrumpieron. La primera novela de Hemingway –«Adiós a las armas»- es un modelo del género, que luego se ha convertido en un gran tema cinematográfico.
-En la escombrera humana y sentimental en que se convierte todo conflicto bélico, ¿el amor jamás se rinde ante la injusticia?
«Tras la Guerra Mundial, los ingleses crearon unos campos de internamiento en Chipre para los supervivientes del Holocausto. La mayoría rehizo su vida allí»
-No sabría contestarlo en términos absolutos, me imagino que hay de todo y a quien la han destrozado la vida, pues… Sin embargo hay un hecho muy significativo. Después de la guerra mundial los ingleses montaron unos campos de internamiento de Chipre para los sobrevivientes del Holocausto que emigraban a Palestina. Eran seguramente en quienes más se había cebado la violencia y la injusticia, pero la inmensa mayoría allí mismo fueron capaces de rehacer su vida y crear nuevas familias. Luego, no se rindieron.
-Gran parte de los personajes están inspirados en hechos reales ¿Es el reconocimiento a una generación, como muy bien dice, tal vez a una generación que lo perdió todo?
-Desde luego. Jorge Semprún escribió dos cuartillas muy clarificadoras como prólogo del libro de Evelyn Mesquida sobre los españoles en la División Leclerc, en el que hablaba de cómo la historia oficial francesa ha silenciado o puesto sordina a la importante contribución de los refugiados españoles en la liberación de Francia. Tampoco se destaca, a mi juicio, como se debería la solidaridad internacional para atender a los niños evacuados en Levante. En mi novela, se trata del Hogar Sueco de Denia. Respecto a que una generación lo perdiera todo, hay que recordar el refrán: «Mientras hay vida, hay esperanza».
-¿Nunca hay que renunciar a los ideales juveniles, a pesar de las tragedias que toca vivir al ser humano?
-La vida es como una porfía para hacerte perder las ilusiones, pero hay que reaccionar y seguir manteniéndolas. El hacerse más realista con los años no es incompatible con conservar aquello que te motivó en tu juventud. Yo he conocido a multitud de artistas, mejor dicho, he vivido entre ellos, que siguen conservando su ilusión hasta su último aliento, por más patadas que les hayan dado.
-Hable un poco sobre el origen de la novela. La tenía escrita hace quince años…
R. La inicié entonces, pero no sabía cómo continuarla… Pasado el tiempo me sucedieron varias cosas, como pasear por el barrio de París con calles con el nombre de pintores y por un parque muy especial, a primera hora de la mañana en un viaje de trabajo. Pero debo reconocer que el detonante fue leer «El tiempo entre costuras», de María Dueñas, me dije que ya me podía espabilar porque me iban a pisar los temas. Después de su libro ¿cómo podía yo escribir que mi madre condujo el metro de Madrid en guerra y que, después de ella, estuvo trabajando de modista con don Cristóbal Balenciaga? Y no lo he escrito, pero sí otras cosas familiares, aunque fantaseadas.
«Las buenas gentes son las que te salvan»
-La novela es absolutamente ecuánime. ¿El comportamiento debe primar siempre sobre las ideologías?
-En mi opinión, sí. Ninguna ideología garantiza un buen comportamiento, una buena conducta. Por el contrario buena gente se encuentra en todas las ideologías y gracias a eso la vida es posible y no nos vamos degollando por las esquinas. Y en los tiempos turbulentos, las buenas gentes son las que te salvan y te avalan, como se decía después de la guerra.
- ¿Cómo ha sido el cambio de registro histórico desde su trilogía «La rama escondida» a «Cantata a tres voces»?
-Dice Eco que siempre nos empeñamos en hablar de las cosas que nos son más lejanas en lugar de dedicarnos a las más próximas y sabidas. «La rama escondida» es una trilogía –de la que sólo he publicado la primera novela- que trata de un tiempo apasionante, del cambio desde el mundo medieval al Renacimiento, de Enrique IV de Castilla a emperador Carlos, creo que visto desde una óptica muy diferente a la tópica que nos han enseñado desde niños. Mi mujer decía que era un osado introduciendo a personajes como Jorge Manrique o Garcilaso en una trama novelesca, pero uno no puede ocultar que ha crecido leyendo a Dumas y a Walter Scott –que releídos después en sus ediciones íntegras son más serios de los que la gente se cree- y me atreví y estoy contento de haberlo hecho. Pero me quedaba la asignatura pendiente del mundo que me era más próximo y, por eso mismo, más difícil encarar.
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